Capitulo 35.-

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Lauren's POV.

La campana que daba término a la jornada de clases tocó y agradecí al cielo que lo hiciera. Primero, porque hoy era viernes y la noche anterior no había dormido nada, pensando en Camila. Sé que ella no piensa en mí (digo, porque claramente no se le nota), pero no hay un minutos en que su rostro aparezca en mis pensamientos.
El profesor de Español comunicacional estaba dando algunos detalles para la tarea que había dejado para el fin de semana, pero a mí no me importó. Cogí mi único cuaderno y el bolígrafo, el lápiz lo guarde en el bolsillo de mi chaqueta, el cuaderno lo pasé por bajo mi brazo, y comencé a caminar, sintiendo la mirada de mis compañeros de clase aun sentados en sus pupitres a mis espaldas.
El viejo alzó la vista de su libro, y me miró. Frunció el ceño a la vez que acomodaba sus gafas en el puente de su nariz.
—Dónde crees que vas, Jauregui? –—dijo, con voz cansada.
Sin dejar de caminar, le contesté:
—Fuera. Si no ha escuchado, el timbre ya tocó y las clases han acabado.
—Lo sé, pero aún no he terminado mi clase. Así que por favor, regresa a su asiento y espera unos minutos más.
Gruñí en silencio y me detuve justo cuando estaba en la puerta. Quería salir ya. Quería ir a hablar con Camila y este viejo de mierda lo único que estaba haciendo, era atrasar más, quitándome minutos con ella.
—No puedo —espeté.
Tomé la manilla y la giré. La puerta hizo el pequeño clic y se abrió, chirriando.
—La señorita Cabello no irá a ningún lugar, Jauregui —dijo el viejo a mis espaldas. Sentí como mis músculos se iban tensando de a poco. ¿Qué mierda ha dicho?
—¿Qué? —medio giré el rostro y fruncí el ceño. En ningún momento, mis compañeros rompieron el contacto visual con nosotros, no queriendo perderse nada. Imbéciles.
—Lo que has oído, Jauregui. La señorita Cabello esta tarde tiene que quedarse tiempo extra terminando mi trabajo. Si esperas unos momentos, la podrás ver aquí. Le dije que cuando acabaran las clases, viniera hasta aquí.
Me tragué la indignación. Me sentía humillada. Y por supuesto que lo estaba. Hasta los estúpidos maestros se habían dado cuenta que yo andaba como un jodida rastrera a la siga de Camila y ella ni siquiera me tomaba en cuenta.
Ahogué un quejido de pura frustración y asentí. Regresé por donde mismo caminé, antes de sentarme en la otra punta del salón, susurraron:
—Jauregui es una jodida mandoneada. Apuesto a que Camila la cambió por la nueva. Esta idiota es patética.
Y antes de lo que pude darme cuenta, atravesé el salón y lo tomé por la chaqueta.
Charlie Stevenson. Jugador de Hockey y un idiota a tiempo completo. Adicto al sexo y a las rubias con tetas plásticas. Su madre lo abandonó cuando  tenía doce años. De padre alcohólico. Lo sé, tenía mis cartas bajo la manga.
—¿Qué mierda dijiste? —lo zarandeé por su chaqueta del equipo de hockey y lo estampé contra la pared. El chico era mucho más alto que yo, pero no dejaría que eso me intimidara.
—Lo que has escuchado, Jauregui —él rió y golpeé su espalda contra la pared. Mis demás compañeros habían formado un círculo alrededor de nosotros y las chicas cuchicheaban entre ellas, mirándonos también. A lo lejos, podía escuchar los llamados que me hacia el profesor pero no lo escuchaba. No quería escucharlo. Lo único que quería, era romperle la cara a Stevenson, por ser un maldito hocicón—. Camila te anda trayendo de la quijada de arriba abajo, y cuando quiere te toma en cuenta y cuando no, va y se revuelca con Hadid.
—Ella no es así —gruñí, sintiendo mí sangre hervir.
—Claro que sí —él rió—. Oh, mira a quién tenemos aquí... —Charlie miró por sobre mi hombro y sus ojos brillaron—. Hola, Camila.
Fruncí el ceño, y lo miré bien. No caería en su juego. Lo volví a golpear en la pared con más fuerza y él gimió de dolor. Sin pensarlo dos veces y como si mi brazo tuviera vida propia, se levanto en el aire y mi puño cayó en seco sobre su mandíbula.
El alboroto a mí alrededor se desató. Charlie como pudo, elevó su puño, y lo planto contra mi mejilla. Oh, mierda. Siempre metiéndome en problemas por la maldita culpa de Cabello.
Las personas a mi alrededor no dejaban de gritar "pelea, pelea", lo cual me alentaba demasiado. Aproveché esta circunstancia para botar todo el estrés que había estado contrayendo mis músculos por semanas completas, toda la frustración de no tener a Camila a mi lado, se iba yendo de mi cuerpo a medida que mi puño se estampaba en la perfecta piel de Stevenson. Los gritos del maestro se seguían escuchando, pero esta vez un poco más lejano.
Dejé caer el cuerpo de Charlie al suelo y comencé con las patadas. Sentía tanta rabia en ese momento que lo único que podía hacer era golpear a aquel chico que yacía en el piso, escupiendo sangre. Me detuve para coger un poco de aire. Pestañeé largamente y cuando abrí los ojos de nuevo, el rostro de Gigi Hadid estaba en el cuerpo de Charlie. La ira se apoderó de mi cuerpo y comencé a pegarle puntapiés en las costillas.
Mi respiración era agitada y lo único que quería hacer, era matar a aquella chica rubia que me robó a la chica que mas amaba.
Unos delgados brazos rodearon mi cintura. Aparté las manos de un golpe y seguí golpeando a Gigi. Los brazos que anteriormente habían estado en mi torso, se posicionaron en mi hombro y un pequeño cuerpo se lanzó contra mi espalda.
Solté un gruñido de exasperación y de pronto el rostro de Gigi había desaparecido, revelando a un Charlie sangriento a mis pies. Como pude, maniobré el cuerpo que estaba en mi espalda y lancé a la persona contra la pared.
El pequeño cuerpo femenino chocó contra la pared y se deslizó hasta caer fuertemente contra el suelo. Apreté mis puños con fuerza, sintiendo la necesidad de seguir golpeando a alguien, pero cuando una chica, compañera de mi clase se acercó a la chica que yacía en el piso, mi cuerpo se paralizó.
La chica de cabello cobrizo apartó los cabellos castaños de la segunda y su rostro salió a la luz. Era Camila a la chica que yo había lanzado contra la pared. Y al parecer, estaba inconsciente. Mierda, mierda. Mil veces mierda.

Same Mistake (Camren)Where stories live. Discover now