29.

16.4K 1.4K 168
                                    

—¿Te parece muy atrevido? —me pregunta Abby enseñándome una falda tan corta que parece que se ha puesto una cinta del pelo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Te parece muy atrevido? —me pregunta Abby enseñándome una falda tan corta que parece que se ha puesto una cinta del pelo.

—¿Y estos? —contesto mostrándola unos pantalones largos de cuero negro que son una pasada—. Nunca te los he visto puestos.

—Con unas botas militares, me flipa.

Me los quita de las manos y se mete en el baño.

Hoy vamos a salir a un bar que hemos encontrado por internet y las dos estamos bastante nerviosas. Yo me he puesto algo menos atrevida, pero con lo que me siento más cómoda. No soy capaz de llevar esa ropa tan ajustada y corta. Yo soy más de pantalones de tiro alto y camisetas normales y corrientes.

Tarda bastante en estar preparada y, mientras tanto, hablo con mi amigo de internet, que me ha mandado un enlace de un blog de viajes.

—Os habéis puesto muy guapas, ¿no? —habla Jude nada más vernos salir de la habitación de su hermana. Se apoya en el marco de su puerta y noto que me mira más de la cuenta. Abby me ha puesto un poco de purpurina en las mejillas, quizá es por eso.

—Que te den, pelmazo —gruñe Abby, caminando hacia las escaleras.

Voy detrás de ella y, al pasar por él, no puedo evitar fijar la mirada en su cuerpo. Me detengo en seco y me doy cuenta de que es su brazo el que me ha detenido.

—¿Ya no estás con Wade?

Intento localizar mi pulso, pero no lo encuentro. Jude me está tocando, no es una broma. Niego con la cabeza para preguntar. Supongo que él siempre tendrá ese efecto enmudecedor en mí. Aun así, me fuerzo a responderle.

—No —respondo. Él sonríe y me sorprendo a mí misma al no sentir cómo mis piernas se convierten en gelatina. Eso antes me pasaba constantemente, ahora parece que algo ha cambiado—. Somos amigos.

—Entonces quizá tú y yo podamos quedar algún día.

Si ahora mismo tuviese una máquina de esas que controlan el pulso, estaría diciendo que estoy muerta. Sin duda. Trago saliva y sonrío ante su propuesta. Sería un sueño para cualquier chica salir con su amor platónico. Sin embargo...

—Somos medio primos, ¿no? Sería raro.

—Que tu madre salga con mi tío no nos hace primos —recalca y yo me pongo más nerviosa.

—Es un simbolismo.

—Entonces, ¿qué me dices?

Su cara seductora me confunde. Por un momento me imagino con él sentada en una mesa del Hoosier y no me agrada la idea en absoluto. ¿De qué hablaría con él?

—Adiós, Wad... Jude —corrijo en el último momento y su cara se convierte en espanto.

¿En qué narices estoy pensando? Me tapo la boca al instante y salgo corriendo escaleras abajo, avergonzada. Abby me está esperando con las llaves del coche de su madre en la mano. Esta vez sí ha pedido permiso.

Conquistando al chico de mis sueños © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora