La Perdición del Lobo [1] ✔

Capítulo 64

Capítulo final.

Al final del capítulo mensaje aclarando varias cosas.

Débora

El sabor metálico en mi boca, por la sangre y terror que sentía, me hizo estar a punto de escupir de nuevo. Sin apenas fuerza, y agotada, traté de arrastrarme por el suelo hacia la salida en un intento de huir de Arthur. A pesar de todos los golpes y heridas, que decoraban en aquellos instantes mi cuerpo, él parecía estar lejos de terminar con la paliza...

Ignorando el dolor que sentía con cada movimiento que hacía, luche por salir. Con cada inspiración que hacía en busca de oxígeno, notaba todas las patadas que me había dado en las costillas, estómago y espalda. A medida que avanzaba no cesaba de preguntarme a mi misma por qué me hacía esto.

Los treinta minutos que llevaba a solas con él, habían sido los más largos de mi vida. No le bastaba con verme sufrir o gritar con cada una de sus patadas. Quería alargarlo. Torturarme antes de acabar conmigo. Entre golpe y golpe, cuando ya no me quedaba aire para poder respirar y me ahogaba con mi propia saliva, se alejaba unos minutos y se sentaba frente a mí para verme tirada en el suelo. Lo escuchaba reír cada vez que me arrastraba temblando hacia la puerta. Lo peor era cuando lograba llegar a ella. Justo cuando conseguía tocarla e intentaba quitarle el pestillo, me agarraba de nuevo del pelo y me arrastraba hacia el interior de la casa para volver a empezar desde el principio con aquel juego macabro.

-¿Por qué me haces esto? -pregunté llorando en un grito- No te echo nada. Era una niña. ¡Qué pude haber hecho para merecer esto! -grité furiosa y llena de rabia. Sentado en el sofá detrás de mí, podía escuchar sus botas negras golpear el suelo con calma.

-¿Realmente no tienes ni idea, verdad? -le oí preguntar con la voz llena de rabia- El día que me dispararon, recibí una llamada de casa. -escuchándolo acercarse a mí por séptima vez, lo único que podía pensar en aquellos momentos era de qué diablos estaba hablando.

-Yo no -empecé a balbucear mientras él daba vueltas y vueltas por la sala.

-Justo cuando estaba a punto de entrar, sonó el puto teléfono para emergencias que le di a tu madre. -me interrumpió gritando- Sonó el puto móvil, y casi nos matan a todos a balazos. -continuó bramando desquiciado- Casi muero aquella noche por esa llamada. Tu madre siempre me dijo que fue ella, pero nunca creí a esa zorra. -tras una pausa, y respirando profundamente, me miró desde donde estaba- ¿Por qué me llamaste aquella puta noche? ¿Qué era tan importante?

Interrumpiendo mis pensamientos, y la conversación, oí a lo lejos las ruedas de varios coches frenar de golpe. Llena de esperanza solté un grito pidiendo ayuda mientras trataba de llegar de nuevo a la puerta, pero Arthur también lo había escuchado y no estaba dispuesto a dejarse ganar.

Acercándose velozmente por detrás me inmovilizó contra el suelo. Sin saber el porqué, algo en mi interior tenía la certeza de que esta vez no iba a parar hasta acabar conmigo. Había acabado con los jueguecitos. No se pararía a verme sufrir.

Una vez junto a mí, me dio la vuelta para poder verme la cara. Sin poder reconocer, o ver en él, aquel hombre que solía jugar conmigo cuando era pequeña, solté una lágrima llena de dolor. Con sus manos apretando mi cuello y las mías clavándose con desesperación en aquel rostro sin bondad, empecé a notar como se nublaba mi visión cada vez más y más. A medida que todo se volvía negro a mi alrededor, mi mente no cesaba de pensar el todo. Pensé en Abigaíl o Tabita al enterarse de mi muerte. Pensé en el dolor y la impotencia de Nathaniel al saberlo y no haberlo impedido. Pensé en Amoos, y en cómo sufriría...

Sin saber como, una descarga de adrenalina me recorrió de los pies a la cabeza. Negándome a que esto fuera mi final abrí los ojos de nuevo y empecé a forcejear con desesperación. No quería morirme. No quería rendirme. No podía.

A pesar de la fuerza de su agarre, y de la falta de aire, conseguí pegarle un fuerte rodillazo en las costillas pillándolo desprevenido. Nada más notar como su agarre se aflojaba, le lancé otra patada logrando empujarlo lejos de mí. Sin dejar de toser, y con las manos en la garganta, traté de ponerme en pie. Arthur se encontraba frente a mí, tirado en el suelo con los ojos cerrados y con la boca abierta. Mirando hacia atrás una última vez, avance a trompicones hacia la puerta y salí corriendo de aquella maldita casa.

Frente a mí, vi un par de coches policiales con las luces apuntándome y cegándome. Mareada y confundida entrecerré los ojos mientras seguía dando pequeños pasos hacía ellos con la poca energía que me quedaba.

-¡Débora! -escuché gritar entre la multitud frente a mi casa. A pesar de no ver nada, reconocí su voz.

-Amoos -murmuré antes de caer inconsciente al suelo.

(Fin)

Primer libro: La perdición del lobo (completo)

Segundo libro: Perdiendo el compás (en proceso)

Agradecimientos

Primero de todo, quería daros las gracias a todas y todos los que le habéis dado una oportunidad a esta locura de historia. Agradezco cada uno de vuestros mensajes de apoyo que me sacan una sonrisa, y a todos aquellos que dejan su hermoso like permitiendo que más personas descubran la historia y mi sueño se haga realidad. 

Por último, quiero pediros un favor. Aquellos que quieran volver a leer la historia por favor comentar todos los fallos que notéis para que me sea más fácil y rápido corregir la historia. OS LO AGRADECERÍA MUCHO. También me gustaría pediros que me digáis que es aquello que os ha gustado y que no de la historia con el fin de mejorar. Todas las dudas las responderé.

Pd: Queridas lectoras fantasmas, gracias por darme la motivación de querer superarme cada día más y más. Algún día escribiré algo que os sea imposible no votar.