Capítulo 11

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Cerré por un momento mis ojos

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Cerré por un momento mis ojos. Quería descansar, que todo eso fuera un sueño. Lamentablemente eso no era así. Cuando pude tranquilizarme mejor, los abrí despacio y volví a ver mi reflejo en el espejo. Mis ojos estaban brillando igual que la vez pasada, me sentía extraña. Sin pensarlo dos veces toqué el espejo con la yema de mis dedos para darme cuenta si yo era real. Creía que era mi imaginación pero no fue el caso. Tenía cierta atracción hacia el espejo y eso llamó mucho mi atención.

Al momento de quitar mis dedos del vidrio, sentí un movimiento en el espejo. Fruncí el ceño al ver una grieta que apenas se podía alcanzar a distinguir. Rápidamente toqué la línea para darme cuenta que de ella salía una luz, me caló en los ojos pero aún así pude ver con claridad. Al momento de acostumbrarme y ver mejor el espejo, mi reflejo era diferente. Pensé que era algún tipo de alucinación pues se veía irreal, se parecía tanto a mí pero en sí había otra persona. Sonreía de una manera malvada, egocéntrica. Sus ojos eran del mismo color que los míos... sólo que esa persona no era yo.

¡No podía ser yo!

Traté de alejarme pero algo me atrajo a él, las voces. Venían otra vez por mí pero no podía permitir que me afectaran de nuevo.

¡Ven!

¡Adeline!

¡Ven con nosotros!

De nuevo empezaron a molestar en mi cabeza, las escuchaba en todas partes y lo peor era que mi reflejo se reía de mí.

—no, jamás iré contigo. Yo quiero estar aquí. —grité a la nada. Debía evitar que las voces se apoderaran de mi mente.

—!No! —grité más fuerte y el espejo se rompió en pedazos.

Estaba muy asustada y lo extraño de eso era que nadie venía a salvarme, nadie aparecía. A lo mejor el destino quería que yo sola luchara contra el demonio, incluyendo que otras personas me ayudaran y me salvaran. Pensaba que jamás podría hacerlo yo sola... no podía, no tenía poderes, no sabía hacer nada.

—¡¡Arael!! —grité a todo pulmón y fui en busca de mis amigos.

Corrí por todo el pasillo, estaba muy preocupada por ellos. De nuevo había venido el demonio a buscarme y no sabía qué era lo que en verdad quería. Llegué hasta la habitación de Arael y abrí la puerta. Me quedé petrificada, no quería mover ni un solo músculo. No quería hacer ningún ruido y tampoco creía que lo que estaba viendo era real.

—Aspen... ¿Qué haces? —susurré débil.

Mi respiración era agitada. Debía evitar que Aspen hiciera alguna locura.

—por favor... de-déjalo —tartamudeé preocupada.

—¿por qué lo haría? —Aspen se giró hacia mí. Su rostro estaba cubierto por venas moradas, sus ojos eran de un color carmesí. Y podía jurar que su voz no era normal.

Alas sombríasWhere stories live. Discover now