XXVIII

503 52 0
                                    

Mes número catorce.

Hoy había llorado de más.

Estos catorce meses habían sido lo más difícil que había tenido que pasar en sus años de vida. Había cumplido veintiocho años, por supuesto, solo. En este lapso de tiempo nadie había concurrido a verlo, nadie se había aparecido exigiendo ver de alguna forma al rizado, quien yacía en esa celda hacía ya más de un año.

Para ser sinceros, a Gabriel esto no le dolía. Luego de la muerte de su padre, había aceptado que lo único que tenía en ese mundo se había ido de allí; se había acostumbrado a la soledad, a desenvolverse solo y no esperar nada de nadie.

Pero la abstinencia de esa piel blanca lo quemaba en lo más profundo de su alma. Le quemaba en su interior, de forma incontrolable y muy intensa; no sabía nada de él. Nunca se había aparecido, nunca había vuelto a sentir su voz ni a ver su delicada cara. No había ido a verlo, siendo claramente inteligente.

Lo mataba no saber qué era de él. No saber si no se aparecía porque lo había olvidado y todo había sido algo pasajero para él; no sabía si, en realidad, no se aparecía con el objetivo de cuidar su propia espalda. No sabía si, en realidad, no aparecía porque directamente ya no estaba en la tierra; no sabía si esa bala había perforado algún órgano o si un lapso de tiempo después algo lo había hecho enloquecer y ahora se encontraba muerto.

Gabriel realmente no sabía nada.

No sabía nada más que extrañaba a Renato con todo su ser; extrañaba la esencia tan característica que lo conformaba. Extrañaba la forma que tenía de mirarlo, siempre entre la picardía propia de un niño y la seducción característica de su personalidad. Recordaba la última mirada que esos ojos cafés le habían regalado, antes de entrar a aquel ring que le cagaría la vida para siempre, hasta el fondo; obligándolo así a vivir en una eterna lucha consigo mismo, en una lucha contra su cerebro para mantener lo poco que conservaba de ese amor tan puro vigente en su cabeza.

Su cerebro definitivamente estaba ganando.

Gabriel ya casi no tenía fuerzas.

dangerМесто, где живут истории. Откройте их для себя