Capítulo 44°; ¿Donde estás? Maratón 2/1

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Día cuatro.

Alexander.

Hace casi dos semanas que no ha vuelto por aquí, la extraño.

A lo mejor está ocupada, a lo mejor tiene cosas que hacer.

—Oye Alex, ¿porque Mariana no viene a ver me?—pregunto mientras jugaba con una pelota.

—No lo sé.—(...).—Seguro tiene cosas que hacer.—excuse.

—Ella prometió venir.—(...).—Llueve, truene o relampaguee. ¿Lo recuerdas?—se volteó para observar me, despertando la preocupación.

—Tienes razón David.—me levante dispuesto a buscarla.



—¡¿Donde mierda está ella?!—entre interrumpiendo la conversación de todos los presentes.—Te dije que me importa una mierda si te pertenecía o no, lo único que tenías que cumplir era que estuviera en el reino. Sin embargo no lo permitiste, ¿acaso tienes miedo que te robe a tu chica?—apunte a el pelinegro.

—Mejor cállate.—levantó la mano restando le importancia a mis palabras, Amón.

—Te mataré a ti y a todos ustedes.—sentencié harto.

—Calma demonio. Ella no está aquí.—el rubio se levanto, Tyler.

—¿No está aquí?—caí en cuenta de que no noto su presencia. 

¿Donde está entonces?

—El maldito rey vampiro la tiene.—se levantó, Amón.—No quiere entregarla, ya que es su tua cantante.—saco un cigarrillo para empezar a fumar.

—¿Tua cantante? ¿Eso es posible?—cuestione más relajado.

—Al parecer.—Demian.

—¿Qué están esperando para buscarla?—pregunte.

—Ya lo intente, es imposible, no hay forma de entrar.—exhaló.—De todos modos lo intente y aún así fue imposible.—observo el paisaje.

—Vaya mate.—musite.

—¿Qué dijiste?—pregunto acercándose a mi peligrosamente.

—¿Te rendirás tan fácil?—cuestione sereno.—De ser así, avísame, ella sería una muy buena esposa.—dije sonriendo, provocando lo.

—No juegues, no estoy para estupideces.—dio media vuelta.—No me he rendido, solo estoy pensando una nueva forma de recuperar lo mío.—culminó.

—Yo podría entrar fácilmente y rescatarla, debieron decirme en primer lugar.—dije sonriendo. 

Mis habilidades me permiten ir a donde quiera, cuando quiera y como quiera, entrar y salir sería muy fácil.

—Podrías entrar, pero no sacarla.—dijo pensativo, Jacob.

—¿A que te refieres?—cuestiono dubitativo.

—Dice lo.—se refirió al albino sentado en el trono.

—Probablemente este hipnotizada y si es así todo esto será peor. Ella solo lo obedecerá a el. Quizás hasta la podamos perder para siempre. Con solo palabras de ella, todo esto se puede ir a la mierda.—Byron.

—Podría rechazarlo, podría hacer los ilegítimos.—(...).—Podría olvidarnos y olvidarte a ti también.—apunto a cada uno.—Y todo sería para siempre.—culminó.

—Básicamente estamos atados de manos.—dije inconsciente.

Aullido.

—Alguien entro.—dijo empezando a salir de el despacho, Byron y todos detrás de el.

—¿Quién exactamente?—pregunte desubicado.

—Un maldito vampiro.—dio un saltó desde las escaleras transformándose en un gran lobo blanco, Sam. Seguido de el se unió Byron.

Desaparecieron entre el bosque aullando segundos después, los demás en el instante también lo hicieron dispersándose. Detecté sus pasos a el centro de el bosque. Una pequeña cabaña en buenas condiciones, todos estaban en su forma humana, Sam tiene retenido alguien sobre la tierra.

—Veamos que tenemos aquí.—levantó su rostro para darnos cuenta que era una chica.

—Matemos la.—sugirió Jacob.—Lo más probable es que haya sido enviada para espiar nuestros planes.—se acerco a ella tomando por el cuello, levantando la tres pies sobre la tierra.

—E—espera.—musitó.—M—mariana...—Jacob la soltó al escuchar su nombre la dejo sobre la tierra en donde buscaba el aire desesperada.

—¿Qué sabes de ella?—pregunto autoritario, Amón.

—E—ella, está bien.—paro, por los incesantes jadeos.—Por ahora.—se pone de rodillas, manteniendo la compostura.

—Yo creo que está mintiendo.—dijo sereno, Tyler.

—No miento.—se levanto de golpe.—¿Quién es Ámón?—la pregunta sobresalto a el pelinegro sin embargo pareció tomar lo bien.

Amón.

—Soy yo.—me limito a decir.

—Ella menciono que el imbécil de Amón tenía que creerme, que sus bebés me harán caso, Byron y Sam me escucharán. Y que si dudaba a mitad de camino fuera a el reino demoníaco, que buscara a el rey, que mencionará que vengo de parte de ella y que no hiberne, su madre estaba convirtiendo se en vampiro y creo que no tiene ni maldita idea.—termino de decir.

—Aun dudo.—Elier.

—Ella me ha dicho que busque a sus hermanas.—(...).—Dijo que si les decía cierta frase terminarían de creer.—dijo inquieta.

—Dilo.—se escucho detrás de todos, la pequeña castaña estaba parada frente a ella serena.

—¿Qué se hace en un día de piscina si no estás tú?—inquirió directa.

—Nada, porque no es igual de divertido si no estás conmigo.—musito a la castaña que estaba a la par de la cocina con las lagrimas a borde, Michell.—Es cierto, ella dice la verdad.—se limito a decir, para subir las escaleras y perderse.

—Espera, recalcando tus palabras, ¿dices que Mariana se están convirtiendo en un maldito vampiro?—abrió la conversación, Byron.

—Hace cuatro días comenzó el proceso.—dijo empezando a buscar algo entre su bolso.—En total dura cinco días.—saco varios papeles viejos.

—Mañana.—recalco, Sam.

—Cuando su transformación sea completada, ella será hipnotizada, quedará bajo a el mando de Shirsthoper.—(...).—Para el ella es y será su muñeca a control remoto.—estiro el papel sobre la mesa, mostrando los planos de el castillo.

—Ese maldito.—musito por lo bajo, Amón.

—Nunca podrán adentrarse por las entradas principales o traseras, deben hacer lo por las escondidas, por los túneles o por las salidas de emergencia.—apunto a los distintos puntos de el plano, señalando los posibles lugares de entrada.

—Debemos entrar ahora o nunca. Estamos perdiendo el tiempo.—alzo la voz, Jacob.

—Debemos hacer lo, es ahora o nunc...—un dolor incesante se instaló en mi pecho, como si una aguja estuviera torturando mi corazón. El dolor tan fuerte me dejo sobre el suelo apretando mi pecho tratando de arrancarlo. Solo una cosa puede causar esto.

Infidelidad, un beso o sexo. Una marca o simplemente el rechazó.

—¿Qué te sucede?—medio apoyo, Thommas.

—Es ella.—apreté mi pecho.

—Tenemos que acabar con esto.—se giro hacia la chica pálida, Elier. —¿Que debemos hacer?—pregunto acercándose a ella.

Soberbia. 

Bolga [Escapando  de el Alpha]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz