8.

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Abby ha insistido en que fuera en el coche con su hermano, pero prefiero ir por mi cuenta

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Abby ha insistido en que fuera en el coche con su hermano, pero prefiero ir por mi cuenta. Estoy a punto de coger mi bicicleta cuando un coche me pita. De inmediato sé que se trata de Wade.

—¿Qué haces aquí?

—En el fondo sabes que iba a venir —contesta apoyando el brazo en la ventanilla.

—Tengo que hacer una cosa antes de ir a clase —añado alejándome del coche. No sirve de mucho.

—Te llevo. —No quiero hablarle mal, hoy me he levantado de buen humor, pero es que es demasiado pesado—. Además, he traído café del sitio ese que te gusta.

Al escucharle, me giro de inmediato y me fijo en que tiene un cartón con dos tazas reutilizables.

—¿De Hoosier? —asiente con una sonrisa cómplice—. ¿Con vainilla?

—Y un poco de canela —contesta sabiendo que ya me ha ganado por completo. Soy demasiado débil.

Mete mi bicicleta en el maletero y me siento con la mochila a mis pies. Con cuidado, cojo mi café y doy un largo sorbo. Está en su punto: ni muy frío ni ardiendo.

—¿A dónde tienes que ir? —pregunta cuando vuelve a arrancar el motor.

—A ningún lado —contesto mirando al frente con tranquilidad—. Quería deshacerme de ti.

Escucho cómo se ríe y niego con la cabeza. Seguro que se cree que es una broma. Conduce en silencio, bebiendo de vez en cuando de su café.

—Oye, ¿puedo hacerte una pregunta? —vuelvo a hablar cuando pasamos por la calle principal y veo aquel local de comida rápida.

—Suéltalo.

—¿Qué hacías hablando con Harper el otro día?

No puedo negar que tengo una curiosidad tremenda por saberlo, más que nada por mis propios intereses. Wade me mira varias veces, sorprendido, sin perder de vista la carretera.

—¿Me espías?

—¡No! Nunca haría eso —respondo apresuradamente en un intento de excusarme. Él me mira como si no se creyera lo que le estoy diciendo. Miento fatal—. Bueno, quizá un poco. Fue casualidad. Me pareció raro ver tu coche en la calle.

Me siento fatal en estos momentos, como si me hubiesen pillado cometiendo un delito grave, pero supongo que estoy en mi derecho de preguntar. Si hubiese sido otra persona la que les vio, ahora nuestra falsa relación estaría en duda.

—No tienes remedio —contesta negando con la cabeza.

¿Se ha enfadado?

—Una de las normas es no tener secretos y ya has empezado a tenerlos. Si no quieres tomártelo en serio dilo ahora —añado intentando salvar mi situación.

—No debía ser un secreto —explica con calma—. Te lo iba a contar ayer cuando fui a verte.

—¿A verme? —respondo curiosa y me giro para observarle.

Conquistando al chico de mis sueños © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora