ACÉPTALO, NENA

Capítulo 24

"Cuando estás con alguien, sabes, estás con su familia"

El estómago de Hollie se revolvió una vez más y ella mordió su labio inferior para buscar ignorarlo. Sabía porqué le dolía pero no iba a darle el gusto. Demasiado ya tenía con la misma estúpida ansiedad.

Tomó un envase de desinfectante de tapa rosa y desenroscó la misma para olfatear ligeramente y exhalar pesadamente. Esa podía servir para hacer la limpieza semanal, y además iba en oferta. No veía problema en cogerla, dirigirse pronto a la caja y terminar con las obligadas compras del día para reparar la escasez de productos en la pieza compartida con Sanders y su prima... Hasta que leyó el nombre del jabón y un pequeño tirón agudo se hizo en su pecho.

"Phizz-Up!". Phizz, Pheebs... Phia.

Con un mínimo gemido dejó su cesta que cargaba en su brazo con unos empaques de carnes y cereales y se giró para apoyar sus manos en las repisas de las vitrinas frente a ella, doblando su torso. Tomó una larga inhalación y alzándose en sus puntillas se concentró en presionar todo lo que se le era posible sobre sus dedos, para poco a poco ir botando el aire de sus pulmones y bajar de regreso a sus talones. Contó hasta cinco y abrió sus ojos. Bolsas de lava-ropas en polvo y cloro la saludaron, pero ella no podía enfocarlas muy bien. El truco que Bailey le había enseñado para atacar sus repentinos episodios de angustia no sirvieron de mucho aunque ella ya lo sabía. No podía dejar de intentar, era casi una manía.

-Dios...

Frotándose su rostro y maldiciendo por lo bajo volvió a tomar la canasta con su compra y lanzó dentro otro desinfectante de envase verde. Giró sobre sus talones e hizo sus pesadas y flojas pisadas hasta la caja número 02 pero no sonrió ni siquiera internamente a pesar del hecho de que no tenía que ser fila con nadie porque eran la una de la mañana y ya ninguna persona normal quería ir a un mini market en busca de un jabón líquido para el piso. Comenzó a colocar las cosas sobre la bandeja para pagar y pasó su lengua por su reseca boca al oír el tintineo de la máquina de precios facturando sus productos.

La mujer de unos aproximadamente treinta años de edad de ascendencia hindú que atendía el turno nocturno de esa velada, la miró como si estuviese loca por unos segundos pero luego decidió hacer como si no estuviese allí, tal vez no queriendo lidiar con una adolescente maltrecha en plena madrugada. Sí, probablemente era una en miles de millones preocupándose por la suciedad de su pieza a esa hora, en un lugar remoto de Delphia... Pero ella debía hacerlo. Era la única manera de distraerse y no pensar en el suicidio de su mejor amiga.

Eso la estaba enloqueciendo. Eso y las notas, los mensajes, la lista de sospechosos, la paranoia, los recuerdos, el terror... ¡Por dios! Apenas y conseguía dejar de revivir la forma en que Phia cortó su garganta con ese filo, la manera en que había caído al suelo al instante siguiente... Sus palabras.

-Tú buscaste esto, Hollie Price...

Enseguida alzó su mirada expandiendo sus ojos como platos.

-¿¡Qué..!?

-Tenga su credencial, señorita Price.

La cajera al otro lado, forzó una sonrisa educada y Hollie pasó su lengua por sus labios, tragando saliva para coger su licencia junto a su compra y una cajetilla de cigarrillos. Dejando el cambio con la mujer, poco a poco se volvió hasta la salida, ingeniándoselas para encender un cilindro y dando una gran calada, observó el auto que le había prestado su prima Tris.

No sabía porqué ni cómo, pero de repente se encontraba más intranquila. Sus pulmones no sopesaban bien el aire y ella frunció su ceño. La imagen de una peliazul en el funeral se balanceó frente a sus perlas avellanas y Hollie sin evitarlo, sintió la urgencia de buscarla. Bailey probablemente aún estuviese en plena mitad de su jornada, y Decca debía estar ahí. Desde la ceremonia de Phia, algo en ella y en su presencia inexplicable le había provocado un mal sabor de boca y no le gustaba.. Ni le había gustado antes. De verdad que no.