Capítulo 30

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"Anatema"

Su pie pisó el acelerador y se hundió firmemente en su asiento mientras conducía por la inconveniente casi solitaria autopista, no dejando de ponerle un ojo encima al reflejo de Wade en su retrovisor.

Él seguía tras ella y Bailey no dispuesta a sufrir un ataque de ansiedad en ese instante, cogió su teléfono y llamó al móvil de Hollie, para avisarle lo que sucedía. Sin recibir respuesta de ésta, se limitó a textearle y tomar entre sus dedos una goma de mascar olvidada junto el depósito de la palanca de cambios y metérsela a su boca. Quizás, si masticaba con prisa drenaba algo de la adrenalina que ya colaba sus frías manos y congelaba sus pies bajo las converses. Maldijo en silencio, girando a la izquierda y comprobando que él seguía detrás.

¿Qué demonios quería ahora?

Clavando sus dientes en tal dulce, Bailey se aventuró a ir más veloz y resoplar, alterada. Pensó en los diferentes atajos que podría elegir para despistar a su no invitado y aceptó el primero que vino a su mente. Sólo unos buenos movimientos de volante en las esquinas correctas y tal vez, tendría suerte. Lograría esquivarlo, lograría desaparecer.

Pero no. Algo más lo hizo.

Desde los árboles o quizás la carretera más escondida de aquella zona de Delphia, un auto a toda velocidad salió volando por los aires en ruidos de llantas y una chirriante ola de asfalto y metal.

Causando una gran explosión de sonido, fue a parar directo contra el carro que estaba detrás de Bailey y lo puso a dar vueltas por la superficie entre bocinazos y una maldición que le erizó la piel a la muchacha.

Ella no pudo hacer otra cosa que desacelerar hasta estacionarse en seco y jadear mientras miraba al otro auto seguir recto por la colina y estamparse contra un viejo árbol.

Wade debía parar su auto sí o sí. Él podía morir ahí mismo. Pudo haber sido ella.

-Por favor, por favor, por favor...

Suplicó con sus temblorosos dedos aferrándose al volante al dar un abrupto frenazo y desesperada notó finalmente el vehículo detenerse. Casi por un eterno instante, Bailey creyó que este le miraba y que iría justo por ella. Que saldría por la puerta y la encontraría, que finalmente lo haría... Pero en cambio, sólo siguió su curso, pasando de largo.

Y se fue. Bailey ahora estaba sola en medio accidente de noche y sus pulmones en su boca.

Con prisa, se las ingenió para extraerse de su Mercedes y echarse al suelo al fallar sus piernas, pues había dejado de sentirlas. No entendía qué rayos había sucedido ni estaba sucediendo. Wade o eso creía, un segundo la estaba persiguiendo y al otro fue arrollado por un auto fantasma hasta dar giros locos y terminar por huir. Había sido todo tan espantosamente rápido. Quería vomitar.

-¡Bailey!

Escuchó que alguien le llamaba y ésta se dio la vuelta, confiando en que debía ser un espíritu o su mente en colapso. Ya empezaba a imaginar cosas, podía estar muy loca por el trauma.

-¿¡David!?

Sólo que, sorprendida, los ojos rojos de su hermano la encontraron en medio de la escena y ella quiso gritar de horror.. ¿Qué rayos hacía él ahí? ¿Cómo pudo haber llegado?

-¡Oh, Dios mío! -Entonces ella exclamó, ocultando sus labios con sus dos manos.- ¡David! ¿¡qué has hecho!?

El carro que se había abalanzado al auto de Wade y seguidamente al árbol, de repente se hallaba sin conductor y con la puerta del piloto abierta. Comprendió, que David era quien lo manejaba y ahora la veía con sus ojos envueltos en sangre y un montón de heridas esparcidas por sus brazos, abdomen y todo su rostro. Él cojeaba, queriendo acercarse a ella para así decir:

ACÉPTALO, NENAWhere stories live. Discover now