XXXI

550 57 4
                                    

Mes veinte.

La mano de Gabriel recorría esa espalda desnuda de manera muy calma. Iba desde los hombros hasta donde terminaba su cadera, para volver a subir hacia su nuca dejando un mimo vago allí. Recibía suspiros en respuesta que lo hacían sonreír mínimamente.

Suspiró con fuerza al darse cuenta de que hacía meses la sonrisa no le llegaba a los ojos.

Exactamente veinte meses.

-¿Todo bien, Gabi? -preguntó esa voz femenina, levemente distorsionada por tener la cara enterrada en su cuello, boca abajo. Gabriel asintió levemente, aunque la chica no podía verlo. La sintió incorporarse suavemente sobre su cuerpo, posando la mirada sobre sus ojos, analizando. Gabriel apenas la podía mirar. Ella frunció el ceño y enseguida hizo una mueca de disgusto. -¿Por qué no me dejas quererte? -susurró. Gabriel se tensó.

-¿Qué? -

-Me escuchaste, Gabi... ¿Por qué siento como que todo esto es en vano? ¿Por qué siento que todo lo que 'estamos' construyendo, no es más que una careta de algo que en realidad te pasa a vos? -sentenció sosteniendo la mirada sobre sus ojos, aunque Gabriel había apartado la vista. -Mirame, Gabriel, por Dios -dijo. Sonaba frustrada.

-No sé de qué me hablas, Tati, enserio. Me gusta estar con vos, estamos bien. Lo único que te dije es que no me siento preparado para un compromiso, yo... -

-No estás preparado para un compromiso porque no sentís nada fuerte por mí, Gabi. Te lo veo en los ojos cada vez que me miras, tenés la cabeza en otro lado siempre, como en otra persona... -suspiró. -Y está bien, si nunca te nació contarme por algo será. A mi me gustas, Gabi, mucho. Pero hace ya dos meses estamos en banda y la verdad es que ya estoy grande como para estar con alguien a medias -concluyó. Gabriel asintió despacio, y frunció levemente sus cejas haciendo reír a la chica, quien posó un pequeño beso en su mejilla. -Veo que no entendiste -siguió. -Te estoy dejando, Gabi. Estoy dejando... lo que sea que sea esto raro que tenemos -dijo, saliendo de encima de él.

Y, sorprendentemente, los dos rieron.

-

Unas horas más tarde a esa escena de parte de su, ahora ex, garche fijo; Gabriel estaba sentado mirando la televisión. Nada le divertía.

Nunca le había divertido la televisión, en realidad. Los únicos momentos en los que el rizado se había permitido disfrutar de los programas berretas que pasaban por los canales de aire, o de las películas mal actuadas que trasmitían después de la 1am, había sido en compañía de Renato.

Le gustaba fingir que prestaba atención a la pantalla cuando lo único que hacía era observar con cierta gracia la manera en la que el castaño criticaba todo. Criticaba los diálogos, el contexto, la escenografía; llegaba a criticar hasta la luz, aunque no sabía nada de iluminación y mucho menos de cine.

Gabriel sabía mucho de cine - pero en vez de darle clases, le gustaba escuchar su tono burlón al imitar los diálogos de los rodajes; le gustaba cómo fruncía la nariz cuando las escenas de sexo se veían muy forzadas entre los actores, o la manera que tenía de disimular la sonrisa cuando lo atrapaba mirándolo. Le gustaba los besos cortos que le dejaba mientras observaba la película, le gustaba su risa y la manera en la que decidía que se había aburrido de mirar y procedía a llenar de besos el cuello de su acompañante.

El timbre lo sacó de sus pensamientos. Algo le dijo que era Tati otra vez; que había vuelto en busca de sexo como había hecho tantas veces desde que habían empezado a salir. Se dirigió a paso lento hacia la puerta, sin molestarse en ponerse una remera ni en peinar medianamente sus rulos.

Le dio dos vueltas a la llave, y se llevó la más inesperadas de las sorpresas.

-Hola, Gabriel -le dijo.

dangerजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें