Capítulo 32

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—Natalia

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—Natalia...

Mi voz sonó muy baja, agotada y temblorosa. No me esperaba su presencia tan pronto, tampoco pude averiguar desde mucho antes que ella me estaba vigilando. El búho bajó del gran árbol y en el momento en que llegó casi al suelo, se transformó en una chica, la mismísima Natalia. Mi pecho dolía al respirar pues estaba haciendo demasiado frío, aún era de noche y eso me aterraba.

Natalia al notar mi reacción lanzó una manta grande y gruesa, la atrapé con mis dos manos y me la puse encima de mis hombros para poder cubrirme con ella. Mis ojos se entornaban para poder verla mejor, para averiguar si algo tramaba o solo venía para salvarme. Ella seguía siendo mi plan desde el inicio, sí, sabía que ella me había ayudado mucho en su tiempo, que ella me había salvado millones de veces de ser asesinado por personas crueles pero mi mente y mi corazón me pedían a gritos que la matara, que la traicionara y la utilizara para mejores cosas.

—antes de que se te ocurra hacerme algo, vengo a decirte algo muy importante. —habló con seguridad y también con algo de preocupación.

Mi ceño se frunció de inmediato, parecía que no me tenía miedo. Ella estuvo desde el momento en que perdí todo, se quedó y yo solo fui capaz de buscarla para poder matarla, pero sabía que eso no sucedería. Sabía que no sería capaz de matar a alguien que me sacó de la miseria, al contrario, haría lo que fuera para salvarla, para ayudarla en lo que necesitara.

Dejé a un lado esos pensamientos y decidí contestar, estar en medio de la nada me daba tanto miedo que quería irme lo más pronto posible.

—¿Qué sucede? —dije con timidez, con algo de desagrado pues jamás me imaginé una situación como esta.

Ella se acercó a mí, a paso seguro pero lento. Su mirada penetrante, esos ojos brillantes, esa cabellera rubia que le hacía ver demasiado bien. Cómo la extrañaba.

—necesitas irte de aquí, necesito enviarte a Himlen. Adeline está en problemas y sé que no quieres que le pase nada ¿verdad? —habló con algo de tristeza, decaída.

Mi corazón se aceleró de inmediato, mis sentidos se agudizaron y sentía una furia por dentro, cualquier cosa podría pasar.

—¿Qué está pasando, Natalia? —dije con extrañeza y miedo. Tenía mucho pánico de perderla.

Ella tocó mi pecho, justo donde se encontraba mi corazón. Sonrió feliz, con su mirada puesta en mí y sus manos temblorosas. Yo aún seguía anonadado, con temor. Natalia suspiró lento, algo malo estaba ocurriendo.

—sé que tu corazón late desesperado porque el asunto tiene que ver con ella, sé que la amas con tanta fuerza que serías capaz de destruir todo con tal de conseguir su amor, su cariño y afecto. Entiendo ese sentimiento, Arael. Yo también estuve enamorada en su tiempo y créeme que fue el sentimiento más puro y bueno que pude haber tenido. Ahora debes ir con ella, te mandaré aunque no te recuerde. —dijo mientras unas lágrimas recorrían su mejilla pero sabía que estaba feliz.

Alas sombríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora