Capitulo 14.-

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Camila's POV.

Los segundos comenzaron a transcurrir y la voz de Lauren no se lograba escuchar al otro lado de la línea. Era un silencio completo. Solo su respiración era audible. Me quité el móvil de la oreja, y miré la pantalla, pensando que ya había cortado, pero los segundos seguían pasando.
Aclaré mi garganta y volví a hablar, mientras caminaba de regreso a la sala de estar.
—Qué quieres? —volví a repetir, bajando las escaleras. Hailee me miró bien, y alzó una ceja. Con mi boca, modulé un simple "Es Lauren" y ella asintió. Me senté al lado de mi amiga, aún con el móvil en la oreja— Logro escuchar tu respiración, Lauren. Sé que estás ahí... Lauren, realmente me estás asustando... —modulé, bajo la mirada cafe confundida de mi mejor amiga—. Oye, si no vas a hablar voy a colgar ¿eh? Bien, entonces, adiós.
Sin esperar que hablara, aunque sinceramente sabía que no lo haría, corté. Me quedé mirando unos segundos la pantalla del teléfono. Lauren estaba actuando de manera extraña. Miré a Hailee y ambos nos encogimos de hombros.
—Ella está actuando de manera extraña —musitó Steinfeld. Asentí, haciendo una mueca—. A veces, Lauren logra asustarme.
—¿Y tú crees que a mí no? —dejé el celular sobre el sofá, y cogí el pequeño pocillo de helado que Hailee me tendió.
—Debes parar con eso, Camila —aconsejó mi castalla amiga—; esto, se saldrá de tus manos si dejas pasar más tiempo.
Tomé una cucharada de helado y sentí como la cremosa sustancia se expandía por mi paladar. Frambuesa , me encanta.
—Lo sé.
—Lo sabes, pero no haces nada para arreglarlo ¿no? —Hailee alzó una ceja.
—Es que tú no entiendes —sacudí la cabeza, revolviendo la cuchara en el helado. La llevé a mi boca—. Después del accidente, Lauren cambió mucho. Su temperamento cambia más seguido que antes.
—Por eso mismo te lo estoy diciendo, Camila —Hailee apoyó su mano en mi hombro, y me miró de manera comprensiva—. Tienes que parar esto.
—Tienes razón.
Me quedé pensando un rato, mientras seguía tomando helado. Hailee se encontraba a mi lado, pero la sentía ausente. Ella estaba perdido en sus pensamientos al igual que yo. Hailee tenía razón. Tenía que ponerle un alto a toda esta situación, pero la pregunta era ¿cómo? Es decir... ¿Cómo hacerlo para que Lauren no se altere?
—¿Querías contarme algo? —susurró Hailee, dejando el pocillo vacío sobre la mesa.
—Así es. —asentí. Raspé el último poco de helado y dejé el pocillo junto al de Hailee.
—Bien —ella se acomodó. Se sentó sobre sus piernas y me miró bien—. Soy todo oídos.
—Hoy... —carraspeé la garganta y trague saliva—. Hoy cuando pedí permiso para ir a los lavaderos en la clase, pasé por el pasillo donde se encuentra el salón de Historia Avanzada.
—Ya. ¿Y?
—Y vi a Lauren, a punto de golpear a Gigi —hice una mueca, y comencé a juguetear con las mangas de mi polo—. Estoy segura que si no hubiera pasado por ahí, justo en ese momento, Lauren hubiera golpeado a Gigi.
—Yo también pienso lo mismo –susurró—. Creo que Lauren ve como una amenaza a la chica de al lado.
—¿Una amenaza? —inquirí y Hailee asintió— ¿Una amenaza, por qué?
—Primero que todo, porque Lauren es demasiado posesiva y no deja que nadie se te acerque. Creo que Ally, Dinah y yo, corrimos suerte, por ser tus amigas —soltó una risita. No la pude corresponder, porque sabía que ella tenía razón—. Segundo, Lauren está obsesionada. Quiere mantener el control de tu vida, y al ver que tú no le obedeces, se descontrola. Y tercero, al parecer la chica quiere algo más que ser tu amiga.
—Quién? ¿Lauren?
—No. Perico Los Palotes. —Hailee rodó los ojos y ambas soltamos una carcajada— Claro que ella, tonta.
—¡Oye! –me quejé, y golpeé su hombro en broma— Estás realmente equivocada, Haiz.
—¿Y tú, que sabes? —contrarrestó.
—¿Y tú que sabes? –contraataqué, repitiendo su pregunta.
—Porque yo soy una chica. Duh.
—¿De verdad? —alcé una ceja, molestándolo. Hailee entornó sus ojos y acomodo los pequeños cabellos que tiene sueltos con su mano izquierda.
—Tú solo tienes que decirle "Hola" a la chica, y ella se sonroja como un tomate. ¿Acaso no la has visto? Es completamente adorable.
—Cállate —reí—. Esa chica no siente nada por mí. Además, solo lleva dos semanas viviendo aquí.
—¿Y eso qué?
Hailee estiró sus piernas, y las posicionó sobre las mías. Comencé a juguetear con los cordones de sus zapatos.
—Esa chica se sonroja porque es muy tímido. Creo que siempre se sonroja cuando una chica o chico le habla— justifiqué, mirándolo de reojo. Hailee puso sus ojos en blanco—. ¿Qué?
—Marie Mallette le habló el otro día, en nuestras clases de Arte, y ella ni siquiera se sonrojó. Creo que solo es contigo.
—Eres una idiota —me burlé—. Creo que, comer tantos tacos te está haciendo mal. ¿O el pelo de tu preciado gato se te ha ido al cerebro?
—No metas a Churrumín en esto. —me apuntó con su dedo índice. Solté una risotada, que se vio acompañada automáticamente por la de Haiz. Cada vez que escuchaba el nombre del gato de Hailee, rompía en carcajadas. Es un gato completamente adorable, igual que la dueña, pero vamos... el nombre es realmente cómico.
—¿De qué te ríes? —preguntó, haciéndose la ofendida.
—¿Qué clase de nombre es ese para tu gato? Quiero decir, está bien que hayas querido nombrarlo de una manera original, pero ¿Churrumín? ¿Estás loca?
—¿Y qué? A mí me gusta —se defendió—. Es un nombre genial.
—Sí, como sea.
Seguí molestando a Hailee por el nombre de su gato por los siguientes quince minutos. Ella se enojaba, pero sabía que no era en serio. De pronto, se levanto del sofá y arregló sus pantalones en las piernas. A veces me pregunto si no le es molesto usar pantalones tan jodidamente apretados en las piernas. Se le ven bien, por supuesto que sí, pero..., que va, no me interesa. Si ella se siente cómodo ¿Qué importa lo demás?
—¿Te quedarás a cenar? —me puse de pie y caminé hacia la cocina.
—Nope —Hailee cogió los dos pocillos y los dejó en el lavavajillas—. Mamá me espera para cenar en casa. ¿Quieres venir?
Negué con la cabeza —Tengo tarea que hacer.
—Siempre tan responsable, ella —alborotó ya, mi seco cabello y besó mi frente—. Nos vemos mañana en la escuela.
Juntas caminamos hacia la salida. Hailee salió y volteó a verme. Abracé mi cuerpo, sintiendo como el frío viento de las seis de la tarde recorría cada parte de mi cuerpo.
—Cuídate ¿vale? —le pedí y ella asintió.
—Nos vemos mañana, Camila. Te quiero. —guiñó un ojo y comenzó a caminar.
—Yo también te quiero, Haiz.
Esperé a que su silueta se perdiera por la calle y entré de vuelta a la casa.
Caminé con dirección a la cocina, para calentar la comida que mamá había dejado en el horno y el teléfono de casa sonó. Es como si hubieran sabido que había entrado a casa, y estaban esperando a que Hailee se fuera para llamar.
Descolgué el teléfono y me llevé el auricular a la oreja.
—¿Hola? —siseé pero nadie atendió. Fijé la mirada en el identificador de llamadas. Era un número desconocido, pero era un número local. El código de llamada era de Londres— ¿Hola? —volví a preguntar, pero solo lograba escuchar el silencio del otro lado. Un nudo se formó en la boca de mi estómago— ¿Lauren? ¿Eres tú? —rogué al cielo, por que fuera ella. Las llamadas anónimas realmente me asustaban. Creo que tendré que dejar de ver todas esas películas de acoso— ¿Lauren?
Un gruñido ronco se escuchó del otro lado, y luego colgaron.

Same Mistake (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora