Capítulo 2

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Desperté con una pesadez enorme, me sentía  cansada y además, algo confundida

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Desperté con una pesadez enorme, me sentía  cansada y además, algo confundida. Parecía que estaba perdida en mis recuerdos, simplemente era algo difícil de explicar. Sin embargo, eso me detiene porque alguien más está a mi lado.

Mis ojos le miran con asombro, mis manos empiezan a temblar y las ganas de llorar no faltan. Estoy con alguien que no conozco y que sospecho que me hará daño como los demás. Pero a pesar del miedo que me provoca y de que me quiero defender ahora ya que es un hombre, él solamente se sienta en la cama para observarme y decirme la verdad.

—soy Arael, lo siento por traerte aquí sin ningún aviso. Yo soy la persona que te adopté. —susurró, sus ojos grises casi transparentes me veían con una ternura que me daba asco.

¿Quién diablos es este tipo?

Me quedé en mi sitio, buscando algo con qué defenderme porque aún no entendía nada. Muchas personas habían estado en el orfanato en busca de alguna niña educada, linda y sobre todo, que fuese valiente. Yo era todo lo contrario a eso, nadie me quería pero sin embargo, ahí estaba sentada en un lugar en el cual no sabía nada y menos del tipo que me seguía observando.

—lo siento, sé que debes tener muchas preguntas pero solo quiero ayudarte en lo mejor que pueda. —exclamó, mostrando ahora una sonrisa apenada pero sincera.

Había dejado de creer en cualquier persona que se me acercara y más de esa manera. No podía dejar de pensar que simplemente me quería para venderme o para algo peor.

—no te preocupes, jamás te haría daño. Ahora bien, alguien más vendrá para que pueda ayudarte a vestirte. —mencionó, se levantó de su asiento con cuidado y esperó a que alguien llegara.

Mis nervios estaban a flote, mi corazón latía con fuerza. No quería ver a alguien más, no quería saber de nadie que quisiera hacerme daño. Sin embargo, yo era tonta, ilusa y débil como para saber o hacer algo al respecto. Él estaba ahí, mostrando aires de amabilidad y de comprensión hacia mí mientras que yo simplemente quería correr de ahí.

Unos toques en la puerta me alertaron mucho que quise correr y esconderme pero fue inevitable pues Arael invitó a esa persona misteriosa. No podría hacer más. Sin esperarlo, entró una chica demasiado bella para mis ojos, sus caminados, su sonrisa que resplandecía; todo de ella gritaba lujo y hermosura. Sus ojos lapislázuli brillaban al ver al chico que estaba enfrente de ella. Era tonta pero podía disntguir muy bien ese sentimiento de cercanía, ea unión que había en ellos. Sabía que detrás de esa cara bonita había historia y no parecía ser buena; los dos parecían ser muy maduros para la edad que aparentaban, sin embargo, eso no me importó.

—hola, Arael. Te agradezco que me llamaras para que viniera con ella. —habló, sin duda alguna su voz aguda y llena de carisma fingida me hizo ver que no le apetecía estar conmigo.

El tal Arael asintió y simplemente se giró hacia mí mostrando un tatuaje que no pude evitar observar. Estaba en su cuello, parecía como si lo hubiesen marcado pues era extraña y confusa. No quise preguntar acerca de ello y solamente esperé a que hablara, jugaba con mis manos intentando quitar la tensión pues nadie hablaba. La mujer de cabellos rubios me miraba detenidamente, de arriba a abajo sin importarle que yo lo notara. Seguramente me barría con la mirada al saber que alguien más había llegado a ocupar su lugar. Eso era lo que creía, quizás por eso estaba molesta.

Alas sombríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora