Capítulo 10

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"Alguien te observa"

Esa misma semana, unos días antes del viernes.

Cuando las noches de insomnio eran tan pesadas y la presión en su pecho se incrementaba para dificultarle el respirar, Bailey Jane murmuraba con intranquilidad los minutos que restaban antes de que su alarma sonara y pudiese irse a otro lado lejos de su habitación. Esa misma madrugada, mientras su cabeza no dejaba de recordarle una y otra vez todo lo acontecido en la fiesta de Taylor Harrison y las ofensa en los ojos de Hollie cuando supo qué había pasado entre ambas, Sanders saltó de la cama sin importar qué hora era y se empezó a preparar para ir al instituto, desesperada por distraerse y enfrentar los hechos. Ya no soportaba el vacío en su estómago.

Se metió en sus jeans y seleccionó sin interés una camiseta corta de The Casualties que dejaba su ombligo a la vista y su clásica chaqueta de cuero negra encima. Removió con sus manos temblorosas su espesa melena oscura e hizo lo mejor que pudo con su delineado negro al mejor estilo Billie Joe, mordiendo con nerviosismo su inferior y exhalando. Odiaba tanto sentirse así.

Desde pequeña, a los aproximadamente 8 años, ella había comenzado a sufrir ataques de ansiedad y pánico. Y habían iniciado según recordaba, en ese grado cuando los de su antigua escuela habían decidido cambiar el horario a dos turnos -uno de mañana y otro de tarde- y le tocaba esperar cada tarde sin falta, una hora después de que todos se habían ido a sus casas, a que su padre llegara y la recogiera. Era horrible. Ella aún podía sentir sus dedos retorcerse entre ellos cuando se encontraba sola sentada en la acera del frente de la puerta principal, apenas con la compañía del vigilante a unos metros y el legendario y embrujado colegio a sus espaldas mientras el sol caía rápidamente y las lágrimas bajaban tímidamente por sus mejillas. Ella lloraba cada noche de todos los domingos y nadie nunca entendía porqué. Para muchos, no corría ningún peligro y era absurdo el temor por aguardar unos minutos más en el instituto, porque todos los demás niños estaban sonrientes. Pero para Bailey, eso le costó la mitad de su salud mental y un trastorno que la iba a acompañar por el resto de su vida.

Y empeoró cuando a sus 14 años alguien apareció para desordenar todo su mundo... Y cuando apenas salió de eso, y decidieron abusar de ella.

Sacudiendo su cabeza con fuerzas, como ritual para cuando quería deshacerse de cualquier pensamiento, la ojiverde aceleró su paso a través de los casi vacíos pasillos del Mil West al llegar media hora antes de la hora de entrada; Y miró a su alrededor, cautelosa.

A su izquierda, una muchacha se sentaba junto al bebedero con un libro de química entre sus manos. A su derecha, Phia Roberts la mejor amiga de Hollie salía del baño y apenas le echó un vistazo tímido. A unos pasos delante de ella, dos profesores platicaban sobre el nuevo sistema de evaluación y a sus espaldas; alguien tocó su hombro. Bailey se volteó para saber quién era.

Oh, no.

-Tú y yo debemos hablar.

La voz de Wade Lively resonó pectoral y la pelinegra pudo notar sus piernas tensarse. Todo su cuerpo se posicionó en guardia y por puro instinto cruzó sus brazos frente a su pecho, endureciendo su rostro. El rubio con grandes ojeras frente a ella y su fornida fisiología, la estudió por segundos y un resoplido de queja se salió imperceptible de sus dientes. Sanders quiso abofetearle sin más, pero en su lugar; aguardó en silencio.

-Vuelves a ponerme un sólo dedo encima y no podrás contarlo, Sanders. -Gruñó apuntándole con su índice, al que la pelinegra miró con lástima- No creas que no recuerdo tu estúpida entrada heroica en el baño cuando estaba con Hollie.

Bailey bufó.

-En el baño cuando quisiste aprovecharte de ella.

-¿Qué dices..?

ACÉPTALO, NENAWhere stories live. Discover now