Capítulo 23

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Devon, el causante de la muerte de ese ser sobrenatural

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Devon, el causante de la muerte de ese ser sobrenatural.

El causante de la cicatriz en mi cuello.

Él representaba dolor y sufrimiento en su mirada al momento de observarme. Me miraba preocupado, sus ojos carmesí volvieron a la normalidad convirtiéndose en un color parecido al océano. Azules, grandes y profundos. En otro momento me hubiera sentido avergonzada por su cercanía pero ese no era el momento para juegos y tampoco para perder el tiempo. Quise hablar y preguntar acerca de esa criatura que se encontraba en el suelo, estaba rodeada de sangre espesa y oscura. Pero como siempre, no me dejó hablar.

—veo que te encuentras bien y que también has usado tus poderes. Vámonos —sonrió de una manera que ni yo misma comprendí.

Sin esperarlo, Devon me agarró por la cintura y por los muslos para cargarme. Quería decirle que podía sola y que no era necesario hacerlo pero él de un movimiento veloz ya me tenía en la cama. Me dejó de una manera delicada, como si yo fuera una pluma o un cristal muy fácil de romper. A lo mejor sí lo era, nada más que yo misma no era capaz de darme cuenta de las cosas que sucedían en realidad.

—traeré algo de ropa para que puedas limpiarte o bañarte. Ahí está el baño. —apuntó la puerta que anteriormente había visto.

Asentí, me quedé muda en ese momento.

Caminó de manera lenta hasta que salió de la habitación, su postura indicaba que estaba cansado y más su rostro que daba indicios de no haber dormido. Decidí levantarme, preferiría que Devon solo me dejara la ropa y se fuera de la habitación ya que su presencia me incomodaba. Cuando lo hice, un dolor en mi espalda junto con una punzada en mi pecho hizo que cayera al suelo, esto solo duró por unos segundos pero aún así me sentí extraña al ver que eso me ocurría a mí. Estando en el suelo vi que la figura seguía ahí, viéndome con sus ojos opacos y sin vida. Me daba miedo.

El chirrido común que hace la puerta en momentos de pánico o de terror se hizo presente en la habitación, típico. Pero en ese caso era Devon quien había entrado y traía en sus dos manos demasiada ropa interior, junto con ropa deportiva, pares de zapatos, ropa de frío y varias prendas de ropa para un día de verano. Yo acostumbraba a solo usar una bata o un camisón demasiado grande y largo, no llegué a tener ropa interior más que la misma de siempre y que a veces lavaba cuando estaba en el orfanato. Yo no era una chica de atributos, era muy delgada y pálida pero aún así me gustaba mi aspecto.

Devon me miró un momento, yo también le veía desde el suelo con algo de vergüenza. Mis mejillas en ese momento debían estar demasiado rojas y eso mostraba que estaba realmente nerviosa y con pena.

—¿Qué haces ahí? —habló con rigidez.

Yo le miré como de "¿en serio?" pero solo me quedé callada y suspiré pesadamente.

—no puedo pararme, me duele la espalda, todo. —me quejé.

Él rodó los ojos con pesadez y dejó todo el montón de ropa en una silla cerca del baño. Caminó hasta mí y me volvió a cargar, pensé que me iba a dejar otra vez en la cama pero qué equivocada estaba.

Él me llevó entre sus brazos hasta el baño, sus manos estaban frías al tacto con mi piel. Me sentía demasiado nerviosa, irritada e incómoda. Abrió la puerta de este y prendió la luz en donde la iluminación era tenue. Me dejó en el retrete y me observó de nuevo.

—bañate. —ordenó con fastidio.

Yo observé a mi alrededor, el baño era espacioso, lindo y sofisticado. La tina o bañera estaba demasiado grande y me dio miedo entrar ahí.

Oí una risa por parte de Devon, se me olvidaba que el podía entrar en mi mente.

—¿te da miedo meterte a una tina? —rió fuertemente pero le miré de la peor manera y se calmó.

Suspiré y hablé con la voz entrecortada.

—yo puedo hacerlo sola, gracias. —hablé mientras que con mi mayor esfuerzo me levantaba del retrete.

Me dolía hasta el alma.

—es obvio que no, mírate como estás. Sé que aún no desarrollas bien tus poderes de demonio y que para eso se necesita práctica y deseo de hacerlo. Te ayudaré con eso. —apuntó hacia la bañera y yo tragué saliva.

No, no y no.

Recordaba que había dicho eso en mi mente hace unos minutos y mírame. Aquí en la bañera, con el agua tibia, desnuda de pies a cabeza, temblando de frío por las manos de Devon y con un ligero rubor en mis mejillas por la vergüenza. No me daba pena mi cuerpo, sino que, jamás estuve de esa manera con alguien. Al contrario, era una chica muy reservada y tímida. Mi cabello negro caía por toda mi espalda y lo que sí me avergonzaba era que tenía demasiadas marcas de imperfecciones en toda ella, también tenía cicatrices por todos lados. Eso era lo que me disgustaba de mi cuerpo y que no podía hacer nada para quitarlas. Pero qué más daba.

A Devon no parecía importarle mi apariencia pues solo se concentraba en quitar bien la sangre. Pero eso fue lo que creí en un principio hasta que decidió hablar y cortar con el silencio.

—tienes demasiadas cicatrices... ¿Qué te sucedió? —preguntó a mis espaldas.

Jugué con mis manos por un momento. No quería hablar de nuevo sobre eso.

—bien, entiendo que no quieras contarme pero tarde o temprano lo averiguaré. Seré la única persona que tendrás en este mundo e igual a Corinne. Nosotros somos los encargados de cuidarte y entrenarte. —habló mientras pasaba una esponja con algo de jabón en una de las cicatrices más largas que tenía en mi espalda.

Realicé una mueca, no por ardor o dolor. Sino por la sensibilidad en ella, el significado oculto de esa cicatriz. Recordaba todo eso y la verdad era que deseaba que también me hubieran borrado esa parte de mi vida. Pero cuando pensaba en la realidad creía que eso era lo que me mantenía con vida, lo que me hacía sentir que era libre y que nadie podría detenerme de ahora en adelante. Que sobreviví a todo lo que sufrí y que era capaz de dar todo de mí para poder seguir luchando por lo que quería.

Porque lo que más deseaba en ese mundo era ser un demonio. Un demonio completo para poder acabar con aquellos que hacían al mundo un caos y poder vengarme por mis padres, sobre todo por ellos. Porque me dieron la vida, no eran perfectos, tenían problemas como todas las parejas pero aún así los quería.

Los amaba tanto...





Alas sombríasWhere stories live. Discover now