Capítulo 48

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Este capítulo es sin duda uno de mis favoritos hasta el momento. Espero que os guste esta nueva faceta de Débora.

Débora

Tras esperar cinco minutos junto a la entrada de mi casa, vi llegar por el rabillo del ojo el coche de Amoos. Me sorprendió bastante ver que él era quien conducía. Esperaba que, como siempre que venía a buscarme, el conductor fuera su chofer. Cuando lo vi salir del coche tuve que contenerme para ir corriendo junto a él y comérmelo enterito. Estaba impresionante vestido con unos pantalones, de traje gris oscuro, y una camisa negra, con el último de sus botones desabrochado. Tragando saliva me levante del escalón donde estaba sentada y fingiendo tranquilidad me acerque a él.

- Vaya, vaya, vaya -murmuró sonriendo mientras me acercaba a él lentamente- señor Moore, está usted impresionante. -una vez a su lado, y poniéndome un poco de puntillas, dejé un beso rápido en sus labios.

- Mira quién fue a hablar. -dijo posando sus manos en mis caderas- Señorita Débora está usted tan arrebatadoramente bella que mirarla quita el aliento. -poniendo los ojos en blanco me separé de él y caminé hacía la puerta del copiloto. Antes de poder abrirla se me adelantó, como siempre, y la abrió para mí. - ¿Has tenido que esperar mucho tiempo afuera? -me preguntó mientras encendía el motor del coche.

- No. Solo unos cinco minutos. -le respondí mientras me abrochaba el cinturón. Al mirar hacía los asientos de atrás pude ver como estos estaban ocupados por una corbata gris y la chaqueta que hacía juego con sus pantalones- ¿Vienes de una reunión? -pregunté curiosa.

- Se podría decir que si. -me respondió sonriendo mientras salía de la plaza del aparcamiento y se incorporaba en la carretera- He tenido que revisar varios papeles con mis abogados y por un momento he temido no llegar a tiempo. -me confesó poniendo su mano sobre mi rodilla.

- Dramas. -le dije mientras bajaba la ventanilla del coche- Por cierto ¿dónde está... ? -de repente me di cuenta que no sabía cómo se llamaba su chofer. Avergonzada me callé de golpe. Él al darse cuenta sonrió disimuladamente. Bastardo.

-¿Dylan? -añadió él dando fin a mi sufrimiento- Le he dado el día libre. Quería que solo fuéramos tú y yo.

El resto del trayecto nos lo pasamos discutiendo donde ir a comer o qué cadena de música poner. Tras argumentarle que la última vez, él había sido quien había elegido el restaurante, me dio la razón gruñendo por lo bajo. Tras meditarlo unos segundos me decanté por el coqueto y económico: The underdog.

 Este estaba cerca de varias tiendas de ropa y además de estar delicioso, podía permitirme el lujo de pagar yo esta vez

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Este estaba cerca de varias tiendas de ropa y además de estar delicioso, podía permitirme el lujo de pagar yo esta vez. Claro está que no pensaba decirle nada a Amoos. Sabía que si me ofrecía a pagar yo la comida, me miraría profundamente ofendido, para seguidamente arrancar de mis manos la cuenta e impedirme pagarle la comida Estaba deseando pillarlo por sorpresa. Diez minutos más tarde llegamos al lugar. Su hermosa fachada, envejecida y pintada toda de azul, nos dio la bienvenida. Su menú iba desde, unas suculentas y sabrosas hamburguesas, hasta unos deliciosos estofados de carne. Sentándonos junto a la ventana, nos dedicamos a charlar y comentar la carta. Mientras esperábamos a que llegase la comida, me levanté con la excusa de ir al baño. Mientras Amoos estaba ocupado leyendo un mensaje del móvil me acerqué a la camarera de la barra y le entregué mi tarjeta.

-Hola Lindy -dije susurrando tras leer su nombre en la chapita que llevaba en la camiseta- Ve a ese hombre sentado junto a la ventana. -le dije señalando a Amoos. Tras mirarlo más de lo necesario para mi gusto, volvió a mirarme a mí y asintió con la cabeza- Resulta que es el típico hombre cabezota que siempre quiere pagar las cosas. -le dije haciéndola sonreír- Pero esta vez no me va a ganar. Toma -le dije dándole la tarjeta- Cuando acabemos de pedir, en lugar de traer la cuenta cóbreme directamente. Le daré un veinte porciento de propina si el cabezota no se entera de esto. -dije moviendo mi cabeza.

-Trato hecho amiga. -dijo ella guiñándome el ojo mientras cogía mi tarjeta y la guardaba.

Al regresar a la mesa, temí que mi sonrisa traviesa me delatase, pero Amoos haciendo honor a su carácter educado, no me pregunto el porqué de mi sonrisa de diablesa. Mientras esperábamos a que nuestros platos llegasen, estuvimos hablando de su día. Justo cuando estaba apunto de devolverle una broma, creí ver por el rabillo de mi ojo una figura mirarme desde la distancia. Confusa me giré y miré a través de la ventana de nuevo, para asegurarse, pero la misteriosa figura junto a la farola se había esfumado. Sacudiendo la cabeza, para ahuyentar todos mis temores y el escalofrío que había recorrido mi columna, miré de nuevo a Amoos y seguí charlando. Minutos más tarde llegaron nuestros platos logrando que un rugido se escapase de mi estómago. Sin dejar de reírnos y charlar, empezamos a comer. Me pregunto qué tal había sido la fiesta de pijamas y yo le conté, exasperada, cómo habían dejado patas arriba toda mi casa. Burlándose de mí y de las latas que colgaban del ventilador de mi casa, pasamos de la comida al postre. Yo me pedí un pastel de manzana y él, tan goloso como siempre, se pidió un trozo de tarta de chocolate. Siempre se pedía lo mismo de postre. Un pastel de chocolate con mucha nata por encima. Tardó menos de tres minutos en acabarse su plató, mientras que yo apenas le había dado dos mordiscos al mío. Pude ver como mientras hablaba conmigo miraba de reojo, y con deseo, mi trozo de pastel. Casi podía adivinar, gracias a su cara, lo mucho que estaba deseando probarla. Entre risas aparté su plató a un lado y puse el mío frente a ambos.

-Adelante grandullón. No te cortes. -le dije riéndome mientras miraba su sonrisa de niño pequeño.

Al acabar, levantó la mano y le pidió a la camarera, que trajera la cuenta en cuanto le fuera posible. Instantáneamente la sonrisa diabólica de antes regreso a mi cara. Bebiendo pequeños sorbitos de agua de mi vaso, para disimular, vi como Lindy me sonreía cómplice.

-Aquí tiene su tarjeta señorita. -dijo Lindy trayendo la cuenta y dándome mí tarjeta- Todo está ya pagado caballero. -le dijo a Amoos cuando este empezó a sacar su cartera- Espero que os haya gustado la comida.

-Ha estado todo delicioso Lindy- le dije triunfante mientras guardaba la tarjeta- ¿A qué sí cariño? -dije en tono burlón. Al mirar a Amoos estuve a punto de mearme encima de la risa. Su cara era todo un poema. Me miraba a mí y a la camarera como si fuéramos dos seres de otro mundo. Cerrando y abriendo su boca, me señaló con el dedo sin entender que estaba pasando.

-Pero ¿cómo...? ¿cuándo...? -levantándome de la silla cogí su mano y le di un tirón para que se levantase.

-Supongo que ya era hora de que te dieras cuenta de que no eres el único cabezota de esta relación. -le dije dándole un beso en los labios mientras salíamos del local.

-Realmente eres increíble Débora. -dijo él sonriendo mientras apartaba un mechón de mi cara y me besaba de nuevo- Eres jodidamente increíble.

.

Parece que Débora se la ha jugado a Amoos pero bien, jajajaja

¿Os habéis fijado en algo más...?

Próximo capítulo, y si todo va bien, el jueves!

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La Perdición del Lobo [1] ✔Where stories live. Discover now