Capítulo 16

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Observé a mi alrededor, las lágrimas aún salían sin ningún motivo

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Observé a mi alrededor, las lágrimas aún salían sin ningún motivo. Todo me parecía diferente, lo único que podía recordar era que yo había estado en un orfanato pero ahora estaba ahí, en un bosque a plena noche y sin nadie. Caminé en línea recta en busca de algo, en busca de alguien. No sabía qué era lo que quería encontrar pero algo me decía que debía seguir caminando, que no me detuviera. Muchos sonidos de insectos se escuchaban, siempre les había tenido miedo, pero ese no era el momento para salir con mis tragedias. Caminé tanto que me dolían demasiado las piernas, sudaba demasiado y jadeaba a cada instante. Quedaba claro que nunca fui buena para los deportes, para hacer ejercicio. Me detuve a descansar en un árbol cercano a la luz de la luna, aún no podía ver casi nada pero creí que estaba cerca de llegar a algo importante, algo que jamás había visto.

De repente, crujidos de ramas se escucharon, me asusté tanto que mis piernas no reaccionaban, mis manos temblaban y tenía demasiado miedo. Con facilidad alguien me tomó del hombro y me giró. Ahí fue cuando vi a la persona causante de ese sonido, o eso creí. Tenía una túnica negra, no podía ver nada de aquella persona y eso me estaba desesperando.

Lo más extraño fue que no grité, no hablé. Solo me quedé observando al extraño como si ya lo conociera, como si ya supiera quién era. En ese instante, la persona se quitó la capucha y pude ver un poco de su rostro. La luna iluminaba la mitad de su cara pero el resto se me hacía muy diferente.

Era una chica.

Los nervios se fueron de mí al ver una pequeña sonrisa en su rostro, era amable, dulce y tierna. La chica bien podría haberme matado ahí mismo pero no lo hizo.

—nos vamos a Himlen. —la voz de la chica era magnífica, su voz angelical y suave.

Me quedé un momento perdida, ¿qué era Himlen? ¿Quién es ella?

La chica pareció notar mi reacción, habló rápido y desesperada.

—tenemos que irnos, te tengo que cuidar desde este momento y aquí es muy peligroso para estar. Soy Corinne —. Apretó los labios.

No entendía nada, no lograba comprender lo que me quería decir. Yo solo asentí dudosa y sabía muy bien que hablar con extraños o estar con un desconocido en un bosque y en la noche era obviamente peligroso. Pero la verdad no sentí nada al verla, no tuve miedo de estar con alguien que no conocía y presentía que ella decía la verdad.

—¿ya nos podemos ir? —habló de nuevo Corinne.

Me limité a asentir.

—¿Cómo nos vamos a ir? —hablé de repente, ya que quería saber los detalles.

Estar alrededor de un bosque en penumbra de sentía raro y más con una desconocida. Quizás ya me debería haber acostumbrado a la llegada de personas con túnica negra y misteriosas.

—nos vamos a teletransportar. —se encogió de hombros.

¡¿Que qué?!

¿A caso era posible?

Tenía en cuenta que la mayoría ahí eran sobrenaturales, tenían poderes incluyéndome a mí. Pero no sabía que podían hacer eso.

—pero... —hablé horrorizada.

—luego te explico, vamos.

La chica tomó mi mano y sentí una pequeña vibra, no sabía cómo explicarlo pero era extraño. Una sensación que jamás había sentido.

Corinne caminó hasta llegar a un punto claro, la luna iluminaba de lleno y ahora sí podía ver con claridad a la chica. En el lado izquierdo de su rostro había una gran quemadura, demasiado grande. Las manos de la mujer temblaban y podía ver que también tenía quemaduras en las manos. No quise incomodar o preguntar sobre ello, no quería hacer sentir mal a la chica.

—sé que te estás preguntando por mis quemaduras. No es de tu incumbencia. —habló cortante y se detuvo.

Quise hablar y explicarle que no quería saber nada, no quería hacerla sentir mal. Pero... jamás pensé que lo fuera a tomar demasiado mal. Corinne se giró para verme, me miró de pies a cabeza y después se detuvo en mis ojos. Los de ella eran grandes, intensos, de un color demasiado oscuro. Tragué saliva incómoda, esto no estaba bien.

—quiero que de una vez prestes atención. Al lugar a donde vamos no es un 'cuento de hadas', no es un lugar en donde vas a gritar de felicidad porque ya estás a salvo. Es todo lo contrario, debes aprender a defenderte, a usar armas y a controlar tus poderes. Si no eres capaz de hacer eso, tenlo por seguro que te dejaré aquí mismo, sola y sin nadie. —la chica realizó una mueca y me tomó por ambos hombros.

—adiós. —sonrió malévola y yo fruncí el ceño.

¿Adiós?

Claro estaba que tenía un mal presentimiento pero esa vez no vi venir el momento en que ella hizo lo suyo. No sabía cómo llamarlo o cómo describirlo pero fue demasiado confuso. Solo empecé a ver negro, un mareo intenso llegó y muchas ganas de vomitar. Después... ya no vi absolutamente nada.










Alas sombríasWhere stories live. Discover now