Capitulo 42.-

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Camila's POV.

Saludé con la mano a Ally mientras entraba al colegio junto a Gigi. La chica de estatura baja me sonrió y me devolvió el saludo y Dinah que estaba junto a ella, me guiñó un ojo. Ambas también saludaron a Gigi.
—¿Mi taquilla o la tuya? —le pregunté a Hadid a medida que caminábamos por el pasillo principal, esquivando algunos cuerpos.
—¿La mía? —dijo ella y yo me encogí de hombros— No, mejor la mía.
—Bien, como sea —rodé los ojos, sonriendo.
Doblamos hacia la derecha y seguimos caminando, conversando de cosas triviales. Gigi comentó algo acerca de volver a Italia por las vacaciones de invierno, las cuales se acercaban rápidamente y me alegré bastante al escuchar el tono emocionado de su voz.
Llegamos hasta mi taquilla y Gigi se alejó un poco para hablar con Marie Mellette. Le envié una sonrisa significativa, cuando la rubi me miró. Hailee me había comentado que Marie sentía cosas por ella, pero Gigi no le hacía caso. Recuerdo haber rodado los ojos y golpear el hombro de mi amiga ojimiel por su tonto comentario: "La chica no quiere nada con Marie, porque le gusta tú".
Estupideces.
Sacudí la cabeza y me dispuse a abrir mi casillero, dejando de lado el cotilleo mental. Introduje la clave en el seguro y solté un suspiro. La combinación era demasiado boba.
La fecha en que Lauren y yo comenzamos a salir.
En cuanto la puerta de mi locker se abrió, algo cayó disparado al suelo. Fruncí el ceño y dejé los cuadernos junto a mi bolso en el interior del casillero. Dirigí mi mirada al suelo.
Una rosa de color azul yacía en el suelo justo al lado de mi pie izquierdo. Una sonrisa tironeó en la comisura de mis labios, cuando pensé en la única persona que podía haber hecho aquello. Lauren.
Me agaché y con mucho cuidado tomé la flor. En cuanto la levanté, una pequeña bolsita de terciopelo del mismo color de la rosa, quedó colgando. Desaté el moño de aquel lienzo dorado que mantenía la bolsita cerrada y la abrí.
Algo pequeño y fino rozó la punta de mis dedos. Con delicadeza, tomé lo que había dentro de la bolsita y lo saqué. Un pequeño dije salió a la luz. Era una pequeña y hermosa letra "L" de plata.
—¿Te gusta? —cuestionó esa gruesa y ronca voz a mis espaldas, enviando descargas eléctricas por todo mi cuerpo.
Giré mi cuerpo rápidamente, encontrándome con la mirada verde de Lauren. Asentí, con la mirada nublada producto de las lágrimas que mojaban mis ojos.
—Es... hermoso —susurré, con una sonrisa tímida en los labios.
—Me alegra mucho que te guste —dijo Lauren, acercándose a mí—. Permíteme.
La pelinegra cogió el colgante con sus ágiles dedos, sacándolo por completo de la bolsa aterciopelada. Posó sus manos sobre mis hombros e hizo girar mi cuerpo sobre mi mismo eje. Tomé mi largo cabello, levantándolo hasta la parte superior de mi cabeza, mientras que mi boca sostenía la rosa azul que ella me había obsequiado. Lauren abrochó el colgante alrededor de mi cuello y la pequeña letra de plata hizo contacto con mi piel. Jauregui acarició mi cuello expuesto y me hizo estremecer.
Acariciando mis hombros, la ojiverde posó sus labios en mi nuca, a la altura donde descansaba el colgante. Y yo sentí como mis rodillas comenzaban a temblar.
—Gracias —le dije sincera, jugueteando con la rosa azul entre mis dedos.
Los largos dedos de Lauren, acariciando mi mejilla.
—No tienes nada que agradecer —dijo ella—. Yo tengo una igual.
—¿Huh? —alcé la mirada.
Lauren me sonrió. Alzó su mano izquierda hasta el borde superior de su camiseta blanca y tomó con sus dedos una cadena de plata. Deslizó esta misma por sus dedos, hasta que las puntas de sus dedos tomaban la inicial que descansaba ahí. Una "C".
Por acto reflejo, apoyé la mano sobre en el pecho sintiendo como la letra "L" hacía contacto con mi piel. Jauregui había comprado ambas cadenas, cada una con la inicial de la otra.
Abrí la boca para volver a decir algo, pero el timbre que daba inicio a la jornada escolar sonaba. Mierda ¿Todo este tiempo habíamos estado en la secundaria?
—Vamos, quiero mostrarte algo —dijo Lauren, con una sonrisa.
Cerré el casillero dejando todas mis cosas dentro y entrelacé mis dedos junto a los de Lauren.
****
—¿Dónde estamos? —le pregunté a Lauren por décima quinta vez y como las veces anteriores, la pelinegra sacudió la cabeza y rió— Argh, eres una tonta —apreté su mano, aún con nuestros dedos entrelazados—. Que me digas dónde estamos, Lauren...—tironeé su brazo, llamando su atención.
—No lo haré. No lo diré —canturreó Lauren—. Solo tienes que conformarte con saber que te encantará.
—¡Pero llevamos caminando mucho tiempo! Además, estoy muy cansada —me quejé, cual niña de cinco años.
—¿Quieres que te lleve? Súbete a mi espalda —dijo Lauren mirándome y yo asentí.
La pelinegra detuvo su paso, inclinó su cuerpo un poco hacia adelante y yo salté sobre ella. Solté un chillido cuando Lauren se enderezó y mi cuerpo se fue hacia atrás.
—Tranquila nena —dijo Lauren, riendo—, no dejaré que tu lindo culo llegue al suelo.
—Mas te vale —amenacé en su oído en susurros y sentí como se estremeció.
Las grandes manos de Lauren se posaron en mis muslos y yo rodeé su cintura con mis piernas. Hice lo mismo con mis brazos alrededor de su cuello y escondí mi rostro en el cuello de Lauren, inhalando el aroma de su colonia.
Y Lauren retomó el camino.

Same Mistake (Camren)Where stories live. Discover now