40.

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—¡Marnie! ¿Qué tal? —dice devolviéndome la sonrisa

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—¡Marnie! ¿Qué tal? —dice devolviéndome la sonrisa.

No tengo ni idea de cómo empezar esto.

—Bien, ¿y tú? ¿Esperando a alguien?

Sutil. Vale. Ahora tiene que fijarse en mi cinta de lunares. Me toco el pelo disimuladamente, pero no lo mira. Se gira y observa a su alrededor.

—En realidad sí —contesta algo desconcentrado—. He quedado con una amiga.

¡La amiga soy yo, idiota!

Me aclaro la garganta y sigue peinándome las puntas del cabello con los dedos. Parezco idiota.

—Soy yo, Owen.

—¿Tú eres qué? —pregunta con confusión volviéndome a mirar.

¿De verdad no se ha dado cuenta? A lo mejor me está gastando una broma. Skyhitter es muy dado a eso. Sí, puede que sea eso. Me río y él me mira más desconcertado.

—Hola —dice una chica de voz dulce a nuestro lado.

Me mira sonriente y luego se detiene en Owen, quien la abraza nada más verla.

—Nos vemos, Marnie —añade cogiendo a su amiga de la mano. No parece que sean muy amigos. Los dos se despiden de mí con la mano y se marchan.

No entiendo lo que acaba de pasar. Si Owen está con esa chica es que no ha venido a verme, por lo que él no es Skyhitter. Entonces, ¿quién es? Giro sobre mis pies para mirar alrededor. Ya han pasado quince minutos y no hay nadie con camiseta amarilla.

Definitivamente me ha dado plantón.

Camino con desgana hasta la fila de la noria. Tengo que esperar a Abby, así que no me queda otra que intentar disfrutar de la feria. Todavía me quedan algunos tickets para gastar. Observo a la gente, todos van acompañados ya sea de sus familiares, de sus amigos o de su pareja. Veo a Jude a lo lejos. No, no lleva camiseta amarilla. Está hablando con una chica. Imagino que será su próximo ligue. Qué ciega he estado con todo el mundo. ¿Alguna vez dejaré de equivocarme? Supongo que es parte del aprendizaje, pero es una mierda.

—¿Alguien con la señorita? —grita el hombre encargado de la noria avergonzándome aún más de lo que ya estoy.

—No, nadie —le contesto con rapidez para que baje la barra de seguridad de una maldita vez.

—¿Alguien? —vuelve a decir como si no hubiese tenido suficiente.

La gente me mira. Algunos niegan con la cabeza.

Lo entiendo, seré una solterona solitaria para toda la vida, pero que me dejen en paz.

Como nadie sube conmigo, pone la atracción en marcha y poco a poco empiezo a elevarme. Cuando era pequeña, no solía montarme en estas atracciones porque me daban miedo. Temía que se cayeran o que me quedase atrapada, por lo que esta era mi primera vez en una noria.

Conquistando al chico de mis sueños © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora