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La cafetería está estratégicamente dividida en varios grupos

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La cafetería está estratégicamente dividida en varios grupos. Por un lado, están los intelectuales, que disfrutan del ruido mientras hacen los deberes. Luego están los de la música, a los cuales rara vez se les olvida el altavoz. A la derecha los populares con sus problemas superficiales. Y por último el resto de la gente. En ese grupo estoy yo y me siento genial por pertenecer a él, pero al empezar a salir con Wade la cosa ha cambiado.

Él no es el más popular del instituto, pero por alguna extraña razón todo el mundo le adora. ¿Es que acaso ha hecho algo para merecerlo? No, simplemente es gracioso, pero no de esos que tienen gracia de verdad, sino de los que cuenta chistes tan malos que te ríes por no llorar de tristeza.

La zona de los populares, a su vez, está dividida en dos: la de los chicos y la de las chicas. Obviamente, en la segunda está la reina y sus abejas y ni en mis peores pesadillas me sentaría allí. Apuesto mis ahorros, que no son muchos, a que solo hablan de maquillaje y ropa. Sin embargo, los chicos tampoco eran muy distintos. Yo no me puedo considerar la persona más divertida del mundo porque estaría mintiendo, pero es que ellos no tienen un tema de conversación normal. Siempre hablan sobre fiestas y partidos o sobre lo que harán el fin de semana.

Alguna de las veces he intentado sacar un tema como la música o el cine, pero la conversación siempre acaba en lo mismo. A uno de ellos, Cory, también le gustan las películas por lo que muchas veces acabamos hablando los dos solos. Me llama «pequeña Spielberg» porque cuando me emociono demasiado menciono tecnicismos sobre planos. Es el que mejor me cae de todos.

Otros días, paso la hora del almuerzo con Abby porque nunca quiere venir con nosotros, ya que Jude está también ahí y acabarían discutiendo. Suele decir que prefiere estar fuera para despejarse, pero sé que no es así y en cierto modo siento que la estoy abandonando.

—Cuatro días con ella y uno con vosotros —sugiero sacando la libreta, esto hay que dejarlo por escrito.

—Tres con nosotros y dos con ella —contraataca metiendo la llave para arrancar el coche.

—Hmmm, no. Al revés.

—Entonces, ¿cuatro con nosotros y uno con ella?

Ya ha arrancado, así que no puedo ver su cara bien cuando habla, pero sé que está bromeando. Me estoy acostumbrando a sus bromas.

—Está bien, esta es mi última oferta —añado, dispuesta a dar el tema por zanjado—. Tres con ellos y uno de los dos días lo pasas con nosotras.

—Vale, no me parece mal —contesta al cabo de un rato.

Hoy hay mucho tráfico en la carretera.

—¿En serio? —respondo pensando que no aceptaría.

—¿Quieres que diga que no? —Me lanza una mirada rápida—. Puede ser divertido.

No, no va a ser divertido. A Abby y a su humor no le va a hacer ni pizca de gracia que un intruso, como ella lo denomina, se venga con nosotras. En el fondo sé que no le cae bien porque es amigo de su hermano, pero en cuanto se metan un poco con él se harán inseparables.

Conquistando al chico de mis sueños © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora