1. Manzanas amargas para los muertos en vida (e)

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Antes de empezar: GRACIAS por leer mi historia.

Se trata de una historia romántica de hombres lobo que contiene escenas de violencia y sexo.

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CAPÍTULO 1

Manzanas amargas para los muertos en vida

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«La gran tragedia de la vida no es la muerte.

La gran tragedia de la vida es lo que dejamos morir

en nuestro interior mientras estamos vivos».

Norman Cousins

Débora

Centré mi vista en el gran espejo que gobernaba la sala y me obligué a no despegar la mirada de mi figura reflejada. Conteniendo la respiración,  subí uno de mis brazos con lentitud, disfrutando de aquel sutil movimiento. Una vez que este estuvo sobre mi cabellera pelirroja, realicé el mismo movimiento con el otro.

Inspirando y expirando, posé el talón en las frías tablas de madera del salón de baile. Un segundo después, sobre la punta de mi pie izquierdo, inicié los giros.

Girando y girando, comencé a contar. Una sonrisa cargada de orgullo y deseo surcó mi blanquecino rostro. Trece, catorce, quince... mis ojos, esperanzados, se agrandaron. Lo iba a lograr. Iba a superar mi récord. Solo tres pirouettes más y cantaría victoria.

Sin embargo, en la decimoséptima vuelta, un estruendo a mis espaldas logró hacerme caer.

Rápidamente levanté la mirada, tratando de localizar, sin éxito, quién había provocado semejante escándalo.

La caída logró devolverme al mundo real, consiguiendo que dejase de prestar atención a mi pálido reflejo. Antes de levantarme, y dejándome llevar por la rabia, golpeé el suelo llena de frustración.

Con el desagradable sabor de la derrota todavía presente en mi boca, me aproximé exhausta al lugar donde había dejado mis pertenencias. De la negra bolsa saqué una toalla para secarme las gotas de sudor que cubrían mi frente y cuello. Jadeante por el ejercicio realizado, busqué la botella de agua que había preparado por la mañana. Sabiendo que no lograría batir mi marca, recogí todas mis cosas del suelo lista para irme a casa.

Ensimismada me coloqué los auriculares y esperé. Segundos después, escuché la suave melodía de mi canción favorita dándome la bienvenida. La seductora voz de Paul McCartney logró mejorar mi estado de ánimo en cuestión de segundos. Una vez estuve segura de que no me dejaba nada atrás, dirigí mis pasos hacia la salida, dejando atrás a la triste pelirroja del espejo...

La Perdición del Lobo [1] ✔जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें