La Perdición del Lobo [1] ✔

Capítulo 32

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Débora

-¡Dios, que nervios! -susurró Abigail en mi oreja. Llevábamos desde las ocho de la mañana acampando en las puertas de la Academia y todavía quedaban otros treinta minutos para que diesen las nueve y empezase el espectáculo. No éramos las únicas que habían pensado en llegar antes. Las amenazas de Zenda eran muy eficaces. Alrededor nuestra había por lo menos una veintena de compañeros estirando y hablando. Abigail y yo estábamos sobre el césped ayudándonos la una a la otra a calentar. - ¿Cómo es que estas tan tranquila? -me pregunto mientras abría las piernas y llevaba su barriga al césped- Con esta prueba se elimina a la mitad de nosotros- dijo cuchicheando mientras señalaba a toda la gente- Unos veinte se salvan y treinta la pifian.- remarco ella histérica. Yo me dediqué a sonreír al verla tan alterada. Sabía que ella no lo admitiría jamás en voz alta, pero prefería mil veces ser la encargada de todo lo técnico. Ella había nacido para el diseño de los escenarios. Era una máquina manejando las luces y los sonidos. Era capaz de convertir la obra más estúpida, en la más dramática Pero no lo diría jamás en voz alta, al menos, no a su familia. No quería defraudarlos. Sus padres querían que triunfase como bailarina. Eso era lo correcto según ellos. Pero a mi si me lo decía. Porque en el fondo, todo el mundo necesita contar sus secretos a alguien. - Haber yo lo llevo bien -dijo mientras se tocaba distraída el pelo- Gano pase lo que pase. Si llego a pasar a la siguiente fase, se que no llegaré a la final porque estás tú, y si me descalifican en esta bueno al menos lo intente -dijo entre risas mientras se encogía de los hombros- Pero lo tuyo es otro cantar fresita. Tú vas a pasar esta ronda. De eso no hay duda. Y pasarás fácilmente la siguiente también. Pero entonces -su cara se torno en una mueca dramática- Entonces tendrás que competir con Sharon. Por qué todas las de aquí lo sabemos. Sabemos que solo vosotras tenéis el nivel. Así que ten cuidado -me susurro señalando a un grupo de chicas que me miraban y cuchicheaban con descaro- Ten cuidado por que por aquí hay mucha loca suelta y no se yo si van a quedarse de brazos cruzados o intentarán sabotearte en algún momento...

-Por dios Abigail, deja de comerme la cabeza que al final vas a conseguir que se me caiga todo el pelo por el estrés.- le dije riendo. No sabía porqué estaba tan tranquila. Supongo que llevaba demasiado tiempo soñando con esto. Inconscientemente acaricie la pulsera que me había regalado Amoos anoche. Ayer, estuvo raro, más callado de lo normal. Todo el rato abría la boca para decir algo, pero al final no lo hacía. Al principio supuse que solo estaba nervioso. Que no sabía cómo darme este regalo, pero su actitud no cambio. Incluso cuando me beso pude notar su preocupación Hoy debía preguntarle si pasaba algo. Pero después de acabar las pruebas. No podía permitirme distracciones.

Sin darme cuenta el tiempo pasó y las puertas de la Academia se abrieron de par en par. Cuando entramos nos dividieron en dos grupos. Los chicos serían juzgados por Montserrath y Amoos, mientras que las chicas serían juzgadas por Mia y Zenda. Una vez que entramos en la sala, nos hicieron sentarnos a todas en el fondo de esta. Por orden alfabético, fueron llamando a todas nosotras. Después de más de treinta minutos, llegó mi turno. Mientras sonaba la suave melodía del piano, fui haciendo la rutina casi sin pensar en ella. Mi cuerpo se movía sin esfuerzo, por inercia. Tan centrada estaba, que me olvide de donde me encontraba. Siempre me pasaba lo mismo al bailar. Las preocupaciones desaparecían de mi cabeza en un suspiro. Sin darme cuenta la última nota llegó a su fin y con el mi baile. Al levantar la mirada del suelo, vi a toda la gente mirarme. Unos con rabia y otros asombrados. Pero esas miradas no eran importantes para mi, la unica que de verdad importaba era la de Zenda. Pero su cara no mostraba emoción alguna. Saliendo de la sala, me fui en busca de Abigail. Todavía quedaban otras quince chicas para hacer su prueba, lo que equivalían a unos treinta minutos libres antes de que dijesen quiénes pasaban y quienes no. Me la encontré en el comedor, charlando con Tatiana.

-Hola chicas. ¿Qué tal os ha ido?- pregunté mientras me sentaba junto a ellas.

-A mi bien, pero Tatiana todavía no lo a hecho.

-Es que no podía soportar la tensión de ver bailar a todas antes que yo.- explicó con su voz dulce.- Pero creo que voy a ir yendo, no vaya a ser que se olviden de mi- dijo levantándose y llevándose su táper lleno de manzanas con ella.

Abigail y yo pasamos el resto del tiempo en la cafetería charlando. Poco a poco esta se lleno de gente. Sin darnos cuenta el tiempo se acabó y nos dirigimos a la sala de nuevo. Llegamos a tiempo para ver el final de la rutina de Sharon. Al finalizar pude ver como su madre contenía una sonrisa de oreja a oreja. Cuando Sharon se dio la vuelta y me vio en la puerta, me saludo con una sonrisa llena de suficiencia y arrogancia. Dios mío dame paciencia

-Muy bien jovencitas- comenzó Zenda una vez que todas nos sentamos- Como ya sabéis solo diez de vosotras pasará a la siguiente fase. Recordar que la siguiente prueba será el miércoles que viene. Bien las que han pasado a la siguiente fase son. -a medida que iba recitando los nombres no podía dejar dar tirones suaves a la pulsera de Amoos- Sharon-previsible que pasase. Más si su madre era una de las juezas- Abigail y finalmente Débora.- nada más escuchar mi nombre solté un suspiro lleno de alivio. Al instante Abigail me dio un fuerte abrazo que se lo devolví sonriendo. Desde la distancia noté como Sharon torcía el gesto- Recordar que la rutina inventada debe durar dos minutos. Tenéis una semana para prepararos.

-Eso es todo chicas. El resto del día lo tenéis libre. Hoy no se impartirán clases- exclamó Mia. Nada más escuchar las palabras de su madre, Sharon salió con prisas de la sala que raro

Al salir de la clase me despedí de Abigail y me dirigí a la sala donde en teoría estaba Amoos. Estaba super contenta y quería darle la gran noticia de que había logrado pasar de fase. Pero al llegar a la sala, se me quito de golpe la sonrisa que tenía.

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