Capítulo 41

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Sus sentidos se agudizaron al momento en que escuchó un movimiento en otra de las celdas, estaba aterrado y escuchar eso le estaba alarmando demasiado

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Sus sentidos se agudizaron al momento en que escuchó un movimiento en otra de las celdas, estaba aterrado y escuchar eso le estaba alarmando demasiado. No sabía si era de noche o de día pues no tenían nada ahí, solo era oscuridad y humedad. Se asomó para tratar de ver bien, Aspen se acercó hasta las rejas y forzó su vista. Nada, no había nada.

Con un leve crujido, la puerta principal se abrió. Pensó que alguien venía a sacarlo, tal vez su hermano o Caspian pero ninguna de esas personas vino a su rescate. Vladimir traía consigo a 3 rehenes, los traía igual de encadenados y Aspen aún no podía ver sus rostros ya que estaban cubiertos con una túnica blanca. De igual manera los encerró en las celdas de en frente y las cerró con candados. Les quitó la capucha y se detuvo en el centro del lugar. Por un momento este dirigió su vista al chico, le miró raro y con una extraña disculpa en su rostro. Aspen le ignoró ya que sentía mucha curiosidad por saber quién más había sido detenido. Vladimir sólo se fue y cerró la puerta con llave. Cuando una pequeña luz se encendió en el centro del lugar, todas las dudas se fueron de su cabeza. Natalia se encontraba herida, llena de golpes en sus brazos y rostro. Corinne tenía sangre en su muñeca y en sus oídos y ojos. Devon estaba demasiado pálido y respiraba pausado, necesitaba sangre. Aspen sólo llegó a identificar a Natalia, a los demás no los conoció. El cuerpo de su amada no estaba con él y eso le enfureció demasiado, ya no debía llorar. Debía dejar de ser débil.

—Aspen... —dijo Natalia con agonía.

Aspen torció la boca y se mordió el labio. Si Natalia estaba aquí, tal vez a Arael le había pasado algo.

—¿Qué pasó?, ¿dónde está Arael?, ¿qué le sucedió a Adeline? —habló desesperado y empujó la reja para obtener una respuesta.

Devon se levantó como pudo y miró a Aspen de soslayo. Tenía dudas pero ahora ya habían sido resueltas, él la había convertido en demonio. Él la había condenado. No habló de más y sólo escuchó lo que hablaban Natalia y Aspen, no quería tener otro enemigo más.

—Arael se quedó en Himlen, congelado y tal vez muerto. Nosotros... Corinne, Devon y yo escapamos del desastre pues demonios habían llegado hasta donde estábamos y se llevaron a Adeline. Antes de eso, a ella le habían arrancado el corazón. Fue Alaia y desapareció de inmediato, no pudimos hacer nada. —se detuvo y respiró profundo —. En seguida, un chico salió de la nada y agarró el cuerpo de Adeline. No pudimos tampoco hacer nada. Todo era un caos y hubo muchas muertes, nos atraparon camino al inframundo.

Aspen trataba de asimilar todo, de comprender lo que había pasado. Todo era un caos en su mente y lo organizaba de a poco.

—no encuentro a Adeline, ella estaba conmigo y la salvé de que le hicieran daño... pero se la llevaron, la quieren por su sangre. —dijo Aspen arrodillado en el suelo, aún no se rendía pero necesitaba descansar.

Él no había sido herido, era el hijo del rey y jamás iba a permitir que lo tocaran peo aún así decidieron encerrarlo.

—necesito sangre... —habló Devon con voz ronca y tragó saliva algo desesperado.

Alas sombríasWhere stories live. Discover now