VII

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--Ah pero vos sos un pelotudo, Gabriel. Cuando pienso que no podes ser más imbécil vas y te superas a vos mismo como si fuera una especie de récord personal. --Fausto exclamó frustrado mientras tiraba de su pelo. Gabriel lo miraba cabizbajo.

No entendía bien si lo que lo tenía de esa manera era el hecho de que un pendejo le hubiera robado más de 3 millones de pesos, o si en realidad estaba tremendamente molesto con él mismo, por haber sido tan débil e ingenuo de confiar en él.

--Aparte, ¿en que cabeza cabe llevar a un pibe, quien sea, al cuarto de hotel donde nos estamos ESCONDIENDO y aparte de todo, decirle dónde carajo está la plata? Sólo vos, chiquilin. --acotó Agustín, quien miraba el cruce de palabras desde la cama del hotel. Gabriel bufó parándose de la silla donde yacía hacía ya algunas horas y camino hacia un gran ventanal que adornaba la habitación.
--El pibe ya me tenía fichado, es obvio que no fue acto de la casualidad que sea justo conmigo con quien quería pasar la noche.. --intentó pensar. --No me hizo ninguna pregunta y en ningún momento actuó raro o como si sospechara algo. Simplemente se acercó y todo pasó muy rápido.... creo.. no sé. --bufó.
--Sos un gil, hermano, ¿no le viste las facciones ni siquiera similares al hijo de puta de Thiago? Es el padre, supongo yo.. ¿no? --preguntó Andrés. Gabriel negó con la cabeza reiteradas veces.
--¡Pero si su primer apellido es Quattordio!Thiago Bedigian no puede ser su padre porque en todo caso se llamaría Renato Bedigian Quattordio.. o... --Fausto rió.
--¿Ya te dije hoy que sos el salame más grande de este mundo, Gabriel? El pendejo te cagó a mentiras, hasta Agustín te puede inventar un apellido en cuestión de segundos y hacer que parezca muy creíble. --Agustín alzó sus cejas ante el despectivo comentario de Fausto, pero enseguida asintió porque era cierto.

Si, era cierto.
Algo de Gabriel había sido totalmente seducido por el encanto de aquel chico. Algo en el movimiento de sus caderas había hecho que su vista se nuble, que sus manos suden; hasta había provocado que el rizado cometa la idiotez de llevarlo al lugar donde supuestamente se escondían por la simple necesidad de sentir su cuerpo de una forma mucho más íntima.

Y la había cagado.

La había cagado hasta el fondo.

Era de noche. Esta sería la última noche que pasarían en ese maravilloso hotel, antes de huir con destino a otra ciudad por un tiempo como hacían cada vez que se metían en algo ilegal o ganaban algo de dinero.
Por supuesto que la parte del dinero había sido suprimida por esta vez.
Gabriel gruñó para si mismo, furioso por todo lo que había perdido en cuestión de nada.

Cuando salió de su trance, se dio cuenta de que quedaba sólo Fausto allí, en otra de las enormes camas que se encontraban en aquella habitación. Miro al techo y seguidamente cerró los ojos por unos segundos.
Se dedicó a imaginar qué pudo haber hecho con esos 3 millones de pesos que el pendejo le robó y, apretando los dientes, pareciera como si lo hubiera llamado con su mente.

Vibró su celular.

Número desconocido.
"Hola, lindo"

"No puedo creer que seas tan hijo de mil puta, y que aparte de todo tengas la cara para mandarme un mensaje"

"Yo que vos lo voy creyendo, lindo, porque soy capaz de hacer muchas cosas.."

dangerWhere stories live. Discover now