Capítulo 20

925 92 2
                                    

Quise ayudar a mi hermano a levantarse pero este de un salto se alejó de mí y me retó con la mirada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Quise ayudar a mi hermano a levantarse pero este de un salto se alejó de mí y me retó con la mirada. Lágrimas de dolor y sufrimiento mojaron sus mejillas.

—casi pude haber muerto y tú no fuiste capaz de hacer algo al respecto. Creo que has cambiado, Aspen —realizó una mueca y tragó saliva fuertemente —. creo que es mejor que ya no te considere como mi hermano...

Las palabras de Alec llegaron a mi como una apuñalada al corazón. Me empecé a sentir culpable por todo lo que él estaba sufriendo. Pero aún así no permití que mi hermano me viera llorar.

—tú tienes la culpa de todo esto ¿que no lo ves? Te uniste a mi padre solo porque quieres tener la corona y ¿Qué recibiste?—apreté los labios fuertemente, no quería decirlo —. no recibiste nada y solo por tu egoísmo.

Mi hermano expresó una mirada de total enojo, ofendido por mis palabras se acercó a mí a grandes zancadas.

—tú ni siquiera hables, nos mentiste a todos. Siempre fuiste mejor que yo y eso siempre lo supo mi padre. Él te quería tanto y aún lo sigue haciendo. Yo soy tu sombra, soy alguien que en este mundo no sirve para nada y cuando tú te fuiste dejaste un vacío en todos nosotros. ¿Qué no te das cuenta? —gritó gutural.

Mi cara debía expresar total asombro, esto era totalmente falso. Pero dejé que continuara diciendo más mentiras.

—claro que me doy cuenta. Pero yo no quería vivir así, de esta manera. No quiero que la gente sufra por nuestra culpa y sé que robar las almas de ellas es nuestra naturaleza... pero yo no quiero llegar a eso, no más. —retrocedí dos pasos lejos de mi hermano.

Las lágrimas ya empezaban a salir pero aún quería aguantar lo poco de paciencia que me quedaba, porque sino, iba a estallar.

—está bien, haz lo que quieras. Total, tú nunca fuiste mi hermano y jamás lo serás. Nunca comprenderás el dolor que sentí cuando nos traicionaste. —se secó las lágrimas con enojo y se dio la vuelta.

Quise correr y explicarle con detalle que yo no quería vivir de esa manera, yo necesitaba un respiro de todos los problemas que teníamos alrededor, pero la furia llegó a mí por arte de magia.

—deperdido yo no fui capaz de matarte. Lo quise hacer en su momento y quitar ese peso de encima que me estabas ocasionando... pero de nada servía ya que el sufrimiento me lo iba a ocasionar yo mismo. Quiero que te quede algo bien en claro, Alec. —me acerqué a él con paso lento y con una determinación amenazante.

Alec me miraba con la mandíbula apretada, él también quería desahogarse pero se estaba conteniendo para no explotar.

—yo daría la vida por ti si quisiera, cambiaría el mundo solo por ti y alejaría todas las cosas malas que sufrimos juntos. Pero lo he intentado varias veces y no he podido... nuestro padre es más poderoso de lo que pensé, pero si luchamos juntos podremos terminar con su reinado y liberar al mundo de su poder. —toqué su hombro, anhelando que él pudiera comprender.

Pero lo que sucedió a continuación rompió mi corazón más de lo que esperaba. Creía que mi hermano siempre estaría conmigo, que él sería todo para mí y que juntos podríamos liberarnos de las garras de nuestro padre. Pero era tanto el poder que tenía sobre Alec que fue imposible hacerlo y más porque él mismo demostró la seguridad en su rostro.

—¡No! —de un manotazo alejó mi mano de su hombro y se dio la media vuelta —recuerda que eres y serás mi enemigo por toda la eternidad, Aspen. Te quitaré lo más preciado que tienes y te veré suplicar de rodillas que le salve la vida a Adeline. Pero eso no va a suceder porque tú mismo sabes que sería capaz de hacer eso y más. Recuerda eso, Aspen. Disfruta todo esto mientras dure—. señaló a nuestro alrededor. —porque muy pronto este lugar se caerá en pedazos y tú te irás en él.

Sin decir nada más se retiró del comedor dejándome a mí con un odio creciente. Un temor me invadió al momento en que una imagen vino a mi cabeza.

Alec sostenía con fuerza el cuello de Adeline, ella lloraba y suplicaba que no le hiciera nada. Yo solo estaba como espectador y no podía moverme para detener lo que estaba apunto de ocurrir. A una velocidad sorprendente, mi hermano mordió el cuello de Adeline absorbiendo su sangre y quitándole la vida poco a poco. Sus ojos estaban completamente rojos indicando que estaba sediento, Alec siempre había sido un sádico y esa no fue la excepción. La escena era aterradora y horripilante... quería hacer algo al respecto pero algo me decía que no debía moverme, que debía dejarla morir en manos de mi hermano.

Esto parecía una pesadilla.

Para finalizar, mi hermano levantó a Adeline del suelo aún sosteniéndola por el cuello y con una de sus espadas traspasó el estómago de Adeline. Sangre salía de su boca y veía cómo sus ojos se hacían opacos, oscuros y vidriosos. Sus manos colgaban y la sangre corría por todo su cuerpo inmóvil.

Ella ya había muerto.

Mi ser gritaba de dolor, me dolía el pecho y quería, quería morirme. El rostro de mi hermano estaba salpicado de sangre y podía notar una sonrisa de satisfacción en él . De repente, Alec soltó el cuerpo inerte de Adeline y me miró profundamente.

—te lo dije, sería capaz de hacer lo imposible para destruirte la vida.

Mi hermano dio media vuelta y desapareció.

Con lágrimas en los ojos, la boca seca y aún sin creer que éso había pasado en realidad, me acerqué a Adeline.

—no, no por favor. Esto no puede terminar así. Tenemos muchas cosas por hacer, tenemos un futuro juntos, Adeline. Tú salvarías a la humanidad y estaríamos juntos por toda la eternidad. —mi voz se apagaba cada vez más al ver que Adeline me miraba con culpa y odio.

Toqué su rostro lleno de sangre y dejé un beso en sus labios, como símbolo de que siempre estaría con ella hasta en la muerte. Con un dolor en mi pecho me aferré a su cuerpo y grité a los cuatro vientos lo mal que estaba.

—te amo, Adeline. Nunca olvides que siempre seré capaz de dar todo por ti... que sin ti no tendría sentido luchar por este mundo. Pero quiero cumplir con tu deseo, quiero acabar con los demonios, aunque yo mismo me destruya seré capaz de hacer eso para verte en la otra vida y saber que tu muerte no fue en vano...

Mis ojos estaban abiertos al límite, estaba soñando despierto. Me imaginaba todo lo que Alec pudiera hacerle a Adeline y el temor por ella creció demasiado. Aún me encontraba en el comedor, mis puños estaban apretados y las lágrimas aún salían sin previo aviso.

Solo había sido una pesadilla, una imaginación mía.

Me dije a mí mismo, convenciéndome de que eso jamás iba a suceder. Ella tenía mucho por vivir y mi hermano jamás sería capaz de acabar con ella, no sin antes pasar por mí y por Arael.

En ese momento cómo quise ir por ella y ver que se encontraba bien, saber que Arael la cuidaba a pesar de que yo no estuviera ahí para ayudarle. Pero en el fondo de mi corazón algo me decía que ellos la estaban pasando mal, un presentimiento me invadió y eso hizo que una alerta sonara en mi cabeza.

Se quedaron con Alaia.

Ella era la princesa de la alegría, de la paz y de la bondad. No creía que fuera capaz de hacer algo en contra de ellos, la conocíamos desde hace tiempo pero aún así... todos podíamos traicionar, todos podíamos ocultar secretos y más si éramos seres sobrenaturales. Sabemos mentir, sabemos persuadir a la gente para que haga lo que nosotros queramos y lo peor... podemos quitarles la vida desde adentro. Fingir que uno es el bueno, hacer de leal y que es valiente para llegar al corazón de la persona, que se encariñe contigo al punto en que confías en ella y terminas contándole todo.

Un grave error.


Alas sombríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora