XXI

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Había pasado ya un mes desde ese encuentro entre ambos chicos. Un mes desde que todo conflicto había terminado; o desde que todo había comenzado a surgir entre ellos.

Luego de hablar acerca de todo; de por qué Renato había mentido con ser el hijo de Bedigian, de por qué le había robado la plata sin aparente intención de devolverla, y por qué se comportaba de la manera en la que lo hacía, ambos habían descubierto muchas cosas del otro...

Gabriel, luego de una larga charla con el castaño, había descubierto que el mayor de los Quattordio había sido un muy buen amigo de su padre mientras estaba vivo. Si bien nunca se habían involucrado a nivel negocios y por eso Gabriel no sabía de la existencia de Renato y viceversa; habían tenido una relación muy sólida y firme, la cual se había desmoronado tras el asesinato en manos de Thomas Bedigian. Renato, dado esto, había prometido con su dolido padre que harían hasta lo imposible para arruinar a la familia Bedigian; todo aquello que estuviera a su alcance, lo harían.

Un ejemplo de "todo aquello", podría ser sabotear alguna pelea donde ambos grupos se enfrentaban, o causar un accidente totalmente planeado a alguien de su familia. O, lo que había pasado justamente, con el grupo de Gabriel. Seducir a un miembro de uno de los grupos rivales, para así robar el dinero que ellos sabían que Bedigian intentaría recuperar; fue el plan que desencadenó toda esta serie de acontecimientos donde el grupo de Gabriel estaba involucrado. Frustrar los planes de esta familia, se había convertido casi en la profesión de Renato, su padre y sus compañeros.

Y, por desgracia (o quizá, por fortuna), justamente Gabriel habría sido intermediario de una de estas venganzas.

Renato se dirigió hacia la puerta de su apartamento mientras sentía una mano firme en su cadera, y unos besos mojados en su cuello. Volvían a su casa luego de agregar otra pelea ganada a su lista; luego de lo sucedido un mes atrás, Renato y su padre habían decidido que unir fuerzas con el grupo de Gabriel en contra los Bedigian, sería una estrategia exitosa para finalmente terminar con el poder que tenían sobre toda la red de boxeo de la cual eran partícipes.

La pelea que habían tenido hoy había estado en manos de Fausto, quien se tuvo que enfrentar ante el menor de los Bedigian en otra de las peleas clandestinas que organizaban en un estacionamiento baldío en la ciudad de Buenos Aires. Este chico no había sido problema para Fausto; si bien recibió unos golpes en su estómago, había dominado al chico con facilidad, logrando que el contrario golpeara el piso tres veces en señal de abandono.

Renato suspiró bajito mientras colocaba erráticamente la llave en la cerradura, perdido en el contacto de los dedos fríos contra su piel caliente. Sintió a Gabriel reír contra su cuello.

-¿Qué pasa, chiquito? ¿Sos tan débil a mis besos que no podes ni abrir una puerta? -se burló, en un susurro. Renato gruñó.

-Cerra el orto, Gabriel. -musitó.

Finalmente abrió la puerta y se adentraron en el apartamento, arrastrando sus pies.

dangerWhere stories live. Discover now