1. Un lobo disfrazado de cordero

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Akala dirigía a las animadoras en el último ensayo de la semana. Las chicas llevaban ya un tiempo preparándose en el gimnasio para el esperado partido, el cual se jugaría ese fin de semana.

-¡Uno, dos, tres, cuatro! ¡Uno, dos, tres, cuatro! ¡Arriba!- les gritaba a las chicas que se movían al compás de sus palabras -¡Muy bien! ¡Se acabó!- gritó dando por terminado el ensayo al ver que todo había salido perfecto.

-¡Por fin!- escuchó decir a una castaña que llevaba su pelo ondulado recogido en una coleta.

Rena Roux, una chica que si no fuera por Akala, ahora sería la capitana de las animadoras. Se odiaban entre ellas y no se molestaban en disimularlo. Las dos pertenecían al grupo de los populares del instituto, por eso todos los estudiantes las conocían y sabían de su rivalidad.

-¡Nos vemos mañana chicas! ¡No lleguéis tarde!- gritó Akala agarrando sus cosas para después marcharse rápidamente.

La capitana de las animadoras corrió hacia la entrada del instituto con su pelo rubio recogido en una coleta y su flequillo moviéndose con el aire. Allí se encontraba un coche aparcado y nada más llegar, se deslizó dentro de él, arrancándolo y saliendo del recinto, rumbo a su casa.

-¡Ya he vuelto!- gritó Akala dejando las llaves del coche en la entrada.

La chica subió a su cuarto y cerró la puerta. Se dirigió a su baño para ducharse y no salir hasta que hubiera terminado. Una vez limpia, bajó a la cocina en busca de comida.

-¡Quieres que te prepare un sandwich!- gritó Akala esperando a que la única persona que se encontraba con ella en la casa le respondiera.

-¡Sííííí!- escuchó gritar de vuelta a alguien en la planta de arriba.

-¡Pues baja!- gritó de nuevo Akala empezando a preparar los sandwiches.

-¡Voy!- respondió la voz de antes.

Se oyeron pisadas rápidas en el piso de arriba y después a alguien bajar por las escaleras. Akala levantó la vista y vió a su hermano pequeño, quien era dos años menor que ella, de pelo castaño claro y ojos azules.

-Estarán en cinco minutos, sácalos y los traes al comedor- le dijo su hermana -Yo iré poniendo una peli.

-¡Guay!- gritó el chico entusiasmado.

La casa no era muy grande, pero era suficiente para ellos. Nada más pasar la puerta de entrada, te encontrabas el salón que era también comedor en la parte izquierda. La cocina quedaba a la derecha y no tenía puerta, solo un hueco por donde se entraba y junto a él había una barra que separaba las dos salas. Luego las escaleras, que estaban siguiendo recto desde la entrada, y por último, un baño debajo del hueco que formaba las escaleras. En la planta de arriba había tres habitaciones y un cuarto más que usaban sus padres de despacho, además de otro baño. La habitación de Akala era la única que tenía baño propio, por eso eligió ese cuarto, sus padres no lo usarían por estar la mayor parte del tiempo fuera.

-¿Vendrás mañana al partido?- le preguntó a su hermano cuando se sentó con los sandwiches.

-Por supuesto, quiero ver si alguna animadora se cae haciendo la pirámide- dijo él divertido.

-Nadie se va a caer- le contestó su hermana clavando sus ojos azules en él disgustada por su comentario.

-Si tú lo dices- contestó el chico encogiéndose de hombros.

Al día siguiente, Akala se levantó temprano para prepararse y despertó tambien a su hermano. Una vez listos los dos, salieron rumbo a donde se celebraría el partido.

La vida de Akala WinterWhere stories live. Discover now