Capitulo 45.-

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Lauren's POV.

Aguanté la risa en mi garganta, mientras que Camila me arrojaba cosas, tratando de golpearme con ellas. Su rostro estaba rojo de rabia.
Junto a Normani, decidimos jugarle una broma y al parecer nos habíamos excedido. Pero mierda, tendrían que haber visto la mirada fulminante que mi chica le envió a Stella. Cuando la castaña vio como la morena se sentaba en mi regazo, casi se le abalanzó encima, para tirarla de los pelos. Solo quería saber cuán celosa ella se pondría si me veía con otra chica frente a sus narices y creo que... ella perdería la cordura y su instinto de mujer que defiende lo que es suyo sale a la luz.
—¡Eres una idiota! —rugió Camila, tomando con sus manos el portalápices que descansaba en su escritorio. Me lo lanzó directo al rostro. Lo esquivé, pero algunos lápices cayeron en mi cuerpo —¡Yo no sé qué mierda haces aquí! ¡Quiero que te vayas, imbécil!
—Pero...—la risa salió de mis labios y la reprimí, mordiéndome los labios.
—¿Te estás riendo de mí? —musitó ella, con los dientes apretados. Conteniendo las carcajadas, negué con la cabeza— ¡Claro que te estás riendo de mí! ¡Eres una idiota!
—Oye..., tu actitud no es para tanto —susurré. Me acerqué a ella pero me empujó, tratando de mantener la distancia entre nosotras. Solté una risita—. Realmente creo que estás exagerando las cosas.
—¡¿Estoy exagerando las cosas?! —ella gruñó incrédula— Bueno, discúlpame, novia perfecta—dijo las últimas palabras con sarcasmo—, pero si crees que cuidar lo que es mío es exagerar, bien. Estoy malditamente exagerando todo.
Y ya no pude más. La risa me ganó y rompí en carcajadas. Camila me miró con el ceño fruncido, su pecho subiendo y bajando. Sus manos hechas puños temblaban a ambos lados de su cuerpo. Su rostro rojo aún por la rabia. Mi cuerpo se retorcía de la risa. Ella era tan malditamente adorable y yo una gilipollas que se llevará la paliza de su vida, cuando ella se entere que todo lo que hice fue un puto juego para verla celosa. Pero mierda, lo siento, pero amo mucho más a mi novia cuando se pone en ese plan. Ella es tan caliente y cuando lanza al carajo su semblante de niña bien y lo reemplaza por la oscuridad, se transforma ella y me transformo yo.
—¡Deja ya de reírte de mí! —ella lloriqueó. Golpeó fuertemente el piso de su habitación con el pie, creando un berrinche.
—L-Lo si...lo siento, nena pero tú... —tartamudeé. Inhalé fuertemente, tratando de contener la risa. Cuando ya me había calmado, la miré fijamente a los ojos, pero me arrepentí de haberlo hecho, porque volví a reír, esta vez más fuerte.
—Basta, Lauren... —ella susurró.
Paré de reír en un dos por tres, cuando escuché unos sollozos inundar la habitación. Busqué con la mirada los ojos marrones de Camila. Sus ojos se iban cristalizando de a poco, llenándose de agua. Su labio inferior temblaba y apuesto a que ella estaba contando hasta diez para no soltar el llanto.
Abrí la boca para decirle algo, pero ella se me adelantó.
—¿Por qué te ríes de mí? —preguntó con un hilo de voz. La primera lágrima rodó por su mejilla, seguida de muchas más.
—Nena, no... —acorté la distancia entre nosotras, asustada. Mierda, la he hecho llorar.
—No me toques —ella separó mis manos de su rostro, mientras que su cuerpo sufría leves convulsiones—. Tus manos están sucias, porque tú estabas con ella y... —soltó el llanto y mi corazón se paralizó. Todo había comenzado como un estúpido juego pero ella siempre salía lastimada. Sus ojos tristes me miraban. Su labio inferior volviéndose rojo a medida que lo mordía firmemente con sus dientes.
—Eso no es cierto... —traté de acercarme pero ella retrocedió.
—¡Yo te vi! ¡Tú la tenías sentada en tu regazo, Lauren! ¡No me quieras ver la cara de estúpida, porque mierda, no lo soy! —ella empujó con fuerza mi cuerpo, haciéndome retroceder unos cuantos pasos. Abrí mis ojos sin saber que decir. Camila realmente estaba cambiando lentamente su forma de ser. Antes, nunca me habría hablado así y menos me hubiera empujado— ¡Si tanto te gusta ella, ¿por qué no te largas de aquí?!
—Camz, cálmate...
—¡No me pidas que me calme! —ella gruñó, aun con lágrimas en sus ojos. Comenzó a golpearme en el pecho con sus puños. Con cada golpe, mis ojos se cerraban levemente. Ella debe estar en su periodo. Quiero decir, ninguna mujer pasa de un estado de ánimo al otro tan rápido ¿no?
—¡Todo fue una broma ¿vale?! —la sujeté por los hombros. Ella se detuvo, y me miró de manera incrédula. Tomé eso como una oportunidad para seguir hablado— Solo queríamos hacerte una broma junto a Mani. Quería ver cuán celosa te ponías al verme con una chica, pero yo solo te amo a ti, mi amor —tomé su rostro con ambas manos. Sus ojos se iban llenando de lágrimas nuevamente. Oh, mierda no—. Por favor, no llores —rocé su nariz con la mía. La primera lágrima cayó, y antes de que se perdiera por su mentón la besé. Relamí mis labios, sintiendo como el agua tibia y salada se adentraba en mi boca. Hice exactamente lo mismo con las siguientes lágrimas que rodaban por sus mejillas—. No me gusta que llores. Te ves hermosa cuando lo haces, pero no me gusta saber que yo soy el causante de las lágrimas.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó ella, con voz ronca. El nudo que tenía en su garganta se notaba al hablar.
—Para darte celos —susurré y ella rodó los ojos.
—Eres una estúpida—gruñó.
—Lo sé.
—Una idiota.
—También lo sé.
—Una gilipollas con el cerebro del porte de una nuez.
—Eso ya me lo habían dicho.
—Te detesto —empujó mi cuerpo. Limpió sus lágrimas ya secas y se apartó el cabello del rostro.
—Yo te amo.
Rodeé su pequeña cintura con mis brazos. Sus pequeñas manos apoyándose en mis brazos. Besé su mentón y su mejilla derecha.
—Te detesto de verdad.
—No mientas, Camila Cabello —canturreé, mientras seguía esparciendo besos por todo su rostro—. Es malo mentir  y lo sabes.
—Yo no miento —se defendió—, tú sí.
—Yo no miento cuando te digo que te amo—la miré a los ojos.
Comencé a retroceder mis pasos, hasta que la parte trasera de mis piernas chocaron con su cama. Me senté en el colchón y abrí las piernas para que ella se ubicara justo en el medio. Camila bajó su rostro hasta el mío y me besó lentamente.
Cuando nos separamos, miré con atención su rostro. Sus ojos me miraban serios.
—Regálame una sonrisa —le pedí. Ella negó con la cabeza —. Vamos, Camzi. Quiero verte sonreír.
—No tengo ganas.
—¿Ah, no? —alcé una ceja y ella asintió— Eso ya lo veremos —amenacé con tono juguetón, comenzando a hacer cosquillas en su cintura y estómago.
En solo segundos, mis oídos tuvieron el perfecto privilegio de escuchar la risa de mi novia. Lancé a Camila a la cama, y me senté a horcajadas sobre ella, mientras que su cuerpo se retorcía de la risa bajo mi peso.
—¡Para! ¡Para Lauren, por favor! —chilló ella, entre risas.
—No pienso parar, porque no quisiste regalarme una sonrisa cuando te lo pedí.
—¡No... no... no puedo respirar! —gritó, tratando de tomar mis manos.
Dejé de hacerle cosquillas y el cuerpo de Camila poco a poco se calmó. Su pecho subía y bajaba con rapidez.
Apoyé mis manos a cada lado de su cabeza y bajé mi rostro hasta el suyo, para besar sus labios.
—Quiero que me prometas algo —dijo ella, entre besos.
—Dime —elevé mi mirada, para encontrarme con sus ojos temblando en mi rostro. Su mano acarició mi mejilla y quitó el flequillo de mis ojos.
—Nunca me dejes. Prométeme, que pase lo que pase, estarás conmigo. No importa cuántas veces peleemos, quiero tenerte siempre a mi lado.
Asentí, sin saber que decir.
—Quiero oírlo —susurró ella—. Dime, que nunca te alejarás de mí. Por favor.
—Nunca me alejaré de ti, pequeña —susurré, mirándola a los ojos. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho—. Estaré contigo, siempre. Me convertiré en tu ángel guardián y te cuidaré de todo aquello que quiera hacerte daño —le prometí—. Soy capaz de cualquier cosa si alguien te lastima.
Y dicho esto, junté nuestros labios, para cerrar nuestra promesa.

Same Mistake (Camren)Where stories live. Discover now