Capítulo 14

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"Toda moneda tiene dos caras"

Si bajaba un poco la vista podía ver cómo las pastillas que tiraba hasta el lavamanos rebotaban sobre este y luego se diluían. Su baño estaba mucho menos iluminado que las últimas veces y era porque el foco de la ducha se había dañado en un corte eléctrico. Ahora su reflejo era más opaco y cenizo, como si de una serie de detectives se tratase y ella estuviera en pleno meollo.

Bueno, eso podía ser. Ella vivía con Marcos y Lilly.

Introduciendo sus manos en su suéter y moviendo con prisa sus pies, Tris Simons escaló con alarma el pequeño taburete dentro del piso bajo su regadera y con un desliz abrió la pequeña ventana sobre su cabeza en un chirrido. Tomó uno de los cigarros dentro de su cajetilla y lo encendió tan pronto como pudo, para meterlo a su boca y aspirar. Dulce y hermosa Nicotina, nunca te alejes de la vida de Tris.

Mientras el humo blanco se colaba entre sus castaños rizos y la tarde caía a una casi noche, Tris pensaba sobre su prima y su mejor amiga Bailey. En lo brusco y tan veloz que todo estalló y la forma en que sus padres y tíos de Hollie habían reaccionado ante la confesión de ella.

Tris creía que si ella les mencionaba su orientación sexual también, iban a responder mucho peor. Muchísimo peor, porque Tris era su hija y no conforme a eso; era su hija única. Ni siquiera tenía que intentar recrear la imagen cuando ya podía oler el aire de Forks, saborear las medicinas para "locos" y escuchar los gritos de sus abuelos cuando la enviaran a un psiquiatra porque ni de chiste Tris iba a dejar de ser lo que era. Eso sólo le funcionaba a los cobardes.

-Beatrice, cariño, es hora de...

La puerta de su baño se abrió y ella notó su pecho encogerse hasta volverse minúsculo. Su madre Lilly la miraba con los ojos muy abiertos, viajando desde el cigarro humeante en sus dedos y las perlas chocolates de Tris envueltas en un color rojo por el medicamento esparcido en el lavamanos. Con un sólo movimiento, Lilly Simons tiró del delantal que llevaba en sus caderas y se abalanzó hacia la menor, cogiéndola del brazo y arrastrándola fuera de tal rincón.

-¡Mamá, no! ¡Suéltame!

-¿¡Tris Simons!? ¿¡Cómo te atreves a estar fumando!?

Sus tacones resonaban por el pasillo directo al salón, Tris gruñía cuando las uñas de la rubia se clavaban en su piel.

-¡Mamá, espera!

-¡Encima dentro de mi propia casa! -Ella le ignoró, en cólera.- ¿¡Y qué rayos te metiste con esas pastillas!?

La morena tuvo que morderse la boca para no responder a eso y sin prevenirlo se vio tirada hacia el sillón de la sala principal de los Simons, con su madre arrugando su nariz como si todo lo que oliese fuese estiércol y su hija se bañara en este como una desquiciada fetichista.

-¿¡Qué significa todo esto!?

Le miró ella desde su altura, y Tris tiró lejos un cojín que se enredaba en su espalda.

-No es gran cosa. Papá también fuma y lo sabes.

-¡El fuma habanos!

-Mamá, vamos...

Los cafés círculos en el hervido rostro de Lilly se enfocaron con incredulidad y asombro en su hija y llevó sus manos hasta su cintura como si tales palabras fuesen una ofensa. La boca de la rubia se transformó en una fina línea severa y con un graznido se dirigió hacia la mesa de la esquina con el florero, para coger su teléfono celular y comenzar a teclear con furia en el mismo, echando ojeadas asesinas a la morena.

-Esto es inaceptable. Le diré a tu padre ahora mismo. Necesitas una intervención.

-¡Intervención mis bolas!

ACÉPTALO, NENAWhere stories live. Discover now