Capítulo 45°; ¿Donde estás? Maratón 2/2

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Mariana.

Mi hermosa flor exótica, tan única y distinguida.

Tan sagrada, tan costosa.

Tan valiente, tan peligrosa.

Encontrar te fue mi más grande bendición, ahora también eres mi perdición.

El amor que siento por ti, me hace ir más allá de lo que pensé, estoy tan enloquecido. Tengo mucho planes para ti, harás cosas increíbles por mi. Te volverás mi defensora, arrasaremos con todos los reinos, solo contigo. Aún así dudo, dudo de poner te en peligro, por que te amo. Te anhelo y te deseo. Y el hecho de imaginar perderte, hace que pierda la cordura. Por eso amada mía mañana es un día muy especial, te convertirás en mi esposa, mi tua cantante oficialmente. Estela irá a arreglarte, te pondrá hermosa, más de lo que ya lo eres.

Shirsthoper Vanhauthen.


—¡Que asco!—arrugue la carta y la lance a el inodoro, para bajar la palanca y que se lleve aquellas palabras empalagosas, asquerosas e innecesarias.

Deseo salir este maldito lugar, quiero escapar. Solo me queda esperar y rogar porque llegue a tiempo. Estela hace horas que partió, no puedo evitar preocupar me por ella, ojala haya escuchado. Aun que no puedo evitar pensar que se acobardo, que se fue y me abandono. Si es así, estoy jodida, muy jodida.

Interrumpiendo mis pensamientos, pasos apresurados se escucharon acercándose a la habitación.

—Amada mía, está es Martha.—señaló a la pelinegra alta, delgada, casi esquelética.—Te cuidará, ya que Estela, escapo.—apretó una de sus manos.—Esto que está aquí es el vestido que usarás mañana, cuando por fin seas mía en cuerpo y alma.—dejo caer el vestido en la cama. Retrocedió y siguió su camino.

—Levántate.—ordeno la pelinegra.

—Por favor.—añadí, y me levante.

—No trates de llevar te la bien conmigo.—levanto mi brazo de forma brusca.—Ahora eres una simple humana. Y yo pierdo la paciencia muy fácilmente.—tomo el vestido y lo colgó detrás de la puerta.—Te quedará.—se limito a decir.

—Ni tritis di llivir ti li biin cinmigi.—con voz chillona me burle de sus palabras al ver la chica partir. Cobarde de mi parte, me gustaría hacer le frente, pero ella tiene razón, ahora solo soy una maldita humana. Un golpe de ella y me dejaría en coma y eso que es muy delgada.



Amón.

¿Qué has hecho Mariana?

¿Tuviste sexo con el?

¿Te obligo?

¿Lo besaste o te beso?

Preguntas sin sentido que le hago a la nada, dando me golpes de pecho.

¿Que debo hacer?

—Te buscaré, te rescataré. Y cuando te tenga de frente voy a abrazarte. Como si mi vida dependiera de ello. Porque te amo, porque te necesito, porque realmente te quiero.—apunto a el techo como estuviera hablando con la misma. Sintiendo como las lagrimas bajan por los costados de mi rostro.

—Ya la rescataremos.—apareció a mi lado dando apoyo, Sam.

—Eso espero.—musite.

—Solo debes ser fuerte para lo que verás, puede que lo que encontremos a nadie le agrade. Debemos luchar hasta el final, cueste lo que cueste.—toco mi hombro.

—Debemos luchar, luchar y ser fuertes por ella.—me limite a decir.

—¡Ya hemos terminado!—se escucho en el despacho.

—Tenemos en plan listo, solo es cuestión de buscar lo restantes, alistar nuestros guerreros e ir a el ataque.—Alexander.

—Deben tener en cuenta, la transformación termina mañana exactamente a las doce y cincuenta y nueve.—(...).—Una vez este concluido el la hipnotizará y la obligara a casarse con el, si eso ocurre antes de que lleguemos o no somos capaces de evitarlo. Estamos perdidos.—advirtió, Estela.

—Llegaré justo a tiempo para arrancarle la puta cabeza.—dije sin pensarlo.



Soberbia. 

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¡Hasta el próximo capítulo!


Bolga [Escapando  de el Alpha]Where stories live. Discover now