Capítulo 15

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Este capítulo representa lo que se siente cuando un semidiós, como Amoos, se acerca a ti.

¡Alerta!

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Débora

¿Qué acaba de pasar? ¿Me acaba de pedir una cita un chico? Que digo un chico ¿un hombre?

Creo que si alguien pusiera un espejo delante mía ahora mismo mi cara sería la de un tomate asombrado con la boca bien abierta a causa del notición. Muda por la sorpresa y con los ojos abiertos como platos vi dar la vuelta a la esquina al Lexus negro de Amos. Abrazando mi cuerpo me di media vuelta hacia el interior de mi casa rumbo al baño, concretamente a la ducha, para evitar morir congelada en el exterior por llevar puesto solo una de sus camisas y pantalones de tela fina.

Durante el trayecto de hora y media desde su casa hasta la mía, Amos no dejó que la conversación decayera en la parte trasera del auto. Mientras su chófer seguía las instrucciones del GPS, aportó temas constantemente, curiosamente todos ellos dirigidos a mi persona. Sin quitarme los ojos de encima mientras yo respondía a cada una de sus preguntas, algunas típicas como mi color favorito y otras que no me habían preguntado nunca como que pensaba de la globalización y tecnología, fuimos avanzando por la carretera desierta. A cada pregunta que me hacía, yo respondía nerviosa y gesticulando sin cesar, tanto, que por un instante temí sacarme un ojo de la cara. Me sorprendió su interés, el que al llegar se bajara del coche para ir a abrirme la puerta, el que me acompañara hasta la verja y el que, sin apartar la mirada de mis ojos un solo segundo, me preguntase si podía pasarse el viernes que viene a buscarme.

Sumergiéndome en la bañera traté de dejar la mente en blanco para poder analizar con frialdad la situación. Primero de todo debía ir a la policía y poner una denuncia de lo sucedido, también tenía que pasarme por el mercado a comprar la comida y cena, y finalmente llamar a Abigail para hablar del trabajo que teníamos pendiente de hacer.

Solo de pensar que ahora a las tres de la tarde de un domingo y sin haber comido todavía, tenía que pasarme por la estación de policías a soportar un interrogatorio y miradas de escepticismo ante mi historia sin más pruebas que mi palabra contra la de ellos... Bueno la mía y la de Amos ¿no? Podía contar con su ayuda, de eso estaba segura. Aun así, dos personas contra lo que dijeran los otros... si tan solo tuviera alguna prueba, cualquier cosa...

El móvil.

Saliendo a toda prisa del agua me puse una toalla en la cabeza y comencé a vestirme a la velocidad del rayo. Había dejado mi móvil grabando en vídeo todo lo sucedido el otro día. Con suerte este habría grabado todo lo sucedido antes de quedarse sin espacio de memoria y seguiría entre los arbustos junto al claro de la iglesia.

Tirando al suelo la toalla que envolvía mi cabello y cogiendo al vuelo el abrigo tras la puerta de la entrada salí corriendo de la casa.

Diez minutos después, tras haber recorrido medio Limerick, llegué al claro

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Diez minutos después, tras haber recorrido medio Limerick, llegué al claro. Este estaba cubierto por la nieve y un sepulcral silencio. Mirando el suelo blanco traté, sin conseguirlo, de ver si había alguna huella o rastro de sangre. Nada. Con paso seguro llegué a la vegetación y comencé a mirar entre las ramas.

Tras media hora de buscar sin verlo, casi me di por vencida, pero en el momento en que me ponía en pie para, decepcionada, irme a mi casa a tomarme un té caliente, vi a unos diez metros brillar por el sol, la pantalla de mi móvil. Gateando y resbalándome constantemente por culpa del hielo, llegué hasta donde estaba. Nerviosa y con las manos temblando por la emoción y terror, le di al botón de encendido con mis dedos enguantados. Sin embargo, y como era de espera, la pantalla continuó en negro.

Con fastidio me dirigí a mi casa para poner a cargar el teléfono. Solo recé para que no estuviese roto. No quería gastarme una fortuna para recuperar los archivos y realmente necesitaba ver las pruebas. No solo para poder mostrárselo a la policía y que estos dejaran caer todo el peso de la ley sobre aquellos animales, sino porque no comprendía cómo había tenido tanta suerte para salir con vida. No era una persona que creyera en las coincidencias y casualidades. Había sido muy oportuno por parte de Amos pasar en esos momentos por la iglesia y era asombroso cómo a pesar de ser un grupo contra un solo hombre el apenas había salido mal parado. Esa mañana cuando me encontró en la biblioteca me esperaba verle con la cara llena de moratones como la mía lo estaba, pero nada, ni un solo rasguño ni un solo moretón... sorprendente y muy raro...

Yo las cosas nunca las dejo al azar, era de esas personas que buscan hasta la saciedad para encontrar la respuesta de una cuestión... y esta no sería una excepción.

Pensaba llegar hasta el fondo del asunto... costase lo que costase.

 costase lo que costase

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¿A quién se le había olvidado el móvil? ¡No me mientan!

Espero ansiosa vuestras teorías.

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