Capítulo 23

29.6K 2.4K 544
                                    

Muchas gracias a todos por vuestro apoyo. 

•• <<────≪•◦⚜◦•≫────>> ••

•• <<────≪•◦⚜◦•≫────>> ••

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Débora

El fin de semana paso rápido. Sin ninguna llamada o noticia de Amoos. Pero estaba tranquila. No era la primera vez que me pasaba. Agradecí que hubiese terminado antes de que me hubiese enamorado. Porque no me gustaba el amor. Era sinónimo de problemas y decepciones. Estuve todo día ocupada y pensativa. Tan metida estaba en mi propio mundo, que apenas me di cuenta del paso de las horas. Era como si estuviese en una nube. Lejos de los problemas. Seguí con mi rutina. Por la mañana salí a correr, y sin darme cuenta acabé corriendo cerca del bosque, como en los viejos tiempos. No vi a ningún lobo feroz esta vez. Pero mi instinto me decía que estaba cerca. Observándome. Por la tarde me fui a trabajar. Era como si no hubiese pasado nada. Estaba feliz en mi limbo. Casi llegué a pensar que aquella cita del viernes, había sido un sueño. Pero tarde o temprano toca regresar a la realidad. Salir del bunker y ver el mundo que te rodea. Salir de tu pequeña burbuja de la alegría y sufrir como el resto. A mi me toco la noche del domingo. Me desperté el lunes por la mañana gritando y sudando a causa de mis pesadillas. El encargado de sacarme de ellas fue mi despertador por una vez me alegré de escuchar su estridente sonido. Solamente era capaz de recordar pequeños fragmentos. Recordaba que alguien iba detrás de mí. Y que yo no hacía más que correr y correr. No podía girarme y ver quien era mi cazador, algo me lo impedía. Pero sabía que alguien me estaba observando aún despierta podía notar esa horrible sensación de ser observada. El resto del sueño estaba envuelto en oscuridad y niebla. Lo más raro de todo era que llevaba un traje blanco de ballet. Precioso y decorado con plumas blancas pero a medida de iba avanzando la pesadilla este se teñía de rojo...

-Fresi - el gritó de Abigail desde el otro lado del pasillo logró devolverme a la realidad- Tía ¿Qué tal el finde? -me preguntó risueña una vez estuvo a mi lado. - Yo me lo he pasado súper agobiada por lo que nos contó Zenda el otro día. ¿Te has apuntado ya?

-No, no he tenido la oportunidad todavía. De hecho voy a hacerlo ahora mismo. Ves a clase, luego te alcanzo.

-Como tu quieras fresita.

Tras echarle un vistazo rápido al reloj de mi muñeca y asegurarme que todavía quedaban quince minutos antes de mi siguiente clase, me dirigí a la secretaria. En la pared de esta había un tablón de corcho lleno de anuncios, chinchetas y comunicados el único que me interesaba era aquella hoja rosa con el logo de un cisne. A pesar de que todavía quedaba un mes para las audiciones, ya se habían apuntado más de cincuenta personas y tan solo habían pasado tres días desde que se supo. Deje mi maleta en el suelo y tras hurgar en ella, conseguí encontrar mi estuche. Saqué un bolígrafo negro y me dispuse a añadir mi nombre junto al resto de mis compañeros, pero por lo visto mi boli tenía otros planes.

-Vamos. Escribe de una vez. Ese es tu único trabajo. Venga -a pesar de mis súplicas el bolígrafo decidió que ya había vivido lo suficiente, aunque solo hacía cuatro semanas que lo había comprado en aquella tienda china, y dejó de funcionar. Cuando me di la vuelta para pedirle a la secretaría si podía prestarme uno, la puerta de la directora se abrió de par en par, captando mi atención durante un instante. Si por aquella puerta, hubiese salido un elefante de color rosa del tamaño de un perro, estoy segura que no me hubiese sorprendido tanto como lo hice al ver a Amoos salir de aquel despacho. De haber estado bebiendo algo hubiese muerto ahogada por la sorpresa. Detrás de él, le acompañaba la directora. No le quitaba el ojo de encima y a pesar de tener alrededor de veinticinco años más, no dejaba de coquetear y sonreír como una colegiala. Él sin embargo tenía una expresión seria, como si estuviese harto de levantar pasiones a su paso. No culpaba a la directora ni a su secretaría por no dejar de babear y mirarlo estaba segura que yo también lucía igual de patética. ¿Quién no lo haría? Se veía más atractivo que nunca, con ese traje de negocios azul oscuro y encorbatado. Lo vi levantar la cabeza y aspirar. Al instante giró su rostro en mi dirección. ¿Acababa de olfatear el aire? Quitándome esa idea loca de la cabeza, miré como su semblante pasaba de la seriedad a lo identifiqué como alegría. Inevitablemente mis labios, al igual que lo suyos, se transformaron en una cálida sonrisa. Menuda sorpresa verle de nuevo. Estaba tan guapo con esa sonrisa... Tan distraída iba mirándolo venir hacia donde yo estaba, que no me di cuenta de cómo se me resbalaba de las manos mi estuche. En un movimiento ágil y muy rápido, Amoos impidió que llegase a tocar el suelo ¿Cómo lo ha...?

La Perdición del Lobo [1] ✔Where stories live. Discover now