13. Lobos y batido

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Aya llegó al aeropuerto y los dos hermanos Winter fueron a recogerla con el coche.

-¡Aya!- gritó Milo esperando en el coche, pues fue su hermana la que se bajo para ir a por ella.

-¡Milo!- dijo la chica sonriendo.

-Volvamos- dijo Akala al llegar al coche -No hay tiempo que perder.

Una vez en casa, Aya revisó toda la planta baja y la entrada.

-No hay nada- dijo la chica -La magia que quedaba se ha ido, por lo que no hay ningún rastro.

-Es un aviso- dijo la rubia.

-Sí- dijo Aya -¿Tienes idea de quién puede haber sido?- preguntó la chica.

-No- dijo Akala -Sé que tengo enemigos, pero no tengo a nadie en mente.

-Entonces, tendremos que buscar alguna pista o algo que nos lleve a ella o esperar a que haga su próximo movimiento- dijo la chica de pelo colorido.

-¿Y a qué esperamos?- preguntó Milo, quien no había hablado desde que llegaron.

Aya sonrió ante la pregunta de Milo y rato después, los tres se encontraban en el pueblo.

-Vamos a tomarnos algún batido- dijo la chica animada y despreocupada -Quiero ver también el pueblo.

-¿Por qué no me extraña su comportamiento?- dijo Milo para él mismo, aunque su hermana le escuchó.

-Es Aya- contestó Akala -Ya deberías saber cómo es y haberte acostumbrado, con todo lo que te conté de ella.

-Lo sé, pero estamos hablando de una situación seria, hay una bruja por ahí suelta- dijo el castaño -Puede que vaya a por ti y estés en peligro.

-Entonces ya estaría muerta si así lo quisiera la bruja- dijo Akala a su hermano.

-Pero...- dijo Milo.

-No te preocupes, la encontraremos y la detendremos- dijo la rubia confiada.

-Cuenta con eso- dijo Aya, quien iba un poco más adelante y había escuchado todo -Primero tenemos que saber qué quiere.

-¿Y lo sabremos tomándonos unos batidos?- preguntó Milo incrédulo mirando a la chica que le daba la espalda.

-Puede- contestó ella -Pero es porque quiero tomar un batido.

Milo no pudo más y se golpeó la frente ante lo que le decía la chica.

-¿Seguro que encontraremos a esa bruja?- se dijo a él mismo no muy convencido por la actitud de Aya.

En la manada, la intranquilidad por la joven loba que no despertaba empezaba a notarse. Thiago no paraba de dar vueltas fuera de la habitación. Lena seguía sin despertar y el tiempo se agotaba o eso pensaban los lobos.

-Tenemos que hacer algo- dijo de repente deteniéndose.

-¿Y qué podemos hacer?- le preguntó Tala.

-No lo sé, pero algo habrá- dijo el rubio.

-Creo que necesitas salir y despejarte un poco- dijo Kai preocupado.

-Él tiene razón- dijo Enzo -Thiago, vete.

-No, me quedaré aquí- contestó el chico molesto.

-Necesitas relajarte, estás muy inquieto y te hará bien salir de aquí- le dijo el moreno -Además, es una orden.

El chico solo gruño en desacuerdo, pero no podía llevarle la contraria, pues era el Alpha.

-Iré con él- se ofreció Kai.

La vida de Akala WinterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora