XI

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--¿Qué vas a hacer, bonito? --preguntó acercándose al arma que lo apuntaba de manera amenazante. --¿Me vas a matar? ¿O querés que me de miedo? --cada vez estaba más cerca. Gabriel estaba perplejo.

Cuando la cercanía entre el cuerpo de Renato y el arma ya no podía reducirse más, el chico abrió su boca sacando su lengua de manera obscena y empezó a chupar el arma con total descaro.

Gabriel estaba atónito mirando la escena. Estaba enojado, triste, lleno de bronca y en ese mismísimo instante, excitado.
Se odiaba por eso, pero no podía ser de otra manera. Renato chupaba la punta del arma de la misma manera en la que se la había chupado a él el día anterior.

Gabriel apretó la mandíbula.
No podía ser.
Cargó el arma mientras Renato seguía chupando, pero ante esta acción, paró.
Se detuvo en seco, y su mirada cambió totalmente.
Gabriel respiró pesado, la tensión del ambiente era increíblemente grande y ya no lo podía soportar más.
Cerró sus ojos con fuerza, ya sin saber si estaba decidido o no. No entendía que pasaba por su cabeza, no entendía cómo había llegado hasta ahí. No sabía quién era Renato; no entendía por qué la vida lo había tratado así de mal.

El ruido de un disparo sonó por todo el lugar.

Pero sus manos no se movieron.

Abrió los ojos y el cuerpo del castaño yacía sobre sus pies, pero las balas seguían dentro de su arma.

Miró a Fausto quien observaba la escena desde la puerta, sin una pizca de emoción en el rostro dejando lentamente de apuntar al cuerpo inerte.

Gabriel tragó. Estaba mareado.

Estaba, ¿muerto?

Si. Estaba muerto.

--Al final Renato no era pariente de Thomas. --soltó. Gabriel lo miró, mientras Fausto asentía. --Renato formaba parte de otro bando que no era ni el nuestro ni el de ellos. No sé cómo, pero tenían toda la información... sabían todo. Y nos había robado la guita, así que se lo merece por hijo de puta. --

Gabriel parpadeó.
Sintió ganas de llorar.

Después ya no sintió más nada.

Fin
(o no)

dangerWhere stories live. Discover now