XIII

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El aire fresco de esa mañana veraniega, pegaba en su cuerpo causándole una satisfacción inexplicable. La noche anterior había salido de joda y había pasado toda la noche con esta chica, Flor, la cual siempre había sido su buena amiga y su compañera para el sexo sin compromiso.

Pese a esto, Flor estaba rara.

Le vivía haciendo comentarios de la índole amorosa de una forma indirecta, cada vez que terminaban de tener sexo o estaban a punto. Acariciaba su cara de una manera distinta a como lo hacía antes; el toque de sus dedos entre sus rulos despeinados ya no se sentía tan carnal como antes.

Sin embargo, esto nunca le había movido un pelo al rizado.

El hecho de que las chicas o chicos quisieran algo con él no le resultaba raro ni era nada nuevo.

Pero, en esos últimos meses, algo raro se removía en su interior cuando nombraban los temas relacionados a querer a alguien, sentirse completo, añorar...

Le pasaba algo con esto último en especial; añorar.

La añoranza que sentía en su cuerpo le había resultado especialmente difícil de aceptar.

Con el correr de los días, las semanas y hasta los meses, le había dado infinitas vueltas al tema; se había cuestionado incansablemente por qué le pasaba lo que le pasaba.

Por qué le pasaba lo que le pasaba con un chico que sólo había visto dos veces en su vida.

Literalmente, dos veces. Y las dos habían sido caóticas y para nada entrañables; todo lo contrario. Sus dos encuentros habían estado cargados de traición, morbo, nerviosismo, cosa rara... pero, sin embargo, no podía negar que ese chico había removido algo en su interior.

Lo supo, primeramente, cuando quedó congelado en su sitio al escuchar el ruido del arma disparándose en su dirección exactamente tres meses atrás; cuando pensó que Fausto realmente había matado al chico, y se había paralizado.

dangerHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin