Capítulo 24°: Rescate. (Editado)

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Estoy cansada de está mierda. 

Tres Chevrolet Suburban 2018 llenas hasta el culo de hombres de negro, camino hasta la manada enemiga, en una de las camionetas estoy yo, apretada con estos seis malnacidos que solo van hablando de como van a atacar a los guardias. Hablan como si fueran Jackie Chan. 

A veces pienso que la madures se les escapa de entre las manos. 


La cosa es sencilla y fácil, entramos por la parte trasera de la casa, inmovilizamos unos cuantos guardias, entramos, buscamos a las chicas y salimos, fácil. La idea principal es que no sepan quienes somos nosotros así que usaremos pasa-montañas. El se repaso múltiples veces, pero aun así el echo de que algo salga mal o de que haya alguna falla, pone mis pelos de punta. Pero crean me cuando digo que si es necesario matar a alguien por rescatar a mis hermanas, sin duda lo hago. 

—¡Vamos, vamos!—Jack jefe de los hombres encargados de la seguridad o como yo los llamo, hombres de negro. Envía tres hombres adentro, los mismos inmovilizan a cuatro guardias con dardos tranquilizantes, esos dardos pueden dormir a alguien en menos de tres segundos, increíble, necesito de esos para cuando no pueda dormir. 

Entran más de mis hombres, junto con el primer grupo, Tyler, Demian y Daniel, ellos saben quienes son mis hermanas, les he mostrado fotos así que armados y acompañados ingresan a la casa, inmovilizando a cualquiera que se nos atraviese. 

El segundo grupo, Jacob, Derek y Elier entran y suben al segundo piso, buscando por todos lados, mientras yo acompañada de Jack y tres más buscamos en las habitaciones. 

—¡Vamos, vamos, vamos!—tumbando la puerta, haciendo un gran ruido por todos lados. Seis chicas están ahí. —¡Salgan, salgan!—la voz de Jack resuena en el lugar las chichas atemorizados salen temblando haciendo caso a las ordenes. 

—Esas dos de ahí saca las, lleva las a la camioneta, no dejes que escapen, duerme las si es necesario.—ordeno a Diego mano derecha de Jack y segundo al mando de la seguridad. 

Solo falta una; Claudia. 

La cantidad de individuos que ahora se encuentran en el quinto sueño, 26 guardias y  14 chicas de limpieza. Me dirijo a la escaleras cubriendo me Jack y los otros, antes de terminar de subir veo a Derek, cargando a una chica. No se quién es pero estoy segura que no es Claudia. Me enfurece el hecho de que traiga a alguien que no debe, aquí solo vinimos por tres chicas, mis hermanas y Claudia, nadie más. 

—¡La he encontrado, encontré a mi mate!—lo veo terminar de bajar, con una chica en brazos.

—Solo venimos por tres, me importa una mierda si encontraste a tu mate.—quito los mechones de cabello del rostro de la chica con brusquedad. 

Que para mi sorpresa, no es nada más  y nada menos que, Claudia. 

—¿Me tienes que estar jodiendo?—le digo aguantando las ganas de reír. 

—Lo siento por no buscar a Claudia, es que ya sabes...—apenado por su acción. No reconociendo a la que tiene en frente a él. 

—¿Si sabes que esa es Claudia?—apunto con el arma a ella en la cabeza. En un cambio rápido de imágenes, quita el arma en cuestión de segundos y me observa desafiante. —Es mi mejor amiga—rió.

—Debemos irnos ya.—(...).—Ya saben que estamos aquí. 

—Maldición.—volteo con brusquedad, dirigiéndome a la Chevrolet. Cerca de ella, puedo escuchar los sollozos de mis hermanas. Algo que sin duda me hace sentir mal.  Abro la puerta trasera sin dudarlo dos veces. Observo sus cuerpos, vueltos una maraña que se podría llamar abrazo, mientras lloran. —Llorar es para débiles.—articulo. No consigo que me observen.                 —¿Aun tienes ese bonito color verde en tus ojos, Michel?—suelto. Recordando ese verde olivo, muy vibrante y atrayente. Levanta la mirada para observarme, parpadea varias veces por instinto al notarme. 

—S-si viniste.—tartamudea. 

—Yo siempre cumple mis promesas—sonrió. Murmura en el oído a la más pequeña de todas. 

—Ella ya está aquí.—haciendo que levanta la mirada. Suelta su agarre para brincarme encima. Su tristeza y miedo antes presentes en su rostro, paso a ser una de completa felicidad. 

—Las extrañe mucho.—acaricio el cabello de la menor. Recordando nuestros momentos juntas.

—¡Mariana debemos irnos ya están por llegar!—Tyler advirtiendo. —Ya todos están preparados, solo necesitamos la orden.—agrega. 

—No esperemos más, ¡larguemos de aquí!—ordeno. 


Thommas.


—El territorio norte no sufre ningún problema, tampoco hemos encontrado nada extraño, al igual con los otros.—debo un poco de la cerveza. 

—Como siempre.—exhala el humo del cigarro, que pocas veces suele consumir. 

—Deberíamos irnos de vacaci-....

—¡Señor, señor! ¡Han entrado a las instalaciones del Beta Thommas!—exaltado.

—¡¿Qué mierda dices?!—salto del sillón para acercarme a el. 

—Entraron un grupo de hombres, recorrieron  toda la mansión.—(...).

—¿Mataron a alguien?—interroga, Amón. 

—No señor, solo durmieron a más de la mitad de los omegas, también a la mayor parte de las empleadas. —(...).—Los que quedamos, los perseguimos pero los perdimos. 

—Inútiles.—(...).—¡Inútiles!—salta de el sillón. —¡¿Cómo mierda dejaron que se escaparan?!—recorre la sala en círculos. 

—Lo intentamos señor, pero fuimos muy pocos y no lo logramos.—continua el omega. 

—¡Si entraron tan fácil pondrán volver lo a hacer!—inhala lo poco que queda del cigarrillo.              —¡Somos una presa fácil si aquellos lograron entrar sin ser detectados!—exhala el humo. 

—Cálmate, hermano. Los atraparemos. —intento relajar lo. Pero no me escucho, camino hasta el bosque. Y en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba transformado, la ropa desgarrada en la húmeda y fría tierra.

Un lobo negro de tres metros de altura, con unos ojos azueles oscuros, tan profundos, semejantes al negro, de un abismal pozo.

Da vueltas y vueltas en circulo, parece idearse  cosas en la cabeza. Pero luego gruñe de manera brusca dando a entender que al fin y al cabo, no tiene nada. Lanza un aullido, alertando a la manada. 

Creo que la seguridad a partir de hoy, se va reforzar. 

Soberbia. 

Bolga [Escapando  de el Alpha]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora