XII

633 45 0
                                    


Su cabeza se encontraba reposada sobre una cama que, claramente, no era la suya.

Una mano delicada pasó suavemente sus dedos entre medio de sus rulos, provocando que Gabriel cierre sus ojos disfrutando de este cálido contacto. Un suspiro se escapó de su boca al sentir esa respiración caliente cerca de su cara, estremeciendo su cuerpo desde su tabique hasta la punta de sus pies.

Los dedos largos, se paseaban por toda la longitud de sus brazos y su torso desnudo; plasmando allí ilegibles formas a modo de caricia.

El perfumador de vainilla que colmaba la blanca e insulsa habitación, había empezado a agobiar a Gabriel.

Esto, sumado al silencio intangible que allí se presentaba, ya era demasiado para un chico que, en realidad, sólo había venido para divertirse un rato, casi que escapando de aquello a lo que llaman realidad.

Decidió que era momento de irse.

Se paró de la cama y buscó su ropa por la enorme habitación, siendo testigo de una intensa mirada que lo seguía; no había dirigido sus ojos hacia allí, pero sabía que su vista estaba clavada en su espalda como una estaca.

--¿Por qué te vas así, Gabi? --preguntó la voz femenina tras él. Gabriel, sin girarse a mirarla, alzó sus hombros. --Parece que, últimamente, a la primera de cambio elegís irte y dejarme sola. --

--Ya estuve muchas horas ahí acostado...-- rió bajito, señalando a la cama destendida a su lado. La chica mordió su labio en señal de... ¿desespero?

--No estuviste acostado sin hacer nada por si no te acordas, Gabi... --la chica había suavizado la voz de una forma drástica en señal de timidez, pero sin embargo una vez Gabriel se volteó, le mantuvo la mirada sin pizca de reparo.

--Obvio que me acuerdo, muñeca. --contestó ya vestido,dirigiéndose hacia la puerta no si antes depositar un largo beso en sus labios.--Nos vemos, Flor.

dangerWhere stories live. Discover now