Capítulo 21

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Mi respiración era pausada, quería sacar mis alas e irme lejos de ese horrible lugar

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Mi respiración era pausada, quería sacar mis alas e irme lejos de ese horrible lugar. La extraña criatura seguía persiguiéndome y yo no podía matarla con nada, era muy fuerte y aterradora.

Corrí un poco más rápido, agitado a más no poder y cansado. Mi cuerpo se estaba debilitando debido al poder que tenía ese monstruo sobre mí. Era un ser que podía quitarte tus poderes. De repente, un aullido se escuchó en las profundidades del bosque, estaba en medio de la nada. La criatura se detuvo de golpe y pude vislumbrar que tenía miedo, sus ojos volvieron a la normalidad y mis poderes regresaron a mí mediante una vibra y un escalofrío. Era un monstruo horrible.

En ese momento no sabía qué hacer, me había quedado paralizado y no era de miedo. La criatura o mejor conocida como fini también se había quedado igual que yo, asustado y tampoco podía huir. Esa criatura apareció desde que había empezado a huir, desde que comencé a correr lejos de todo.

Dejando de lado mis problemas por un lapso de tiempo dejé de oír los aullidos y eso hizo que mi preocupación aumentara. Me encontraba solo, no había traído ayuda debido a que nadie sabía que estaba buscando a Natalia y si alguien me descubría, podría terminar siendo exiliado. Estando en el bosque lejos de todo y a la vez corriendo un gran peligro, sabía que debía hacer todo eso por el bien de la humanidad. No importaba lo que me pasara, debía encontrarla para tenerla cerca.

—¿Qué es lo que hacen ustedes aquí? —una voz imponente se escuchó a mis espaldas.

Un hombre lobo...

Los hombres lobo eran temidos por su mordida, si alguna vez salías herido por una mordida de ellos, morirías al instante.

—solo huía... —me encogí de hombros.

Escuché los pasos de aquel hombre, se posicionó en frente de mí sin importarle que estuviera un fini detrás de él. Sus ropas estaban desgarradas y sangre le escurría por la boca. Por un momento quise vomitar y alejarme de aquél hombre, pero eso sería una falta de respeto para ellos.

—¿Qué hace un ángel escapando de un fini? ¿No puedes volar? —preguntó sarcástico.

Dudé por lo que iba a decir a continuación pero era obvio que no iba a decir la verdad. Aunque viéndolo de otra manera, ellos tenían brujas en su poder y eso les iba a ser  más fácil para ellos descubrir la verdad que estaba ocultando.

—detuvo mis poderes, no pude volar. —tragué saliva un momento.

El hombre se veía malvado, grotesco y horripilante. Tenía cicatrices por todas partes y la que más me impactó fue una que se situaba en su cuello.

Aquel hombre rió ante mi respuesta y sonrió malévolo. Dio media vuelta, realizó un chasquido con sus dedos y una persona salió detrás del fini.

Una bruja, estaba acabado.

El fini empezó a retorcerse del dolor, la bruja solo movía su mano de un lado a otro y humo negro salía de ella. Jamás había visto una bruja en persona, siempre había escuchado de ellas y que eran peligrosas para aquel que se atreviera a desafiarla. El fini se esfumó, se hizo cenizas y solamente quedó el recuerdo en mi mente.

El hombre se volvió a girar para esta vez encararme, la bruja se juntó más a él y le dio un casto beso en los labios. La bruja sonrió feliz de verme, ya que, no siempre se veía un ángel en aquellos rumbos. Una mueca por parte de ella hizo que algo en mi mente se alertara.

No dejes que lea tu mente, no dejes que te controle.

—lamento hacerte esperar, soy Leo y ella es Stephanie, mi esposa. —asintió.

Vaya, jamás había pensado que una bruja y un lobo fueran capaces de quererse. Siempre se habían considerado rivales unos a los otros y por lo general, no era bien visto que tuvieran una relación.

—soy Arael. —realicé una mueca de angustia.

Debía irme pero necesitaba preguntar acerca de Natalia. Estaba apunto de hablar cuando la bruja reaccionó sorprendida.

—eres un ángel y no cualquiera. Tú eres Arael Joseph Lebrun, hijo del rey de la tierra. —respondió fascinada aquella chica.

—¿eso te convierte en un príncipe? —habló Leo desconcertado.

Ese tema jamás me había gustado, era algo incómodo para mí y más porque cuando se muriera mi padre, yo pasaría a ser rey de la tierra y era algo que no deseaba, ser rey implicaba muchas cosas y no nada más poder. Pero lamentablemente yo ya no estaba con ellos, había decidido cambiar mi vida y estar con los humanos.

—no precisamente. Quisiera poder explicar eso pero no tengo suficiente tiempo. —me agarré la nuca con desesperación.

—estoy buscando a Natalia Montgomery, es un ángel igual que yo. Llevo mucho tiempo tratando de encontrarla pero no he podido. ¿Saben dónde se encuentra? —pregunté esperanzado.

Los dos chicos de enfrente se miraron uno al otro, podía ver que sus ceños se fruncían de confusión y eso me dejó en claro que no sabían nada de ella.

—no, no sabemos quién es ella. Pero si quieres puedes quedarte esta noche con nosotros... está oscuro y va a ser difícil encontrarla a estas horas. —habló Leo con confianza.

Pensé en esa posibilidad pero... eso significaba estar rodeado de brujas, hombres lobo y otros seres extraños que todavía no tenía el suficiente valor por descubrir.

—no, gracias. Debo llegar con ella lo más rápido posible. —traté de no sonar algo desesperado.

Pero la bruja notó mi expresión y sus ojos brillaron de un color amarillo. Estaba usando sus poderes conmigo y no podía detenerlos. Maldita sea.

—te quedarás con nosotros hasta que amanezca, después podrás irte. —la chica habló imponente, como una orden.

De hecho, sí era una orden y estaba dirigida a mí. La bruja había usado su poder para controlarme y eso me había molestado más de lo esperado. Ahora, debía tratar de ocultar mis pensamientos cuando ella estuviera a un lado mío porque si los dejaba liberar, alguien podría saber quien era en realidad.







Alas sombríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora