Epílogo

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"Y de tanto perseguir la felicidad..."

Ocho años después...

Luego del juicio y la recuperación posterior al trauma que el caso les había dejado, Bailey y Hollie decidieron poner en marcha sus vidas como tanto se habían prometido, enterrando lo malo atrás y mirando hacia delante.

Dispuesta a seguir su deseo de cantar, Bailey Jane logró ingresar a la Universidad de Artes en Delphia, donde estudiaba la carrera de Música, especializándose en composición. Carrera por la cual, se graduó con honores un año antes que Hollie, que al acabar con sus estudios en el instituto Mil West, pasó a la misma sede que Sanders, pero cumpliendo su sueño fijo de ser diseñadora gráfica.

Ambas, consiguiendo hacer sus profesiones juntas, disfrutaron lo más que pudieron de sus nuevas vidas en la facultad, sin dejar a un lado sus marchas e impulso activista en favor a las causas por las que aún luchaban sin descansar, y llevando miles de historias de toda la comunidad LGBT+ a las personas de la ciudad, que cada vez aumentaron y las apoyaron con lealtad desde Santo Ángel, hacia afuera.

Con el tiempo, sus familias poco a poco aceptaron la relación de las muchachas e incluso la orientación de David, que luego de poder confesarse y decidir vivir su vida a plenitud, regresó más a menudo a Delphia para pasar más tiempo con su hermana y sus padres y ayudar en los programas sociales de Bailey Y Hollie, convirtiéndose él en el propio coordinador.

Tanto los Simons, como los Roberts, los Brown y los Lively, superaron sus lutos y se limitaron a rehacer sus caminos queriendo procurar lo mejor para el futuro del resto de su familia y amigos. Nohemy y Fred Lively, buscando limpiar su apellido, donaron cantidades absurdas de dinero a las fundaciones en las que participaban los Sanders y Price, pero aunque ayudaron mucho financieramente, ellos seguían siendo vistos como unos corruptos y usurpadores.

En cuanto a los destinos de Tris y Wade, los dos siguieron en sus respectivas prisiones, pagando las condenas que les tocaban pagar. Ninguno de ellos iba a salir de ahí hasta cumplir como mínimo sesenta años y aunque les dieran la libertad en ese entonces, lo más probable a pasar era que el juez los declarara como trastornados mentales, puesto a que, según reportaban los psiquiatras y psicólogos de los reclusos, ninguno disponía del mínimo índice de cordura. Por lo que no había más que contar.

Para el momento en que Bailey y Hollie fueron todas unas graduadas profesionales en sus carreras, tomaron la seria decisión de mudarse juntas hacia Memphis, una metrópolis en el estado de Olimpia, a unos cuantos kilómetros de Delphia.

Motivadas a ejercer sus pasiones en la más indicada región para ello, despidieron a sus parientes en Santo Ángel prometiendo volver para fechas importantes como cumpleaños, Navidades y alguna que otra vez en vacaciones, y dejando a David Sanders a cargo del manejo de las fundaciones sociales, que le cayeron como anillo al dedo, por su entrega con la comunidad.

Ya al fin en Memphis, todo fue viento en popa.

Junto con llegar, alquilaron una preciosa casa de dos plantas en el centro de la ciudad y a la cual bautizaron como "Valhalla", por ser el primer lugar que sentían como su verdadero "hogar", y donde veían sin falta sus series preferidas frente al sofá con pizza y refrescos sobre sus piernas.

Cada semana, se dedicaban de lleno a sus nuevos empleos como profesora de canto y arreglista, y diseñadora para una revista de punk rock, y llevadas por su sentido de la aventura y las ganas de probar cada experiencia en su relación, formaron un gran grupo social repleto de amigos que venían de distintos lugares y que eran tan diferentes y hermosos a su manera. Entre ellos, Bailey conoció a los integrantes de su futura banda musical llamada "SINDROME".

ACÉPTALO, NENAWhere stories live. Discover now