Epilogo

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Epilogo.
Camila's POV

Los sonidos del electrocardiograma se escuchaban lejanos. Mi cuerpo estaba tendido sobre algo duro. Creo que es un colchón. Traté de abrir los ojos, pero mis párpados estaban pesados. La respiración se me hacía defectuosa al tener un tubo de oxígeno dentro de ella y parecía que tuviera quince kilos sobre el pecho. Mi cerebro funcionaba con lentitud, pero aún así le ordenó a mi cuerpo que emitiera aunque sea un mínimo movimiento. Mi dedo índice y medio se movieron, por un lapso corto de dos segundos.
Esperé a que pasaran unos minutos y me atreví a abrir los ojos, pero los cerré inmediatamente en la cual una potente luz me cegó. Un fuerte dolor comenzó a martillear en mi cabeza.
Solté un pequeño quejido, y los pasos se comenzaron a escuchar en aquella desconocida habitación.
—¿Camila? —la voz de mamá se escuchó lenta y lejana, pero aún así pude reconocer su timbre de voz—¿Estás despierta, cielo? —preguntó. Quise responderle, pero nada salía de mi reseca garganta. Su suave mano iba deslizándose sobre mi rostro— Sé que puedes oírme, amor. Vamos, abre los ojos. Despierta ya... —su voz se quebró en la última oración.
Le hice caso y lentamente comencé a abrir los ojos, sin tomarle importancia a aquel maldito dolor de cabeza.
Cuando mis ojos estuvieron completamente abiertos, me sentí perturbada. Todo se veía borroso. Parpadeé, aclarando la mirada. Mis ojos se movieron a mi lado derecho, donde pude ver el rostro cansado de mi madre. Potentes ojeras adornaban la parte inferior de sus ojos. Su pálido rostro estaba bañado por lágrimas. ¿Qué pasó?
—¿Qué... —traté de hablar aún con el tubo de oxígeno en la boca. Mamá lo sacó cuando se dio cuenta que quería hablar. Rápidamente, ella me tendió un vaso de agua. Lo posó sobre mis labios y sentí como aquel líquido comenzaba a refrescarme la boca. Al momento de tragarlo, mi garganta ardió. Con lentitud, relamí los labios resecos. La mirada de Sinu, en ningún momento se despegó de mí —qué pasó? —logré musitar, sintiendo aún mi garganta arder.
—Tuviste un accidente, mi amor —dijo mamá. Con cuidado, se sentó en la orilla de la cama. Sacó de mi dedo el contador de latidos y tomó mi mano entre las suyas, acariciándolas.
—Puedes... ¿Puedes ayudarme a subir la cama, por favor? —le pedí, débilmente. Ella asintió y lo hizo por mí— Gracias. Ahora, mamá ¿Puedes decirme qué pasó? Solo recuerdo algunas cosas —sacudí la cabeza un poco y gruñí cuando sentí el dolor.
—Por favor, no muevas la cabeza. Sufriste un shock nervioso, es normal que no recuerdes nada —dijo ella—. Has estado inconsciente por cuatro horas.
Mis ojos se abrieron con fuerza.
—¿Cuatro horas? —le dije sin poder creerlo. Ella asintió— Eso tiene que ser imposible. Solo recuerdo estar en el parque junto a Lauren... —y me acordé de él—¿Dónde está Lauren, mamá?
Ella se mordió el interior de la mejilla y miró a nuestras manos. El nerviosismo comenzaba a recorrer mi cuerpo. ¿Qué había sucedido con Lauren que ella no quería decirme?
—Mamá... —insistí.
—Lauren está en el cuartel policial. Desde hace seis horas que está allá.
—Está... ¿Ella está detenido? —fruncí el ceño. Ella negó con la cabeza.
—Está dando declaraciones con respecto a lo que pasó esta noche.
Asentí, soltando un suspiro de alivio. Me quedé en silencio unos momentos, bajo la mirada inquisitiva de mamá. Ella me miraba con pena y sabía que algo me estaba ocultando. Sus ojos no demostraban aquella tristeza común, la cual sufrían las madres cuando sus hijos sufrían un accidente. Sus ojos marrones estaban apagados, pero brillaban con las lágrimas detenidas en ellos. Se notaba nerviosa y el sudor proveniente de sus manos comenzaba a bañar el dorso de la mía.
—¿Qué pasa, mamá? —me atreví a preguntar. Un nudo se formó en el estómago y la sensación de que eso no tendría que haberlo preguntado me inundó— ¿Estás nerviosa por algo?
Ella sacudió la cabeza— N-No... —vociferó, apenas audible— Solo estaba preocupada por ti —acarició mi mejilla—. Llamaré al doctor para que venga a chequearte ¿vale?
—Vale.

****
Mamá y yo nos encontrábamos de nuevo solas en la habitación. El doctor se había ido recién, después de haber chequeado el electrocardiograma y asegurarse de que mi visión no tenía ningún problema. Cuando él estaba dentro de la habitación, sentí como el ambiente se volvía tenso. Mi madre había estado en silencio, mirando desde una esquina como el hombre de unos treinta años me revisaba.
Alcé la mirada. La pequeña aguja de suero en mi brazo me estaba molestando y necesitaba ir al baño.
—¿Mamá? —susurré. Ella alzó la mirada y nuestros ojos se encontraron— ¿Me puedes ayudar? Yo... necesito ir al baño —hice una mueca. Quería orinar y sabía que me costaría más que la mierda ponerme de pie.
El delgado cuerpo de mamá se puso rígido. Sus manos comenzaron a temblar y las escondió entre sus piernas para ocultar el temblor. Fruncí el ceño, cuando no obtuve respuesta.
—Mamá...
—Llamaré a una enfermera para que te ayude —ella se puso de pie y comenzó a caminar hasta la puerta.
—Espera —espeté y ella se detuvo, sin voltearse—. Quiero que tú me ayudes, mamá. Me sentiré incómoda al ver como otra mujer me lleva al baño.
Mamá lanzó un suspiro tembloroso. Con cuidado, se giró a verme. Sus mejillas inundadas de lágrimas y su mentón temblaba.
—Mamá ¿Qué está pasando? —le pregunté con miedo— ¿Por qué no puedes acompañarme al baño, mamá? —volví a insistir. Ella no respondió. Se tapó la boca con su mano y cerró los ojos con fuerza mientras su garganta se encargaba de lanzar pequeños gemidos de dolor.
Traté de sentarme en la camilla, pero en el momento en que traté de mover mi cuerpo, no sentí mis piernas. Posé mis manos sobre los muslos y masajeé el lugar donde estaban mis extremidades inferiores. Nada se sentía.
La desesperación volvió a recorrer mi cuerpo. Formé mis manos en puños y golpeé mis muslos con toda la fuerza que pude reunir. Busqué la mirada de mamá, pero ella aún estaba llorando, ahora con más fuerza. Mi respiración se hizo defectuosa. Las lágrimas se lanzaron de mis ojos a mis mejillas.
—¿Por qué no siento mis piernas, mamá? —lloriqueé, sin dejar de mover mis extremidades. Ella se quedó en silencio— Mamá...
—Camila... —ella se comenzó a acercar. La desesperación pudo con mi cuerpo y me lanzó contra la realidad que en ese momento me estaba consumiendo.
—¡¿Por qué no siento las malditas piernas mamá?! —grité, sin poder aguantar el llanto— Mamá... ¡Responde mamá!
—Cami, por favor —ella llegó a mi lado y trató de detener los golpes de mis manos— debes calmarte, cielo.
—¡No puedes pedirme que me calme, cuando no siento las jodidas piernas mamá! ¡Tú eres kinesióloga, tienes que saber lo que me sucede, maldita sea! —golpeé las piernas nuevamente.
Un bloque de ladrillos cayó sobre mi espalda y mi cuerpo volvió a sentirse pesado. Ya no podía seguir esquivando aquello. Mi mente me gritaba la verdad, pero me rehusaba a creerla, no sin antes escucharla de la boca de mi madre. Alcé la mirada, pidiendo auxilio a la mujer que estaba parada frente a mí, su semblante se veía vulnerable y podía jurar que el mío era igual.
—He... —comencé a decir, cuando me di cuenta que de su boca no saldría nada. Así que, tomé la oportunidad para hablar— ¿He quedado... —cerré los ojos con fuerza y apreté los puños—parapléjica? —lancé de un tiro la palabra.
Mordí el labio inferior con fuerza. Necesitaba alzar la mirada y ver cuál era la reacción de mamá, pero el miedo a que ella asintiera, me destrozaba el alma.
—Por favor —dije, aun con los ojos cerrados—. Por favor, dime que no siento las piernas porque es culpa de la anestesia. Mamá, por favor, dímelo.
Abrí los ojos y cruzamos miradas.
—Lo siento —y bastó solamente eso, para que mi mundo se fuera a la mierda.
Los latidos de mi corazón se detuvieron y sentí como el aire me faltaba. Comencé a tomar bocanadas de aire, sintiéndome de pronto claustrofóbica. Esto no podía ser, esto tenía que ser una jodida broma o solo producto de la anestesia.
Desde ahora en adelante, dependeré de las personas y de una maldita silla de ruedas.
Abracé mi cuerpo, doblando mi torso hacia adelante, lanzando gritos de dolor al aire. Sentí los brazos de mamá rodear mi cuerpo. Pero nada ya se sentía igual.
Ya nada sería igual que antes...


Y llegamos al final... Espero les haya gustado la adaptación de este libro tanto como a mí. De verdad lamento muchísimo muchísimo la tardanza pero espero también que haya valido la pena.
No sé si haré la adaptación del último libro de esta saga porque la chica que escribió la historia original nunca me respondió los mensajes así que esto quedará en el limbo.

Díganme si les interesaría que adaptar otra historia camren o si esto de adaptar cosas a camren ya pasó de moda. Los quiero y gracias por aguantarme tanto tiempo :)

I.

Same Mistake (Camren)Where stories live. Discover now