CAPÍTULO 22: BENEFICIOS

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Lena intentaba no reírse. De verdad, hacia su mejor esfuerzo, pero con todo el poder que le pudiera otorgar el tal Rao, no se podría contener como en ese preciso momento.

- ¿Podrías cerrar los ojos? - La sirena enarcó una ceja, al ver el rostro sonrojado de Sofía sonrió con malicia asintiendo.

- Pero antes. - Entrecerró los ojos. - Dame un beso, amor. -

La rubia acercó el rostro al de Melania. Fue un beso delicado. La mayor no dudó en colocarse encima intencificando el beso. Sofía gemía y, con tal de apartarla, puso ambas manos sobre los pechos de la mujer, otorgándole un gemido fiero al estrujarlos levemente.

- Por favor. - Suplicó.

- Bien, lo que tú me ordenes, princesa. - Se movió de encima quedando boca arriba en la cama. Cerró los ojos al mismo tiempo que mordía sus labios.

Se mantuvo así por varios segundos hasta que sintió que le tomaba de la muñeca atándola. Mostró una sonrisa mucho más amplia. Pensó que Sofía tenía ese tipo de fantasía sexual. Obviamente no mostraría resistencia si es que le gustaba a su pareja. De hecho, se excitó mucho pensándolo.

- Ya, estoy atada. A tu disposición, ¿Ya puedo abrir los ojos? - Preguntó entre risas provocaticas. - ¿Sofía? - Abrió uno de sus ojos mirando a su alrededor. La chica no estaba ahí. - ¿Mi amor? - Esperó unos minutos con las muñecas atadas a la cabecera. - ¡Sofía! - Gritó.

- < Es que no puedo créer que hayas caido en eso. > -

Kara salió de la habitación dejando a Lena a solas con la reina. La azabache seguía riéndose. Melania gruñó intentando romper los nudos de los huecos, pero solo se ganó un brusco movimiento por la cama.

- ¡Desátame! - Lena se acercó quitándole los nudos. Eran fuertes y complicados. - ¡Date prisa! - Le alzó la voz bastante enojada.

- A ver, a mi no me grites, ¿de acuerdo? Soy tu suegra y merezco respeto. -

- ¡Respeto te voy a dar si tu hija me abandona! -

Mientras tanto, Kara había seguido las huellas de su hija. Se fue descalza, el sostén y el pantalón. Fue demasiado fácil seguirla por las miradas de señales de los guardias.

Llegó a un apartado cerca de la cocina principal. El almacén fue donde terminó, abrió las puertas encontrándose con cientos de cajas, en una de las esquinas se encontraba la joven rubia metiendo a una mochila varios jugos de uva en bolsa.

No dijo nada. Esperó a que se volteara para que se diera cuenta de su presencia. Al hacerlo, la menor aferró las manos a la mochila echándole una mirada segura y amenazante.

Sofía se armó de valor y corrió directamente hacía Kara, le iba a golpear con su propio cuerpo, sin embargo, cuando su hombro hizo contacto con el acero de la armadura siquiera le movió centímetros. Fue ella quién cayó al suelo con un inmenso dolor haciéndose presente.

- < Te vas a disculpar con tu hembra. > -

Kara la cargaba por los pasillos, sujeta a uno de sus costados. Sofía pataleaba queriéndose zafar.

- < ¡No es nada mía, me violó! > - Gritó. - < ¡Me drogó para que no le dijera un "no"! > - Kara arrugó la nariz tratando de no pensar en eso. - < ¡Está loca! ¡Es una anciana! > -

- < Muestra respeto. Nosotras debemos apreciar a nuestras hembras. Estoy segura de que Melania te satisfasara con lo que quieras. > - Comentó mientras subía las escaleras. - < Es una buena hembra que todos querrían tener. > - Forzó las últimas palabras, pues no le agradaba la mujer en absoluto.

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