Capítulo 24

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Este capítulo es una transición para lo que pasará en el siguiente. ¿Quién más quiere ver que pasa en su segunda cita?

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Amoos

-Muchas gracias por haber decidido invertir en esta Academia, señor Moore. -dijo la directora una vez que todo el papeleo quedó firmado. - Es usted un joven muy inteligente e interesante.- continuó ella con su discurso de seducción- Tan interesante que me daría pena no volver a verle.- con una sonrisa, con la he de suponer, pretendía ser coqueta se levantó de su silla y me acompañó hasta la salida de su despacho.- ¿No le apetece quedar mañana para tomar un café Amoos? Ya que ambos estamos solteros -preguntó acercándose a mí y señalando mi dedo anular vacío.

- No se me insinué señora. Puede que no llevé un anillo, pero le aseguró que por lo que a mi respecta estoy más que casado.- le respondí bruscamente y sin medir mi tono amenazante.

-¡Oh! -exclamó sorprendida- ¿Y se puede saber quien es la afortunada futura Moore?

-No -y sin más abrí la puerta del despacho. Debía alejarme de esa caza solteros millonarios. Su apellido había cambiado ya tres veces en el período de dos años. Yo solo podía pensar en dos explicaciones, y ninguna era de mi agrado. Debido a mi cabreo con la insistente directora, no me percaté de su presencia.- ¿Débora? -me miraba con la boca abierta y con el cejo fruncido. Parecía que la cercanía de la directora no era de su agrado, así que me aleje.

Una vez a su lado, se calmó y una sonrisa cubrió su rostro. Tras unos incómodos segundos, ambos nos tranquilizamos y le pregunté si podía acompañarla a clase. He de admitir que la propuesta, aunque mayormente era para pasar más tiempo con ella, también era para marcar territorio. Quería que todos los de la escuela supieran de mi existencia. Sabía que mi aspecto era muy disuasorio cuando me lo proponía. Sin ir más lejos, antes de que David llegase a la vida de mi hermana, está era acosada por varios muchachos de su clase. Tan solo fue necesario ir a buscarla un día a la escuela, para que todos los jóvenes dejaran de enviarle mensajes románticos. Que tiempos aquellos Luego un día mi mejor amigo, apareció por la casa de la mano de mi hermana, para soltarnos la bomba de que eran mates. Maldito bastardo. Me quito la diversión de asustar a los moscones que iban tras Anabel

Al llegar a su clase, todo el mundo se giró a mirarnos. Algunas miradas eran hacia mi persona, pero había algunas que iban a mi chica. Y para rememorar aquellos tiempos, y para qué mentir, probar de nuevo el sabor de sus labios, le di un beso delante de todos. Estoy seguro que de no ser por los testigos, Débora se hubiese puesto como una fiera. Pero por suerte, si había.

Al salir de la escuela, con una sonrisa de oreja a oreja que no desaparecería en varias horas, me fui al despacho. Allí me esperaban mis queridísimos y para nada chillones, abogados.

Las horas fueron pasando y ellos seguían soltando datos y más datos. Al final del día, y una vez terminada la reunión, decidí ir a visitar a Débora. Desde el incidente del bosque, cada noche a las diez vigilaba que llegase sana y salva a su casa. La veía salir cada noche del trabajo, con su característico abrigo rojo. Escondido en mi forma lobuna, la miraba caminar en silencio desde la espesura del bosque. A veces se giraba para asegurarse que nadie le perseguía. Lo hacía con el corazón acelerado, aterrada. Otras veces, se paraba y miraba al bosque durante varios segundos. Me miraba a mi, pero sin llegar a hacerlo. Parecía que notaba mi presencia. Luego, sacudía la cabeza y continuaba su camino. Mi momento preferido del día era cuando la veía llegar a casa. Otra cosa que me encantaba era su ventana. Concretamente la de su habitación. Esa que daba al bosque, y que gracias al espejo que había frente a esta, podía verla descansar en la cama. Se veía adorable, con sus pelo por toda la almohada. Era de sueños inquietos. No dejaba de moverse bajo las sábanas. Me gustaría poder leer su mente. Saber si eran sueños o pesadillas. Saber que podía atormentarla tanto como para despertarse gritando en medio de la noche. Quería poder estar a su lado y calmar su corazón acelerado. Saberlo todo acerca de ella y su pasado. Ese que se empeñaba en ocultar, como si recordar fuera doloroso para ella. Pero no, de momento, debía conformarme con dormir bajo su ventana. Y eso para mi, era más que suficiente.

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Perdón por que sea corto, pero estoy acribillada a trabajos.

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La Perdición del Lobo [1] ✔Where stories live. Discover now