Capitulo 47.-

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Camila's POV.

Sin ni siquiera perder un segundo más, giré sobre mis talones y comencé a correr esquivando los cuerpos de las personas que estorbaban mi paso. Algunos gruñían, otros se detenían y espetaban palabrazos, pero no estaba para detenerme y pedir disculpas.
Con la adrenalina corriendo por mi cuerpo, traté de sacar el móvil del bolsillo trasero de mis pantalones cortos. Solté una maldición, cuando el suéter enorme de Lauren me dificultaba la tarea. Giré mi rostro, para ver si Ariana seguía mis pasos. Y efectivamente. A unas cabezas más atrás, podía divisar su  cabello castaño. Cuando giré el rostro nuevamente hacia adelante, solté un pequeño grito al chocar con un par de personas.
—Lo... lo siento —me disculpé y seguí corriendo.
Cuando por fin pude sacar el móvil de la cartera de mi pantalón, le di al marcador rápido y automáticamente la llamada se realizó al teléfono de Lauren. Doblé en una esquina, escondiendo mi cuerpo agitado detrás de una gran carpa color blanco. Mi pecho subía y bajaba y el aire apenas llegaba a mis pulmones.
—Coge el maldito teléfono, Lauren —gruñí, mirando hacia todos lados.
—"Hola, soy Lauren...
—¡Lauren, maldición, Ariana está aquí y...!
—... y si no contesto el teléfono, es porque estoy ocupado o no quiero hacerlo. Si es tan importante lo que tienes que decir, vuelve a llamar más tarde."
Maldije mil  veces en nombre de Lauren. Siempre era lo mismo. Solté el aire de mis pulmones, y asomé la cabeza por la esquina de la gran carpa, buscando a Ariana. Ella estaba a más o menos veinte metros de donde yo me encontraba. Su mirada seria, fría y enfermiza no dejaba escapar ni un lugar, buscándome.
Abracé con fuerza el león de peluche y comencé a caminar, tratando de hacer el menos ruido posible. Los temblores en mi cuerpo producidos por la adrenalina y el miedo del momento movían mi cuerpo y hacían que mis piernas se sintieran débiles con cada paso que daban. Volví a llamar a Lauren, pero esta vez sonaba ocupado.
Decidí rodear la carpa, para salir por el otro extremo. Sé que sería una apuesta la cual posiblemente Grande ganaría, pero debía volver al lugar en el cual Lauren y yo nos encontraríamos. ¿Y sí ella me estaba esperando ahí ya?
Lancé la última mirada hacia atrás. Una sombra se venía asomando por la esquina contraria a la cual me encontraba. Sin pensarlo más, ordené a mis piernas que comenzaran a moverse.
El viento producto de mi cuerpo moviéndose con rapidez hacía que mi cabello cayera sobre mi espalda y se sintiera libre. El león de peluche escondido en mi pecho. Mi corazón bombeaba sangre con rapidez. Mis piernas se sentían cansadas pero no quería detenerme. No podía.
Comencé a trotar con un poco más de lentitud, cuando la gente me rodeó de nuevo. Busqué con la mirada a Lauren, escondiéndome a la vez de Ariana. Ninguno de las dos daba señales de vida.
Me acerqué a una chica de más o menos mi edad.
—Disculpa ¿Puedo hacerte una pregunta?
Ella se giró a verme. Me inspeccionó de arriba abajo con el ceño fruncido al darse cuenta que mi pecho subía y baja de manera desigual.
—Uhm... claro.
—¿Sabes dónde está el estacionamiento? —Sí, lo sé. A la mierda con lo que dijo Lauren. Si ella no volvía a mí, yo tendría que ir a hacia ella y no estaba de ánimos para esperarla.
—Uhm... sí, claro —dijo ella, con una sonrisa—. Tienes que seguir derecho, hasta el final del parque y doblar a la izquierda y luego, seguir derecho  y listo. Llegarás al estacionamiento.
Vaya, eso se escuchaba bastante sencillo.
—Oh, muchas gracias. —sonreí, abrazando una vez más a mi peluche.
Giré sobre mis talones y estaba a punto de comenzar a caminar, cuando una segunda pregunta me picó.
—Oye, disculpa por molestarte pero tú sabes dónde hay una...  —y mi voz perdió el hilo, cuando vi a Ariana frente a mí.
Lancé un grito ahogado, cuando la chica tomó de mi antebrazo con rudeza. La chica que anteriormente me había señalado la dirección del estacionamiento, nos miraba con ojos abiertos, al igual que su grupo de amigos. Ariana sonrió, pasó su brazo por mis hombros y con brusquedad apegó su cuerpo al mío.
—Una palabra sale de esa boquita sexy tuya, y te mato aquí mismo —susurró, de manera que yo solo pudiera oírle. Asentí—. Te estaba buscando, nena —dijo ella, y al parecer los chicos frente a nosotros se relajaron. Ellos pensaban que este maldito pedazo de mierda venía conmigo—. ¿Vamos a seguir recorriendo el parque?
Con ojos cristalinos, la miré hacia arriba. La mano que antes descansaba sobre mis hombros, descendió hasta su bolsillo y luego algo rígido apretó contra mi espalda. Mi cuerpo se estremeció del miedo. Era un arma. Una pistola.
—¿Vamos? —ella susurró, con voz.
Asentí, con miedo a que si hacía algún movimiento en falso, Ariana podía jalar el gatillo contra mi espalda.

***

Lauren's POV.

Llegué con un trote lento hasta el auto que me había prestado mi padre. El viento comenzaba a soplar con fuerza contra mis brazos desnudos. Desactivé la alarma a medida que mi cuerpo acortaba la distancia entre el auto y yo.
Abrí la puerta del acompañante y saqué la chaqueta de Camila. Sonreí, cuando vi caer la pequeña rosa que le había dado esta misma tarde. Esa chica era tan desordenada.
La dejé dentro de la guantera y cerré el auto, activando la alarma nuevamente. Giré sobre mi mismo eje  y comencé a caminar, regresando hasta mi chica.
—¿Lauren? —escuché a mis espaldas. Fruncí el ceño y miré sobre mi hombro.
—¡Martin! —solté un gritito.
—Vaya, hace mucho que no te veía ¿Qué haces aquí? — dimos un corto abrazo.
—Vine a dar una vuelta con Camila. ¿Y tú? ¿Qué haces aquí, hombre?
—Una cita —agitó sus cejas y ambos soltamos una pequeña carcajada.
—Mejor me reservo las preguntas —musité, con una sonrisa de lado—. ¿Has visto a Bruce?
—Hace dos días lo vi —él se encogió de hombros y escondió sus manos dentro de los bolsillos delanteros de sus jeans, dejando los pulgares fuera—. Creo que consiguió nueva novia y lo trae vuelto loco..
—Vaya, eso sí que me gustaría verlo.
Sentí vibrar el móvil en mi bolsillo. Lo iba a coger, pero Martín volvió a hablar, distrayéndome.
—Así que caíste a la cárcel de nuevo —él comentó. Los recuerdos de aquella noche llegaron a mi mente, como si todo hubiera sucedido el día anterior.
—Ni me lo recuerdes. Ese día perdí completamente el control. La maricona de Ariana apareció.
—Mentira... —Martin abrió sus ojos como platos y alargó la última "a" —. Yo no sé de dónde mierda saca los ovarios para aparecer después de todo lo que ha hecho. Es una maldita bastarda. Deberían encerrarla tras las rejas y dejarla que se pudra ahí dentro.
—Estoy completamente de acuerdo contigo —espeté. Aclaré mi garganta, recordando el por qué yo estaba ahí—. Bueno, Marín, tengo que irme. Camila me está esperando ahí dentro y ya sabes. No quiero hacerla esperar.
—Oh, claro, claro —dijo él, canturreando—, ve con tu chica, Romea. Nos vemos pronto.
—Por supuesto que sí, viejo —lo abracé cortamente—. Cuídate.
—Igual tú. Mándale saludos a Cabello de mi parte.
—En tu nombre —agité mi cabeza en forma de saludo y comencé a trotar nuevamente.


*

Llegué al lugar donde le había dicho a Camila que me esperara pero no había rastro de ella. La busqué con la mirada sin tener éxito.
—Camila..., dónde mierda estás —susurré, comenzando a caminar.
Divisé a pequeña distancia un carrito de algodones de azúcar y recordé que mi chica había ido a comprar uno.
—Disculpe —le hablé al hombre, que preparaba las sustancias pegajosas que a mi novia tanto le gustaban— ¿Puedo hacerle una pregunta?
—Claro que sí muchacha ¿Qué necesitas?
—¿Usted ha visto a una chica como de esta estatura —alcé la mano, hasta la mitad de mi pecho, aparentando la estatura de ella— por aquí? Ella traía un suéter largo y llevaba consigo un león de peluche.
El hombre achicó sus ojos, pensando.
—Sí —dijo él— hace un rato vino a comprar un algodón y después se fue.
—¿No la volvió a ver de nuevo? —pregunté con impaciencia, sintiendo como un nudo apretaba mi estomago.
—Sí. Ella salió corriendo en esa dirección—apuntó a sus espaldas con su arrugada mano—. Si hubieras visto su cara, muchacha. Ella lucía realmente asustada. Parecía que hubiera visto un fantasma.
Tragué el nudo que se había formado en mi garganta. Apreté los puños, sintiendo como mis uñas se enterraban en la chaqueta de Camila.
—¿Usted no vio de quién escapaba?
—De una chica como de tu edad—señaló el hombre—. Tenía el cabello castaño con rubio amarrado en una coleta.
Mierda. No me bastaron más descripciones para saber de quién se trataba. Ariana.

Same Mistake (Camren)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu