Extras

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Narrador

Hace un tiempo atrás, Corinne corría por los prados. En busca de qué comer y poder sobrevivir al terrible invierno; su poca ropa apenas le ayudaba para guardar el calor que su cuerpo le daba y cuando se detenía para descansar, su respiración cada vez más era pesada.

Ella había escapado de su hogar por todo lo que había pasado, estaba triste pero debía luchar para sobrevivir a la cruel realidad. Corría sin parar, buscaba en ríos, árboles y hasta en los lugares más recónditos del mundo sobrenatural para poder quedarse a vivir un tiempo. Era una niña que posiblemente estaba dañada por dentro, pues las muertes de sus familiares la habían dejado marcada de por vida. Su cicatriz en su rostro delataba el sufrimiento, el dolor de un trágico evento. Cosa que nadie sabía la razón y tampoco cómo es que llegó tan lejos.

Un día de esos en los que ella estaba delirando por no obtener comida, se encontró con un prado hermoso, majestuoso y con un río en donde el invierno no le hacía daño alguno. Corinne sintió una brisa cálida que le movía el cabello y le hacía sentir más viva que nunca. Pensó que estaba viendo la luz, aquella que algunos suelen ver cuando están apunto de morir pero cuando escuchó una voz cerca de ella, todo su mundo se detuvo.

—¿Qué haces por aquí? —la voz fría y seca del muchacho dejaba helado a cualquiera que la escuchara.

Corinne, temerosa de ser descubierta se giró con rapidez y atacó sin piedad alguna. La daga en su mano se movía con tanta facilidad que pensó que le había atinado a aquel niño que estaba a su lado pero fue todo lo contrario. Le dio y fue en la palma de su mano pero este ni siquiera parpadeó con ese movimiento al igual que su herida. La sangre corría por su muñeca y el joven hombre la veía con ojos lujuriosos, hambriento del elixir que al parecer, jamás había visto.

—¿Porqué... —la chica no podía terminar de preguntar, estaba asustada y su corazón latía desesperado.

El niño sólo salió un momento de su trance y se dio cuenta de la chica que tenía frente a sus ojos. Ni siquiera sonrió, no se inmutó ante la gran cicatriz que corría por la comisura de su boca y tampoco por los ojos de la niña que parecían como si se fuesen a salir.

—¿Qué haces aquí? —volvió a preguntar el niño, ahora con más curiosidad.

Su rostro blanco, sus ojos azules y su cabello peinado para un lado le hacían ver a Corinne que era un niño rico. Uno de esos chicos que eran de familia adinerada, primogénitos, alguien cercano a la realeza. Pero para su manera de ver las cosas, estaba totalmente equivocada.

—solo... busco algo que comer. —dijo Corinne con miedo, sudaba frío y sentía que tal vez estaba alucinando.

El niño parecía de otro mundo y a pesar de que en el lugar donde vivía ella no era normal, aún así le sorprendía ver a alguien de esa manera y más con ese estilo.

—de acuerdo, adiós. —dijo el niño con total simpleza sin importarle las condiciones en las que la niña se encontraba.

Ella reaccionó a tiempo, abrió los ojos tan rápido y habló con una fluidez que el niño se detuvo cuando ella se acercó hasta él y le agarró el brazo.

—no te vayas, por favor. ¿Podrías ayudarme? —le pidió con súplica, sus ojos parecían brillar bajo la luz del sol.

Ver a alguien de su casi misma edad, le pareció encantador. Algo magnífico ya que aún la sociedad no estaba perdida y podrían haber esperanzas. Lo que ella no sabía era con quién estaba tratando y que eso le perjudicaría toda la vida.

El niño de ojos azules sonrió con maldad pero Corinne no logró captar esa reacción. El niño se imaginaba miles de cosas; muertes, sangre, una venganza, aprovecharse de otras personas y más en el sufrimiento que le iba a causar a ella. Sus palabras fueron monótonas pero que le dejaron un gran impacto a Corinne, que sólo dejó de respirar en el momento en que él realizó una reverencia y se presentó.

—soy Alec Beelzebu Leblanc, príncipe del inframundo. Estaré encantado de ayudarte si es que me lo permites.

Corinne se quedó petrificada y más cuando el niño sonrió de tal modo que su rostro se veía hermoso, angelical y mejor que el de un demonio. Las apariencias engañan y ella lo supo demasiado tarde.





.......

Bueno, este extra pertenece al momento en que Corinne y Alec se conocieron. Fue desde que estaban pequeños así que es por eso que en un capítulo Alec se muestra muy cercano a ella, pero ya no es el mismo de antes.

Espero y les haya gustado, estaré subiendo otros más en lo que es el transcurso de la otra semana. Poco a poco se van a ir resolviendo dudas que tengan por ahí.

Adiós ❤️

Alas sombríasWhere stories live. Discover now