XXXVIII

575 53 1
                                    

Le extendió un café batido a Gabriel, y él tenía en sus manos un capuchino. El chico le sonrió en respuesta y se dejaron caer al sillón que tan bien conocían, el cual seguía intacto aún pasados tantos años. Gabriel no le sacaba la mirada de arriba y el castaño, no sabía por qué razón no era capaz de mirarlo a la cara.

O capaz que sí sabía.

Capaz sentía vergüenza porque mientras Gabriel había pasado más de un año en la cárcel, él había estado escondiéndose como un cagón. Capaz, sentía vergüenza porque aún pasado todo lo que pasó, Gabriel estaba ahí, en su casa, rogando con la mirada por explicaciones que Tato no sabía si sería capaz de darle. Tragó saliva cuando lo escuchó hablar.

-¿Dónde estuviste? -preguntó. Pudo sentir dolor en su voz. Renato suspiró, esperando unos segundos largos, buscando las palabras.

-En Brasil -contestó. Gabriel asintió.

-Si, ya sé eso Tato -comentó. Renato, ahora mirándolo intrigado, frunció su ceño. -Estuvo tu viejo en mi casa hace un rato... en parte, por esto estoy acá. Por eso sé que estas acá, en tu casa... -continuó, y Renato tenía la cabeza cada vez más gacha -y sé que estuviste acá por meses, sé que te fuiste y volviste de nuevo -culminó. Sus manos pasaban frenéticamente por la taza caliente, buscando una mínima distracción.

-Si, yo... estaba en Brasil, me fui a Brasil -repitió, para después aclarar su garganta.

-No me refiero a eso, Renato -dijo, ahora con la voz más firme. -Me refiero a por qué no estuviste conmigo, por qué no me escribiste... por qué me vengo a enterar de que estás en Argentina por tu padre, por qué... -su voz se quebró. Renato frunció el ceño.

-¿Cómo que no te escribí, Gabriel? -dijo, recibiendo la mirada confundida de Gabriel. -¿Es joda? ¿De verdad me decís?

Flashback

"Si papá, estoy bien" dijo Renato desde el teléfono.

"Hijo, hace meses no sabía absolutamente nada de vos, pero nada" dijo. "¿Dónde carajo te metiste, Renato? ¿Cómo te vas a escapar del hospital cuando recién te despertas de estar en coma por varios días?" Renato bufó.

"Estoy bien, papá, estoy en Brasil" confesó, sintiendo un sonido extraño del otro lado del teléfono. "Si me fui, fue porque si algún doctor me veía despierto, iba a llamar a la yuta y me iban a meter para adentro, vos lo sabes" siguió. "Y no vi a Gabriel al lado mío y claramente supuse lo peor..."

"Si, Gabriel está preso" Renato tuvo que tragarse el nudo en su garganta, aunque obviamente ya lo sabía. "Lo metieron a las horas de que los ingresaron al hospital, porque Thomas rastreó tu teléfono porque dejaste la ubicación prendida y supo enseguida en qué hospital estaban, y viste como es... los delató, y los fueron a buscar. El muy careta..."

Renato ya no escuchaba más nada, que Gabriel esté preso era culpa de él y de su celular. Sin dudas los habrían encontrado de todas formas, pero el hecho de que su teléfono fuera fácilmente rastreable simplificó las cosas. Sentía que no estaba respirando bien.

"Mañana vuelvo a Argentina. Necesito ver a Gabriel" murmuró.

"No, Renato, ¿estás loco vos?" su voz sonaba indignada. "Si venís acá y caes a la comisaría, puesto que te están buscando como locos hace meses, ¿qué pensas que va a pasar? No pasarían ni dos minutos que ya estarías encerrado, pendejo" tenía razón.

"Bueno, pero papá, mi novio está encerrado por mi culpa y yo estoy acá, del otro lado de todo, mientras él sufre ahí adentro. Tengo que hacer algo, loco, ya pasó mucho tiempo..." su padre suspiró del otro lado del teléfono, posiblemente analizando sus posibilidades.

"¿Qué puedo hacer por vos, hijo?" le preguntó.

"Necesito que consigas guita de algún lado como para comprar a algún milico para que te pase información de Gabriel, no sé, si está bien, si está cuidado..." decía, pensando de manera frenética; casi desesperado. "Sé que no nos da la guita para sacarlo, papá, pero al menos eso, necesito saber si está bien" pidió, cansado.

"¿Y por qué no voy a visitarlo de vez en cuando, mejor?" Renato negó, aunque no podía verlo.

"No, papá. Que vos vayas a verlo implicaría que te pregunte por mí, dónde estoy, por qué me fui... y no creo estar preparado para afrontar eso, papá, más a la distancia" confesó. "Prefiero pasar por forro que le chupó un huevo todo, y que él no se haga preguntas que creo que ni yo sé responder" concluyó.

Gabriel lo miraba perplejo.

-¿Entonces todo este tiempo vos supiste de mí? -preguntó.

-Sí, algo así. Mi viejo iba una vez cada una semana o dos, y el policía le contaba más o menos en qué andabas... siempre era muy esporádica la información, no sé, como monótona. Me hacía ruido, pero con saber que estabas bien me conformaba -confesó.

-Si, no sé. A mi nunca nadie vino a preguntarme 'Gabi, ¿cómo estás?', ni nada por el estilo... -murmuró. Renato frunció un poco la expresión. -Es más, creo que nunca mantuve charla con ningún policía de ahí adentro... -dijo. -Es más, cuando cumplí 28, ¿viste?, unos milicos me agarraron y me cagaron a piñas 'de regalo de cumple' -rió amargamente, y Renato sintió que se moría; pero enseguida recordó algo y habló.

-¿No te dieron mi carta? -dijo, confuso. Gabriel alzó las cejas.

-¿Carta? -negó. -Lo único que me dieron fueron patadas, Tatito -admitió.

dangerWhere stories live. Discover now