• Capítulo 16; Mayo.

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─¿Cuánto tiempo crees que puedas soportar el estar así?─ Pregunto un hombre de cabellera blanca con una mirada que podría tranquilizar hasta al hombre más nervioso, o en este caso, a Mayo.─ Has aprendido bien a sobrellevar tu irá y tu ansiedad sin embargo no noto un cambio respecto a olvidar a esas personas del pasado que tanto atormentan tu presente.

─Lo se, intento olvidarlos con todas mis fuerzas, es solo que me hes dificil.─ Hablo el pelinegro mirando fijamente el techo.─ Han pasado ¿seis años? No lo recuerdo con exactitud pero cada que pienso en ellos sólo puedo imaginarme que hubiera pasado si tan solo ellos...

─May, basta.─ Hablo el psicólogo interrumpiéndole.─ Has desperdiciado seis años de tu vida en lamentos, no te atreves a convivir con aquellas personas de tu universidad que quieren ser tus amigos y no te das la oportunidad de amar nuevamente, no obstante, te niegas a buscar a esas personas y afrontar tu pasado.─ Dijo anotando algo en su libreta.─ Tu mismo te encargas de llenarte de dudas, dudas que yo no puedo remediar.

─Me fui, escape como un cobarde pero ellos también lo hicieron, me abandonaron.─ Dijo con cierto rencor mirando a su doctor quien negó lentamente.

─Tu ex pareja según entiendo te dejo tras que decidieras volver a México ¿él te abandono?─ Pregunto.

─¡No, pero no hizo nada para hacer que me quedara!─ Grito levantándose de su asintió y golpeando con sus palmas el escritorio.

─¿Y tu que hiciste para tratar de remediarlo?─ Preguntó acomodando sus gafas, el ojivioleta bajo su mirada derrotado.─ Una vez puedas entender que los demás también tienen sentimientos, tu podrás curarte May.─ Dijo cerrando la libreta.- Eso es todo, solo piensa en ello y hablaremos de eso en la siguiente sesión ¿Ok?

─Okey...─ Murmuro tomando su chaqueta saliendo del consultorio. Tras agendar su próxima visita con la chica que se encontraba tras un escritorio, camino en completo silencio hasta su hogar permitiendo que su mente fluyera en total libertad para aclarar sus ideas.

Una vez llegó a su casa tomó su medicamento acompañado de un sorbo de agua. Camino hacia su cama y sacó de debajo de esta un álbum de fotos que tenia varias firmas grabadas en la portada haciéndole sonreír, miro cada foto detenidamente mirando únicamente la sonrisas de las personas que salían en las fotos. Soltó un suspiro al encontrarse con cierta foto que aún después de diez consideraba su favorita.

En esta unos ojos amarillos se llevaban el protagonismo junto a una cabellera castaña ligeramente despeinada con una expresión de lo más tranquila, río ligeramente al ver la descripción de la foto reconociendo esa letra, al instante recordando el momento en donde lo escribían entre risas. Paso la yema de sus dedos por la foto recordando las palabras de su doctor volviendo a mirar las demás fotos, sin embargo, al llegar a una de ellas su corazón salto al vacío haciéndole apretar los puños de puro enojo.

─No... ¡no!─ Grito tomando la foto con desprecio, las lágrimas en sus ojos sólo indicaban lo inminente y es que el aún seguía viviendo junto al rencor. Dispuesto a romper la ultima foto que habían tomado el y sus amigos el timbre de su casa resonó como eco por toda la casa.

Dejo la foto a un lado y camino hasta la puerta limpiando sus lágrimas y respirando para contraatacar su enojo, quitó el seguro de la puerta y la abrió con desinterés pensando que se trataba de su hermana.

Que grave error.

─Hola.─ Lo saludo una cabellera blanca con mechones rojos que no tardó en reconocer, abrió su boca sorprendido y pestañeo varias veces para asesorarse que no se trataba de un sueño.

─¿Rius?─ Preguntó asombrado.

─Si, pero no vine solo...─ Hablo el pálido haciéndose a un lado para mostrar al pelinegro de ojos azules que se encontraba a su lado.

─Tro-trolli.─ Tartamudeo abriendo los ojos sujetándose del marco de la puerta.─ Esto no puede ser cierto, tú...

─Hola Mayo.─ Saludo nervioso el ojiazul.

─No entiendo ¿esto es un sueño?─ Pregunto confundido, su cerebro no terminaba de procesarlo todo lo que pasaba.

─No, no lo es.─-Hablo una tercera voz, sus ojos inmediatamente conectaron haciendo que el ojivioleta quedará en shock.

─Víctor...

─May.─ Murmuro el castaño.

Fue entonces que el ojivioleta solo pudo caer al suelo inconsciente.

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@someonepink__


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