Capítulo 40

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El viaje de Himlen hasta el inframundo había sido demasiado largo, muy apenas podíamos resistir los tres así que lo mejor era turnarnos para movernos un poco más rápido

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El viaje de Himlen hasta el inframundo había sido demasiado largo, muy apenas podíamos resistir los tres así que lo mejor era turnarnos para movernos un poco más rápido. En algunas ocasiones Natalia sacaba sus alas y nos ayudaba a nosotros a poder descansar. Ahora que compartí un largo momento con ella pude ver que es muy reservada y paciente, es muy observadora y a veces piensa demasiado las cosas. Es un ángel extraño, algunas veces la vi junto a Arael como si fuera su sombra y tal parece que sí. Caminábamos por el bosque, totalmente en silencio y alerta. Devon saltaba de un árbol a otro en busca de trampas o demonios que estuvieran cerca del perímetro. Todo estaba muy callado y solo el crujido de ramas se escuchaban a menudo. Un suspiro salió de mi parte y deseé retractarlo por completo.

—¿estás cansada? —preguntó Natalia con algo de fastidio aunque tratara de no mostrarlo.

Yo negué en silencio y concentré mi vista hacia la oscuridad, hacia el frente. Muchas preguntas vinieron a mi y eso siempre solía pasarme cuando mi mente se encontraba distraída o algo cansada. Era una bruja, mi mente era una de las cosas poderosas que podía ayudar al mundo y siempre se mantenía funcionando.

—oye Devon... ¿Tú eres inmortal? —mi voz muy apenas se pudo escuchar en el temible bosque y alcancé a ver que Devon tensaba los hombros.

Él se detuvo y me miró algo extrañado. Una mueca se formó en sus labios y vi que miraba detrás de mi, sabía perfectamente que no había nadie a mis espaldas pues Devon siempre hacia eso cuando pensaba con claridad.

—no lo sé, nadie ha intentado matarme y jamás he podido averiguarlo. Mis habilidades; la velocidad, la fuerza y la destreza siempre me han ayudado a sobrevivir. No sabría decirte... —su voz se apagó y una mirada triste llenó su rostro.

Natalia se detuvo también a pensar, veía a todos lados y una mano se movía con rapidez a su costado. Al parecer sufría de estrés y era una chica muy desesperada. Mi voz llegó de inmediato a sus oídos y ella saltó en su sitio por mi inesperada acción.

—¿los ángeles son inmortales? —pregunté con curiosidad, esto era algo que en verdad quería saber.

Natalia sabía que iba a preguntar esto y no se inmutó ante mis preguntas.

—es difícil de explicar. Sabemos por naturaleza que los ángeles son bellos, hermosos, espíritus que nos vigilan desde el cielo pero casi nadie sabe lo que en verdad significan para el mundo. —Natalia parecía recordar, avivar los recuerdos que le mostraba su corazón.

Yo pensé un momento y no llegué a entender lo que ella me decía, siempre había sido algo ignorante a pesar de ser una bruja. Devon bajó de un salto del árbol y se posicionó entre nosotras dos, a él también le llamaba la atención estas cosas. Su cabello todo despeinado me sacó una risa ronca que traté de ocultar con mi tos, aunque no fuera creíble. Este pareció no notarlo y observó a Natalia algo impactado.

—¿Cómo son ustedes?, ¿qué hacen en el mundo humano si no pertenecen a este? —Devon insistió en el tema y agradecí su valentía.

—nosotros venimos al mundo con un solo propósito, ayudar. Proteger y acabar con los demonios. Estos son inmortales y por más que luchemos, no podemos acabar con ellos. —suspiró con nostalgia —. Arael y yo somos ángeles viejos, tenemos tiempo habitando la tierra y sabemos muy bien lo que afecta y que no afecta. La maldad que llega a la tierra puede a veces contaminar nuestros corazones, puede afectarnos tanto que no nos damos cuenta. —rió para sí y se giró hacia nosotros, nos miró con pesar y continuó hablando —. Los ángeles sí son inmortales pero llega un punto en que el poder, la maldad que nosotros mismo tratamos de evitar... nos consume a nosotros mismos, se apodera de nuestra alma y jamás podremos salir de esa.

Alas sombríasWhere stories live. Discover now