Capítulo 55; Rius.

1.5K 233 90
                                    

Rius y Timba caminaban hacia algún lugar que el peliazul desconocía; había un silencio entre ellos que el mayor deseaba romper pero no sabia de que modo, le resultaba difícil acercarse al peliblanco de mechones rojos después de todo.

—¿Qué?— Pregunto el ojirubi sin detenerse.

—¿Ha? No nada ¿A dónde vamos?— Pregunto.

—A algún lugar.— Contestó el peliblanco con obviedad.

—Rius ¿Te parece que esto está bien?— Pregunto nuevamente.

—¿Qué cosa?

—Que este aquí.— Contestó.

—Si, después de todo lo que paso si.— Dijo después de pensarse su pregunta.—Llegaste en un buen momento a decir la verdad, había cierta tensión que nadie quería romper y tu llegaste para aclararlo.— Explicó.—Pensarías que te tengo un rencor por lo que hiciste pero no, es comprensible que huyeras sin pensartelo dos veces.

—¿Qué fue de ti cuando me fui?—Pregunto el peliazul con curiosidad, el menor se detuvo y lo miro con una pequeña sonrisa.

—¿En serio quieres saber eso?

—Si.— Asintió con la cabeza.

—Ven.— Murmuro caminando hacia una casa en especifico, apenas llegaron tocó la puerta y espero unos cuantos segundos a que esta fuera abierta.

—¡Papá!— Grito una niña sorprendiendo al peliazul, la pequeña estiró sus brazos e inmediatamente fue cargada por su padre quien depósito varios besos en sus mejillas.—Te extrañe mucho papi.

—Y yo a ti cariño.— Correspondió.— Ella es Sara, es mi hija.—Dijo Rius mirando a Timba quien no sabia que hacer.

—Hola.— Saludo con la mano la menor, el peliazul copio su saludo y sonrió tímidamente.

—No sabia que tenias una hija.— Murmuro.

—Bueno no hubo tiempo oportunidad de contártelo.— Contestó volviendo su mirada hacia la pelirroja.— Sara el es Ruben, es mi amigo.— Presentó, la niña de ojos verdes miro al peliazul y se acercó a la oreja de su padre para preguntarle algo en secreto.— Si.—Contestó haciendo sonreír a la pequeña y haciendo confundirse a un más al mayor.

—Iré por mis cosas.— Dijo la niña, el peliblanco asintió y la bajo para que se adentrará al hogar nuevamente en busca de su pequeña maleta.

—¿Cómo se llama su madre?— Pregunto Timba.

—Rouse.— Contestó mirando hacia el suelo.

—¿Ella es tu pareja?

—Lo fue.

—Oh, ya veo… ¿terminaron?— Pregunto, un pequeño silencio se hizo.

—Ella murió...— Contestó, al mayor se le formó un nudo en la garganta.

—¡Ya volví papá, la abuela me dio galletas!—Dijo la pelirroja, el peliblanco festejo junto a ella y tomó sus pertenecías al igual que tomaba de la mano a la pequeña cerrando la puerta de aquel hogar.—¿Quiere tomar una señor?— Pregunto enseñándole la bolsa de galletas que poseía.

—Ah-ah claro, gracias.— Contestó tomando una y mordiéndola.—Está deliciosa.— Dijo una vez se la trago, la menor rio ante eso y los tres caminaron hasta la casa del peliblanco.

Estaban solamente ellos tres, los demás se encontraban en la casa del castaño acomodándose para pasar la noche; Timba observaba la relación de Sara con Rius, la niña le platicaba a su padre como le había ido en la escuela y de lo que había hecho con su abuela mientras comían.

Algo que reconoció de inmediato es que Rius era un padre genial, uno que cualquiera quisiera tener. Sonrió mientras que la noche caía y el peliblanco arropada a su hija para que durmiera con la promesa de que mañana sería un día entretenido. La pelirroja se durmió en pocos minutos y el de mechones rojos salió de su cuarto cerrando la puerta tras de el bajo la atenta mirada del peliazul.

—Se nota que te ama mucho.— Hablo el mayor temeroso de decir algo incorrecto, el ojirubi río por lo bajo y asintió.

—Si, supongo que lo hace.— Contestó.

—¿Cuándo conociste a Rouse?— Pregunto lo más directo que pudo.
—Casi un año después de que te fueras.

—Oh… ¿Y cuándo tuvieron a Sara?

—Un año después de conocernos… mira yo se que debes estar moles…

—¿Por qué estaría molesto? Tu seguiste tu vida y eso está bien, no ibas a quedarte por siempre de esa manera.— Interrumpió.— Lo lamento Rius.

—¿Qué lamentas?— Cuestionó.

—Esa noche tu me dijiste que podríamos pasar de ello juntos pero yo tenía tanto que perder... No quería llevarte conmigo al abismo.— Sus ojos empezaron a cristalizarse; el menor de ambos se empezó a sentir nervioso al tener que hablar de ello después de tanto tiempo.—Me fui por que pensé que era lo mejor para ti, pensé que yo moriría a la segunda semana de que escape.— Trato de bromear pero el peliblanco le dio un pequeño golpe en el brazo.

—Eres tonto.— Dijo acercándose para abrazarlo.—Dejemos el pasado atrás ¿vale? Yo te perdonó cualquier cosa.— El peliazul no pudo evitarlo y dejo que sus lágrimas cayeran correspondiendo al cálido abrazo.

Un pelirroja de ojos verdes veía en total silencio a ambos abrazarse, sonrió sin saber en absoluto el porque lo hacían pero estaba feliz de ver a su padre contento. Cerró nuevamente la puerta con cuidado y corrió a su cama para volverse a ocultar bajo su sábana. 

Su padre solía decir que los abrazos curaban un corazón roto.

Ese abrazo curo el corazón de Timba.

—¿Qué te pregunto al oído Sara cuando me conoció?

—Oh... Te diré luego.—Contestó con una ligera sonrisa.

@Globit0o

5...

Where are you? | Compas.Where stories live. Discover now