Capitulo 39.-

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Lauren's POV.

Salí de mi habitación, frotándome el rostro con frustración. Había llegado hace más o menos tres horas a casa y aun me sentía una mierda. ¿Eso era normal? Maldición, claro que sí. Después de que había salido de la enfermería (ya que Camila me echó casi a patadas por el culo), me vine directo a casa. Mamá me había visto entrar, pero no estaba de ánimos de hablar con ella. Ni con nadie. Lo único que quería era dormir y cuando despertara al otro día, quería darme cuenta que todo esto había sido una maldita pesadilla. Solo quería que Cabello estuviera de nuevo junto a mí.
Caminé por el pasillo y escuché el timbre de la puerta de entrada sonar. Gruñí en silencio.
—¿Lauren?—habló mamá, desde su habitación. —¿Podrías ir a abrir la puerta, por favor?
—No quiero—alcé la voz, lanzándole una cortante respuesta —. Si quieres ver quien es, pues anda tú.
—¡No seas grosera!—gritó ella, molesta y yo bufé —¡Estoy a punto de tomar una ducha, ve y abre la puerta!
—¡Está bien!—gruñí como una mocosa y bajé las escaleras dando fuertes pisadas.
El timbre volvió a sonar y alboroté mi cabello, tirando de las puntas, mientras gritaba un tosco y cortante "¡Ya voy!".
Abrí la puerta y me encontré a Normani, sosteniendo un cigarrillo entre su dedo índice y corazón. Solté un suspiro. Anteriormente, no quería conversar con nadie, pero al verla aquí, de pie frente a mi puerta, me hizo darme cuenta que lo que necesitaba en esos momentos era una charla entre amigas. Aunque, ella fuera una maldita sabelotodo que se empeñaba en joderme la vida con sus malditos y cursis consejos.
—¿Qué tal? —chocamos los puños. Salí de casa y cerré la puerta tras mi espalda— Aquí huele a depresión—hizo sonidos con su nariz y yo rodé los ojos. Normani siempre sabía cómo mejorar mi ánimo. Un poco, pero se lo agradecía aunque nunca se lo dijera y tampoco lo reconocería en público. Abrí la boca para decir algo, pero ella me interrumpió. Sus ojos negros brillaban con diversión— No, no me digas. Puedo adivinarlo yo.
Rodé los ojos y solté una carcajada. Salí al jardín delantero, y encendí un cigarro. Comencé a fumarlo, sintiendo como la nicotina llenaba mis pulmones.
—¿Camila? —inquirió mi amiga. Asentí, botando el humo por mi boca, creando un anillo que desapareció en el aire —¿Qué sucedió con ella?
—Lo mismo de siempre —me encogí de hombros y seguí fumando—. Hoy me metí en problemas y...
—Maldición —susurró y me miró bien—. Siempre cuando falto a clases, a ti se te ocurre la puta idea de golpear a algún idiota. ¿No puedes esperar  a que yo llegue?
—Cierra la boca, tonta— la empujé por el hombro y ella hizo una mueca dramática.
—Le haré caso, Monsieur—hizo una falsa reverencia y soltó una risita que yo acompañé—. Pero cuéntame, ¿A quién le partiste el hocico?
—A Charlie Stevenson—dije con simpleza. Le di la última calada al cigarro y lo bote para aplastarlo con la punta de mi zapato—. El idiota se pasó de listo y digamos que yo no estaba de humores para cargar con su maldito mal humor.
—¿Qué te hizo?
La relación entre Normani y Charlie Stevenson no era una de las mejores. Charlie había mantenido una relación junto a Jamie, hermana de Normani y después de que el idiota de Stevenson consiguió lo que quería, se largó como la maldita sabandija que es. Y el resto ya se lo imaginan ¿no? Normani y sus amigos le sacó la mierda a Charlie, y Charlie se la sacó a Normani. Y así han estado por todo un año. Cada oportunidad que tiene Normani y sus amigos de partirle la cara al idiota de Charlie, aprovechaba la chance, como si fuera la última cosa en la vida.
—Comenzó a susurrar mierdas. Y todo por culpa del profesor. Dijo que Camila me tenía de la quijada. Este no ha sido mi día y como sabes que tengo un temperamento de los mil demonios —ella rió, y sintió. Yo solo rodé los ojos—, aproveché de descargar toda la mierda con él.
—Bien merecido se lo tenía el muy hijo de puta. Es un bastardo y lo menos que se merece, es caer al hospital con todos sus malditos dientes abajo —murmuró con odio.
—Lo sé—rodé los ojos, recordando el rostro sangriento del chico. Volví a sacar un cigarro, lo encendí y comencé a fumar. Normani copió mi acción.
—¿Y Camila? ¿Qué tiene que ver en todo esto? —Habló Mani, mientras el humo  salía de su boca.
—Lo estaba golpeando y ella se me lanzó sobre la espalda. Yo no sabía que era ella, y... —cogí un poco de aire, sintiendo el sabor amargo mientras recordaba la conversación que había tenido con ella— la lancé contra la pared.
La boca de Normani se abrió con incredulidad. Sus ojos se abrieron como platos, y prometo que su rostro palideció. Dejó caer el cigarrillo al suelo, y cuando este chocó el pavimento de la entrada, reacciono y lo recogió. Inhaló una larga calada y después, me miró bien. Sus ojos estaban a punto de salir de sus corneas, y  me miraban con rareza. Como si me hubiera salido una segunda cabeza. ¿Y a esta idiota, que bicho le picó?
—Tienes que estar de broma, ¿no? —sacudió su cabeza, un poco torpe.
Fruncí el ceño, y negué con la cabeza —No... no estoy de broma.
—¡¿Y cómo mierda se te puede ocurrir eso?! —Chilló, a todo pulmón —Maldición, Lauren ¿Te das cuenta de la mierda que hiciste? ¿Cómo se te ocurre lanzarla contra la puta pared?
Vale. Y a este ¿Qué carajos le pasa? Está bien que sea mi amiga, pero ¿Tan exagerado? No me digas que...
—No la vi ¿vale? Ella se lanzó contra mí, me sacudí y cuando ella ya estaba inconsciente, me di cuenta que era Camila la chica a quien había lanzado contra la pared.
—Maldición —Normani se sobo las sienes y terminó de fumar el resto del cigarro. Lo lanzó contra el suelo y lo pisó. Alzó su oscura mirada y me miró— ¿Te das cuenta que lo que hiciste fue completamente estúpido?
—Mierda, lo sé. ¿Pero por qué reaccionas así? Es como si te...
—Ella no me gusta —me interrumpió y mis músculos que estaban tensos, se relajaron—, así que puedes quedarte tranquila.
—¿Entonces?
—Ay Lauren ¿Eres idiota o te haces? Si la quieres de vuelta a tu lado, en tu vida, esa no es la mejor forma de hacerlo. Mierda, eres tan idiota. Tienes que ganarte su amor nuevamente, pero no... a la idiota de Jauregui—me apuntó con su mano izquierda—, no se le ocurre nada mejor que lanzarla contra la maldita pared.
—Ya basta, Normani —gruñí—. Ya bastante tuve con el puto sermón que me mandó Camila. Necesitaba contarle esto a alguien, y no hagas que me arrepienta. Eres mi amiga y debes estar de mi lado.
—Lo estoy —asintió, convencido—, pero no puedo celebrarte y apoyar estas mierdas, Lauren. Soy tu amiga y quiero lo mejor para ti. A todo esto... ¿Camila te lanzó un sermón?
—Ni me lo recuerdes—rodé los ojos, haciéndome como si no me importara. Pero mierda, me importaba demasiado.
—¿Y qué te dijo? —cuestionó mi amiga, con ansias.
—¿Quieres la historia larga con detalles, o la corta?
—La corta —respondió, mordiendo sus uñas.
—Me mandó a la mierda.
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Tomé una cerveza y junto a Lucy y Alexa, chocamos las botellas, en una especie de brindis.
Con Normani habíamos decidido venir al viejo galpón en el cual antes nos juntábamos con las chicas. Y creo que no había sido una mala idea. Estábamos compartiendo todas juntas, con un par de cerveza en la mano, un cigarrillo en la otra, conversando de miles de cosas. Hacía mucho tiempo que no veía a Alexa y volverla a ver, de cierta manera fue... gratificante. Esa maldita cabeza de zanahoria, prometo que no sé de donde mierda saca tanta cosa para hablar.
La estaba pasando genial. Hasta que Camila aparecía en mis pensamientos. Me detenía un momento para tomar un sorbo de cerveza y Cabello inundaba mis pensamientos en ese mismo segundo. Es como si ella, o lo que sea, estuviera esperando que yo tuviera la mente en blanco, para llegar y atacar con remordimientos.
La imagen de Camila llorando, pasaba frente a mis ojos como malditas diapositivas y Normani más de una vez se dio cuenta. Y lo sé, porque la chica solo hacía una mueca. Sé que ella le tenía bastante estima a Camila, pero mierda, no sé ni siquiera como explicar cómo me siento.
Estaba fumándome un cigarro tranquilo, cuando Normani se me acercó. Alexa había salido a atender una llamada y por consecuencia, el silencio nos había inundado.
—¿Qué pasa, Lolo? —Normani volvió a chocar su botella con la mía y se ubicó justo a mi lado, de pie.
—Nada —me encogí de hombros. Tomé un sorbo de cerveza y le di una calada a mi cigarro. El efecto del alcohol y la nicotina estaba haciendo un efecto rápido en mi sistema. Esta sería la última  cerveza que bebería. Tengo que manejar de vuelta a casa y no estoy interesado en que un maldito policía aparezca y me quiten a mi nena—. Solo estaba pensando.
Miré a mi amiga. Normani se encontraba notablemente nerviosa. Me miró y alcé las cejas, de manera interrogativa. Tal como ella me conocía a mí, yo la conocía a ella. Y sabía a ciencia cierta, que algo la estaba poniendo así, nerviosa.
—¿Qué te pasa? —le pregunté, alzando una ceja.
—¿A mí? —ella se apuntó y yo asentí— N-nada. No me pasa nada.
—Vamos, Normani —rodé los ojos y tomé un sorbo de ese liquido alcohólico—, te conozco perfectamente. Y sé que algo te pasa.
—No es nada importante.
—No sé por qué, pero pienso que me estás escondiendo algo —comenté—, pero si tú no quieres contarme, está bien. Respetaré tu privacidad.
Normani soltó un suspiro. Vaya mierda, se estaba comportando como una verdadera mierda.
—Ariana está aquí.
La cerveza que tenía en mi boca, fue disparada frente a mí, derramándose en el suelo y sobre mis zapatos. Comencé a toser y cuando me calmé un poco, lo miré con el ceño fruncido.
—Tienes que estar de broma —hablé, con la voz ronca.
—Está afuera.
Sin pensarlo dos veces, lancé la botella de cerveza contra el suelo y salí disparado a las afueras del galpón. Hice oídos sordos a todos los llamados que hacía Normani a mis espaldas. Grande estaba aquí, solo a unos metros, y yo no dejaría que se me escapara de nuevo.
Cuando abrí la puerta, el viento me azotó el rostro, nublando mi visión por unos segundos. Sin detenerme, busqué con la mirada a Ariana. Hasta que la encontré.
La muy hija de puta estaba de pie, apoyando su cuerpo en un árbol y conversando con una chica morena. Me fui acercando, y pude ver que la chica era Stella. ¿Qué mierda hacía Stella junto a ese saco de mierda?
Apreté los puños con fuerza. Sentía los orificios de mi nariz abrirse con cada respiración que daba. Mis sienes palpitaban al igual que mi corazón, el cual lo sentía en la garganta. Las manos me comenzaron a tiritar, mientras trataba de contener la ira. Tenía frente a mí a la chica que me causó bastantes dolores en el culo y esta era una excelente oportunidad para hacerla pagar.
Cuando me quedaban más o menos cinco metros para llegar a su lado, Stella fijó su mirada en mí. Sus ojos negros se abrieron al tope, pero decidí ignorarla. Después arreglaría cuentas con ella. Al percatarse del cambio de semblante de su acompañante, Grande siguió el curso de su mirada, hasta que su mirada cafe chocó con la mía.
Una maldita sonrisa enfermiza se dibujo en su rostro. Y no me aguanté más.
Cuando Ariana iba a pronunciar palabra, me lancé contra ella. Su cuerpo cayó al suelo, conmigo sobre ella, sentado a horcajadas. Escuché de lejos el puto chillido que mandó Stella al cielo. Mi puño chocó contra el rostro de Ariana y ella misma trataba de zafarme de su cuerpo o trataba de responderme los golpes.
Todo lo que la maldita imbécil nos había hecho a Camila y a mí, pasaba medio borroso en mi mente. Mis puños dolían, pero no tanto como me dolía el corazón al recordar todo el daño que le había causado esta idiota a mi chica. Esto lo estaba haciendo por ella, y por nadie más.
—¡Lauren, basta! —gritó Normani a mis espaldas. No le hice caso y seguí proporcionándole golpes a Grande.
Las manos de mi  amiga me sujetaron de los hombros, pero con un gruñido fuerte lo esquivé.
—¡Viene la policía, maldición! ¡Déjala! ¡Te llevarán arrestada!
Y eso fue lo último que escuché.
Un par de brazos me tomaron por los hombros y me lanzaron hasta el suelo. Hicieron rodar mi cuerpo en la tierra y aplastaron mi rostro contra la arena. Traté de zafarme, pero el agarre era tal malditamente fuerte que me dejó inmovilizada. Apoyaron una rodilla sobre mi espalda y lanzaron mis brazos hacia atrás, esposándome las muñecas.
—Guarda silencio y tendrás derecho a un abogado en caso de que no cancelen tu fianza, Jauregui. También, tendrás derecho a una sola llamada desde el cuartel policial. Estás arrestada.
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Same Mistake (Camren)Where stories live. Discover now