Capítulo 35

526 52 14
                                    

—¡¡haz algo, maldita sea!! —grité furiosa y golpeé el brazo de Arael para que reaccionara

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¡¡haz algo, maldita sea!! —grité furiosa y golpeé el brazo de Arael para que reaccionara.

Todos se encontraban alterados y alguno que otro brujo trataba de controlar el fuego del bosque. Natalia y Arael seguían en shock, asustados e impresionados por lo que estaban presenciando. Nadie se movía y yo solo quería gritar, la escena era perturbadora y mis lágrimas recorrían por completo mis mejillas. Cuando por fin Arael pudo reaccionar, sólo alcancé a ver que cayó de rodillas y un grito aterrador salió de él.

Mi corazón latía lento, no estaba asustada porque esto siempre sucedía. Siempre era lo mismo todos los años. La destrucción venía de nuevo en camino. Dejando de lado el pasado, me acerqué con cuidado al cuerpo quemado y ensangrentado de Adeline. El fuego la había alcanzado y nosotros en ese momento seguíamos paralizados, el poder de Alaia era demasiado fuerte y pudo controlarnos a todos. Mis manos temblorosas no querían tocar su cuerpo, no querían sentir las heridas causadas por el fuego, por el calor que arrasó con ella. Mi mente se llenó de terror cuando a un lado de mí encontré su corazón, aplastado y también quemado. No pude controlar el llanto y dolor que salió, la escena era horrible y jamás me había imaginado un hecho como ese.

Natalia fue la primera en acercarse, no quería que Arael viera lo sucedido pero ya era demasiado tarde. Ella también lloraba y se agarraba el pecho como si en verdad le doliera su pérdida, se veía que le estaba quemando por dentro ver la escena. Suspiré por primera vez en el día y me levanté del lugar, los brujos y otras criaturas se unieron a nuestro alrededor y murmuraban con miedo.

—¿Qué sucedió? —la voz de Devon se escuchó a lo lejos, se oía lejana y una parte de mí quiso evitar lo que estaba apunto de suceder.

Como todos estaban alrededor de Adeline, él aún no podía ver nada, solo veía con indiferencia el bosque quemado y a las demás criaturas. No quise que Devon viera la terrible escena, eso lo iba a destruir. Pero... algo que jamás esperé ver sucedió.

—¡¡tú... maldito vampiro, ocasionaste esto!! —la voz desgarradora de Arael se escuchó a mis espaldas, no, por favor no. No hagas nada.

Por el rabillo del ojo vi que Arael se contenía, no veía el cuerpo de Adeline sino que miraba de frente a Devon, con repulsión y un odio que hasta a mí me causó escalofríos. Devon no podía ver pues aún seguían todos amontonados y eso se los agradecí mentalmente. Cuando quise acercarme para que Arael se calmara, sus ojos cambiaron. Esos ojos negros, profundos y sin vida me observaron con tristeza y en ese momento pude ver más allá de eso, pude ver que él en verdad estaba sufriendo. Él estaba destrozado.

—Arael, por favor cálmate, podemos hacer algo. Podemos salvarla. —dijo Natalia con miedo, esto podía terminar peor si no lograba tranquilizarlo.

Su mirada cayó y lágrimas negras salieron de sus ojos, comprendía su dolor. Vio sus manos, más lágrimas salieron, vio de nuevo sus manos y se levantó. En ese instante, sus alas salieron. Pensé que serían de un color reluciente como lo había visto hace unas horas antes, creí que estas iban a estar de color blanco, pero no, no fue así. Parpadeé varias veces pensando que a lo mejor estaba soñando o que era alguna alucinación pero la voz de Natalia me dijo todo, esto no era un sueño, esto era completamente real y cada vez se estaba poniendo peor.

Alas sombríasWhere stories live. Discover now